La española Bebe ha demostrado ser una de las cantautoras más sólidas y de mayor personalidad de la canción de habla hispana. Su lenguaje directo, sin eufemismos ni falsos moralismos, se agradece. Sus composiciones, a caballo entre la rica herencia musical andaluza y el abanico pop, la han posicionado en un lugar de privilegio. A eso se une su natural simpatía, su belleza y el magnífico dominio de escena. Su primera visita a Caracas no pudo ser mejor y se saldó con dos conciertos el 21 y 22 de marzo (Aquí nuestra reseña). Recuperamos la entrevista publicada en la edición #22 de Ladosis hace justo cinco años.
Juan Carlos Ballesta
Conversar con Bebe es una experiencia muy agradable. Su simpatía es innata, sin imposturas. No se trata de la típica entrevista en la que el artista asume una posición distante y superior. Todo lo contrario. Bebe nos ofrece tomar de su misma botella de cerveza, invita a alejarnos del barullo y en lugar de buscar un sofá cómodo, nos montanos sobre un pequeño muro y unas mesas desvencijadas, convirtiendo el rincón en una especie de confesionario mutuo. Mientras le recuerdo algunas apariciones en la TV española, en especial una entrevista con El Gran Wyoming en la que apareció sola con su guitarra y con expresión seria, ella sonríe y se sorprende. Toma un sorbo de cerveza y comienza a hablar como si nos conociéramos de siempre. “¡Te acuerdas!… Ese día iba toda de negro”. Le menciono que la sala donde debuta es la misma donde se presentó su amiga, la también cantante-actriz Najwa Nimri y atina espontáneamente a decir: “¡Qué guai!”
María Nieves Rebolledo Vila, conocida por todos como Bebe (sin acento), llegó a Caracas por primera vez, promocionando su tercer disco Un pokito de rocanrol (2012), un trabajo que rompe con lo anterior y que se publica tres años después de Y (2009). Ella ha llevado su carrera con inteligencia y cierta cautela, tras aquel arrollador éxito del debut Pafuera telarañas (2004) que la catapultó en poco tiempo. Sin eufemismos, ya desde su primer éxito nos ha acostumbrado a llamar a las cosas por su nombre. “Malo, malo, malo eres; no se daña a quien se quiere. Tonto, tonto, tonto eres; no te pienses mejor que las mujeres”, cantaba en “Malo”, una canción descarnada sobre la violencia machista y el maltrato que, sin preverlo, se convirtió en un éxito de grandes proporciones.
La ciudad en la que se crió Bebe (Badajoz, al Sur de Extremadura) y las ciudades andaluzas cercanas como Córdoba, Huelva, Sevilla y Cádiz (donde vive), reflejan el cruce de varios siglos de culturas: cristiana, gitana, mora, andalusí, ibérica y la de este lado del Atlántico. En el sur de España la música adquiere matices diversos, pero casi siempre esa distintiva raíz múltiple pero indisoluble está presente. La propuesta de Bebe, indudablemente, recoge las influencias del entorno, la cotidianidad más inmediata, y de todo ese rico legado de Andalucía, que se refleja en su forma de hablar y de escribir canciones.
Me habla con fascinación de la agrupación elbicho y reconoce que cada vez que los ve en vivo llora. “Una locura ese grupo, tienen de todo, psicodelia, flamenco…”. Le comento que estuvo aquí hace unos años, que paseamos por Caracas y que su concierto ha sido uno de los mejores que he visto en esta ciudad. Me informa que están cogiendo aire para regresar. Le riposto y le pregunto por el cuarteto sevillano Pony Bravo (ver Ladosis #14), que también estuvo en Caracas. Brinca y exclama: “¡No me digas! Ese fue uno de mis descubrimientos este verano. Estoy loca con ellos. Fascinada, realmente. Cantan ‘Niña de fuego’ que es mi copla favorita”.
A lo lejos nos avisan que espera otra entrevista, así que tratamos de encauzar el orden periodístico de pregunta-respuesta, luego de unos minutos con la brújula extraviada.
¿Pensaste en algún momento que vendrías a Venezuela?
Pues no, en ningún momento lo pensé. Fue una sorpresa saberlo. La verdad es que tenía muchas ganas de viajar fuera de España y a Venezuela nunca había venido. No suelo pensar mucho a donde voy a ir. Estoy super sorprendida de cómo me han recibido, mi estado anímico es “super feliz”. Solo por el hecho que te llamen para venir a tocar ya es una maravilla. Cuando estás a miles de kilómetros al otro lado del charco no te imaginas que algo que haces en tu casa o en tu intimidad pueda tener repercusión en gente que está tan lejos.
¿Qué pasó en los cinco años que separan el primero y el segundo disco?
Los tres primeros años estuve trabajando en el primer disco, tocando y girando por España, Estados Unidos y Latinoamérica, en promoción. Lo de los cinco años de silencio que algunos dicen es relativo. En 2007 si me tomé algo de tiempo, luego de ese arduo período, para digerir un poco, aprender y entonces retomar. En 2008 me fui a Cádiz para trabajar en el segundo álbum.
Durante esos años te dedicaste también al cine. ¿Cómo te las arreglaste?
No fue tan difícil. Los papeles fueron pequeños, muy bonitos. Cuando hice la película con José Luis Cuerda, “La educación de las hadas”, estaba con lo de los Grammy. Con Julio Medem (“Caótica Ana”) también coincidió con una etapa corta en la que podía participar, justo antes de irnos de gira a Estados Unidos. Siempre que pueda hacer cine lo haré.
¿Qué diferencias existen entre tus dos primeros discos producidos por Carlos Jean y este tercero que produce el francés Renaud Letang?
Aprendí mucho de Carlos, y somos muy amigos, pero quería hacer algo diferente, con alguien que no supiera nada de mí, ni yo de él. De esa manera uno se evita las ideas preconcebidas y que ya de antemano sepan o intuyan lo que tú quieres. Es divertido encontrarse con alguien que no conoces, eso obliga a tener que conocerse como los animales. Fue muy bueno el proceso, hubo muchas chispas positivas entre nosotros. Me lo habían propuesto diciéndome que podíamos hacer buenas migas. Cuando nos pusimos a conversar en el estudio me di cuenta que había producido un disco de piano que me ha acompañado en las giras, el “Solo Piano” del canadiense Gonzales, que es como un Satie actual. También había producido a Feist, así que de repente me di cuenta que había dado con alguien que me venía de maravilla. Las diferencias entre esos dos discos y el nuevo son claras. En los dos primeros hemos trabajado con muchas programaciones, un proceso íntimo entre Carlos y yo, los dos solos en el estudio manipulando máquinas. Llegábamos al estudio con las cosas ya claras. Ahora ha sido diferente.
¿Tiene que ver con la necesidad de poder tocar en vivo de forma más orgánica? El trabajo de estudio queda generalmente muy bien, pero cuando lo vas a presentar en vivo las cosas cambian.
Tenía muchas ganas de pasármelo muy bien en los conciertos. El último año del segundo disco lo había pasado estupendamente, hicimos básicamente gira de conciertos en teatros. Acababa de ser mamá y necesitaba algo un poco más tranquilo. Ahora tengo ganas de que todo suena a lo bestia. Por eso el término de “un pokito de rocanrol”, no porque haya rock and roll explícito sino por lo que esa expresión significa, la actitud que genera.
¿De qué te has nutrido musicalmente durante tu vida?
Escucho mucho Lole y Manuel, bastante flamenco antiguo, copla, Alberto Cortez…Eso es lo que me ha acompañado siempre. Aunque parezca mentira lo que más he escuchado últimamente es música de niños. A mi hija le gusta mucho oír canciones. Me obliga a estar todo el tiempo super arriba, a ella le gustan las canciones fuertes. De hecho las mías que más le gustan son “Qué carajo”, “K.I.E.R.E.M.E” y “Me pintaré”, no quiere canciones tristes, solo las cañeras (risas). He estado escuchando mucho Dick Dale.
Ese alimento que es la canción andaluza en todas sus formas indudablemente marca tu obra.
Pues sí, no hay duda. La lectura que todos esos autores y cantaores tienen de la vida, supongo que me influencian a la hora de escribir. Eso está ahí, de siempre.
¿Cómo percibes la escena musical española actual?
Hay mucha amplitud, con una escena indie y otra tecno muy interesantes. Soy super fan de grupos como Pauline en la Playa, Las Escarlatinas, La Bien Querida. Me gusta Russian Red, tiene mucho rollo, me recuerda un poco a como era Najwa al principio, sin hacer ese mismo tipo de música.
¿Cómo te visualizas en el mediano plazo?
Pues no sé, no tengo ni idea de lo que haré. Soy de las que dejo que pasen las cosas, sin muchas ideas preconcebidas.