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Edwin Arellano «Palacumbé» (2016) (Venezuela)

Edwin Arellano
Edwin Arellano
Palacumbé
Independiente. 2016. Venezuela

Edwin Arellano es una de las cuatro columnas que soportan el excelente proyecto de música tradicional venezolana instrumental llamado Los Sinvergüenzas. Con cuatro álbumes a la fecha, esta agrupación fue merecedora en los Premios Pepsi Music al Mejor Álbum de Música Tradicional por su disco Sinvergüensuranzas (2011). Su concepto artístico engloba elementos de la tradición venezolana con añadiduras jazzísticas sin excesos, creando así una música bien confeccionada y plenamente disfrutable con esos aires andinos que se dejan colar entre una composición y otra.

En esta oportunidad esa piedra angular que es Edwin Arellano, ha decidido tomarse un tiempo para ofrecernos su primer trabajo como solista. Destaca en Edwin la versatilidad instrumental bien sea solo o como acompañante, tocando bajo, mandolina o guitarra, además de sus dotes como arreglista y compositor. Edwin ha estado presente en propuestas como Difuntos, Extraños y Volátiles, Mixtura, Movida Acústica Urbana, Encayapa, Cabijazz, C4 Trío, José Delgado y Joropo Jam. En adición, ha acompañado a músicos legendarios como Ilan Chester, Mirna Ríos, José Luis Rodríguez, Otmaro Ruíz, Víctor Mestas y otros.

Palacumbé es un conjunto de nueve composiciones de las cuales ocho son de su propia autoría y una, “13 con 39”, del excelso mandolinista Jorge Torres. El álbum inicia con el tema título, palabra que sugiere algún tipo de significado sortílego o magia rítmica tal vez pero del cual no encuentro indicios y al que por ahora prefiero dejar a la suerte de quien lee estás líneas. El inicio ya es una sorpresa muy atractiva que nos sitúa del otro lado de la acera tradicional.

Con la frescura de ese jazz a lo L.A. y un breve desliz en los tambores de la batería de Andrés Briceño, Edwin nos coloca ya en una hermosa tríada con el bajo de Rodner Padilla y los saxos de Rodolfo Reyes y Charlie Godell, tenor y alto respectivamente. Edwin en la guitarra eléctrica le da ese “jalaíto subversivo funk”. El uso de armónicos que hace Rodner para luego desarrollar su solo con los saxos a cada lado dejando luego a Rodolfo como hilo conductor, son elementos a destacar, sobre todo por frases bien definidas y comedidas. En algo el tema recuerda a Gratitud  (1996-Avatar Records) de Andrés Briceño.

La hermosa melodía que surge en “Sentimientos encontrados” es llevada por el flugelhorn del gran Francisco “Pacho” Flores. El modo tan sublime como Edwin asume el rol de acompañante deja suficiente espacio a “Pacho” para desarrollar con amplitud esta composición. El solo de Edwin en la parte intermedia del tema está acentuado con un carácter bien definido cargado de latinidad. Entre punteos y acordes se diluye dando paso nuevamente al flugelhorn del laureado instrumentista. Considerado como uno de los más grandes trompetistas clásicos de la actualidad mundial, su participación acá es clara evidencia del alto nivel de este álbum.

Un onomatopéyico tema constituye “Choo-choo”. Edwin asume un rol enteramente jazzístico a lo Lee Ritenour en Stolen Moments (1990) acompañado por Gonzalo Micó, ambos con guitarras archtop. Más jazzístico, imposible. Y qué decir del excelente acompañamiento de otros dos insignes venezolanos, Otmaro Ruíz en el piano y Carlitos Rodríguez al bajo. El tema aún nos mantiene sin rozar lo tradicional venezolano hasta el momento pero sí con aires brasileros en “Elizabeth”. Acá no puedo evitar evocar el elemento vivencial pues uno de mis primeros encuentros con Edwin fue en un ensayo junto a una de las agrupaciones más relevantes de la música brasilera en Venezuela, Pimenteira Brasil, dirigida por Carlos “Kid Pandeiro” Rojas. El piano de Baden Goyo destaca por un solo lineal que da espacio a Andrés Rotmistrovsky con Baden punteando con acordes y el batcusión (batería y percusión) de Diego “El Negro” Álvarez, cuyo breve solo es una provocación al baile. La mandolina de 10 cuerdas de Jorge Torres completa el círculo hacia el final de la composición. Destaca en Edwin como procura embellecer la pieza dando plenitud de participación a los integrantes, haciendo él de hilo conductor, lo cual dice de su alta madurez musical que bien resume Alejandro Bruzual en sus líneas cuando expresa “Su fortaleza lo prepara a una lenta plenitud, y ahí vislumbro su llegada, entre los grandes.”

El siguiente tema, “13 con 39”, como ya había indicado, es una composición de Jorge Torres. En formato de cuarteto, destacan el contrabajo de David Carpio y el piano del excelente compositor Leonel Ruíz. La guitarra desgrana un hermoso solo, dejando a mitad de la pieza que Leonel desarrolle su discurso llevándolo a un romántico diálogo con el piano en uno de los momentos más delicados del disco. El bajo de Carpio pone la guinda.

“Lágrimas y rosas”, con un claro aire moruno, es una composición bastante dinámica que recuerda al dúo de guitarra Strunz & Farah. El ligero punto al fretless del veterano bajista Giovanni Ramírez, abre la puerta al genial pianista Víctor Mestas quien tras unas breves frases deja a Edwin a sus anchas (finalmente) para dejar a Víctor con un solo magistral del cual se desprenden también trazos caribeños. Tras el solo de Víctor nos llega el de Giovanni con una clara influencia textural de Jaco Pastorious para dejar nuevamente a Edwin con el tema y poner punto final.

La tercera tríada de este excelente álbum la conforman los temas “María Eugenia”, “Caramelito papelón” y un reprise de “Choo-choo”. El primero de estos es otro hermosísimo momento a trío con Carlos Rodríguez y Carlos “Nené” Quintero, cuyas sonoridades recuerdan a Django Reinhardt con algo de Joe Pass. El hermoso diálogo entre guitarra y bajo ligeramente puntuado por la percusión de “Nené”, resuelve con una suave línea de Edwin. El segundo, sí tiene todo ese sabor costeño venezolano y hasta huele a papelón. Andrés abre con los tambores, y es la dulzura del clarinete de Javier Pinto mezclado con la guitarra de Edwin, teniendo como base rítmica a Andrés y a David Carpio, los que nos van llevando con frescor a las diferentes instancias. El diálogo entre clarinete y guitarra es muy interesante sobre todo en los cortes que eventualmente nos llevan al piano de Edepson González quien se abre espacio con particular acentuación. Javier desarrolla las frases del clarinete hasta cederle el ´lead´ a Edwin y por supuesto David Carpio toma su turno pero en cada caso con un sentido estético lejos de abusos y pirotecnias. El clarinete retoma el tema y Andrés repite el intro casi de un modo exacto y deja que el resto resuelva hasta el final. Junto a “Elizabeth”, conforma los dos únicos temas que sobrepasan los siete minutos.

“Choo choo”, a modo de epílogo, como si se tratara de una canción de cuna, nos presenta la voz blanca de Silvana Arellano Rojas, quien nos acaricia con ternura mientras los acordes de Edwin y la mandolina de Patricia Rojas sellan con onírica dulzura el final. Este retoño de canción, en poco menos de un minuto, redondea sublimemente este loable trabajo musical en el cual Tomás Cardona, Vladimir Quintero y Darío Peñaloza son corresponsables de un sonido natural y equilibrado.

Altamente recomendable.

Leonardo Bigott