Augusto Bracho y Moisés de Martín
Pajarera vertical
Independiente. 2015. Venezuela
Desde que esta unión entre dos de los más imaginativos y talentosos músicos caraqueños se produjo han pasado casi cinco años. Durante ese tiempo, Gustavo Guerrero y José Ignacio Benítez -Augusto y Moisés, respectivamente- cocinaron a fuego lento este disco debut, entre México, Argentina y Venezuela. Los ayuda el excelente baterista Simón Hernández.
Trece canciones de alto contenido emocional, unas cargadas de guitarras eléctricas y otras de sonoridades más acústicas, conforman Pajarera vertical. Folk latinoamericano envenenado y blues tropicalizado conforman la columna vertebral, con el aderezo fundamental de los textos poéticos y prosa singular que caracterizan a estos dos musicazos. Ambos se turnan en el rol de vocalista principal, logrando un atractivo balance a lo largo del disco, complementándose de forma brillante y haciendo que el hilo conductor sea perfecto. La sinergia que logran no es común y se basa, no solo en el talento que cada quien atesora, sino en la complicidad entre ambos construida durante el crecimiento de su amistad y la convivencia musical en proyectos de alto impacto como Monsalve y Los Forajidos.
El background de ambos es lo suficientemente potente como para ubicarlos en el Olimpo del rock de autor venezolano. A Guerrero lo avala su primer proyecto Cunaguaro Soul, el paso por Bacalao Men y Cabezón Key, y su actual rol como director de la banda de Natalia Lafourcade. Por su parte, Benítez ha demostrado sobradamente con Domingo en Llamas y El Regaño, así como en colaboraciones con Laura Guevara, su desbordante imaginario como poeta beatnik caribeño, como guitarrista y cantante.
Es difícil destacar unos temas sobre otros, pero hay algunos especialmente destacables como “Desde la vitrina”, “Algodón o nylon”, “Las azucenas”, “Montpellier”, “La finca de los bólidos”, “Tiempo” o la guinda final, “Simulación de circo”. 20 puntos.
Juan Carlos Ballesta