Jhoabeat
Espacio Plural, Trasnocho Cultural, Caracas
(Abril 5, 2017)
La tenue luz del Espacio Plural revelaba un perchero lleno de sombreros y gorras, una silla estilo Luis XV, una lámpara clásica sobre una mesita, una guitarra Epiphone Les Paul, dos micrófonos y al lado izquierdo un teclado y un tablet presumiblemente Apple, todo sobre una alfombra persa recreando un ambiente íntimo. Aquiles Báez y Adriana Nunes hicieron la presentación y unos minutos más tarde, Jhoangel Tovar (Jhoabeat) tomaba el escenario.
Una de las más arriesgadas propuestas musicales que haya ofrecido el ciclo de Noches de Guataca es la que nos presentó anoche Jhoabeat. Mi primer contacto con este inusual artista fue el año pasado durante un concierto de Gerry Weil. En ese entonces vivía la experiencia de lo que es el arte del beatboxing o b-boxing que es, dicho de un modo simple, percusión vocal. Aunque sus raíces están en la formación académica como guitarrista clásico, Jhoabeat ha adoptado esta forma de expresión artística como su piedra cúbica. Emulando sonidos de percusión electrónica y la rotación de discos de vinilo que emplean los Djs (scratching), además de una amplia gama de sonidos que incluyen vuelo de pájaros, viento y puertas, entre otros, Jhoabeat nos sumergió en un mundo de una rítmica fascinante, cautivadora y entretenida.
Debo admitir que mis expectativas para un concierto de esta naturaleza eran bajas, pues tenía la idea que todo podía caer en el tedio en algún momento pero Jhoangel Tovar nos pudo, a lo largo de todo el concierto, demostrar el difícil arte que ejerce manteniéndonos también entretenidos, amén de su carismática personalidad y la precisión de cada sonido vocal que emitía. Así, con un control total de su boca, lengua, labios y voz, nos llevó a través de un repertorio de 15 temas.
Bajo este concepto enraizado en la cultura del hip-hop, donde se le considera como el quinto elemento, Jhoabeat inició con “Palmeras”, “Push up”, “Gatos oliva”, “High”, “Verso terso”, un instrumental, “Nere” y 7000 Km.” Algunas de ellas con una clara temática romántica basada en anécdotas personales que con mucho entusiasmo compartió con la audiencia. En algunas de ellas se hizo de su Epiphone eléctrica para relatarnos sus historias. Produciendo sonidos a través de un micrófono que colocaba en la parte lateral y posterior de su cuello para producir sonidos lejanos y cercanos, Jhoabeat literalmente nos transportó a los lugares relatados, recreando así la sensación, en una de ellas, de una música al otro lado de una puerta. Una de la más impresionante de la noche fue “7000 Km”. compuesta para una chica alemana.
Es de resaltar que esta forma artística, como muchas otras, ha encontrado en la tecnología un aliado importante. No debe sorprender que estás técnicas vocales de reproducción sonora las encontramos además en la música rural de finales del siglo 19, pero es probable también que esta historia esté ligada al desarrollo de la voz humana a partir de la imitación de sonidos, posiblemente como un recurso de supervivencia.
El segundo set lo conformaron “Pequeña niña”, “Levanta tus manos”, un breve set electrónico, “Jhoabeat now” y “Puerto”. Tanto en éste, como el anterior, Jhoabeat empleó loopers recreando una atmósfera politonal y multitextural pero también llamó a la audiencia a participar de esta puesta artística. Así, todos en algún momento de “Jhoabeat now” respondían en coro completando con la segunda palabra del tema. Mi imaginación nunca hubiera pensado en un bis pero, casi de inmediato, la petición no se hizo esperar para que este músico de Puerto Cabello incluyera en su repertorio “Tambores”, donde remedó con precisión los tambores de San Millán.
Jhoabeat es candoroso y poseedor de un talento artístico que ya es hito en el país. Ahora, cuando está próximo a sacar su primera producción discográfica, nos ofrece un algo tan especial que debe ser vivido presencialmente y con el mismo gusto que él nos lo propone. Jhoabeat está a las puertas de algo importante si la pureza de su instrumento, la voz, se conjuga con diversos formatos dentro de variados géneros. Jhoabeat es a la voz, lo que Manuel Rangel es a las maracas y Pedro Vásquez al cello. Ellos representan ese lado de la Venezuela que todos queremos.
Leonardo Bigott (Texto y fotos)