En noviembre de 2005 cinco de los ocho miembros de la distintas formaciones de la emblemática banda caraqueña tocaron como Sentimiento Muerto por última vez
Sentimiento Muerto
Concierto en La Belle Epoque, Caracas
(Noviembre 24, 2005)
A mediados de los años 80, Caracas era una ciudad menos hostil y llena de grafitis. Dos décadas después las paredes de la ciudad solo mostraban afiches políticos y ninguno de los grafitis que identificaron aquellos años ha sobrevivido.
El corazón atravesado con las siglas SM inundó por varios años la capital, primero fungiendo como una incipiente campaña de intriga promocional y luego como elemento de identificación para una generación que tuvo en la agrupación Sentimiento Muerto una forma de expresión como nunca antes había ocurrido.
Con una trayectoria ascendente que los llevó del colegio a festivales internacionales, Sentimiento Muerto supo aprovechar un momento en que el rock venezolano entraba de nuevo en una etapa de definición, con los eternos problemas de confianza y poco apoyo económico y mediático, luego de haber vivido a comienzos de los 80 unos años de esplendor gracias a la existencia de algunos programas especializados y sobre todo de Radiodifusora Venezuela, la única emisora de radio que para entonces apoyaba la música hecha en Venezuela.
Con mucha imaginación y la ayuda de una red de allegados y seguidores, el primer gran acierto de SM fue el manejo de los mecanismos de promoción, lo que permitió que su nombre e imagen rodaran indetenibles.
Eran en sus inicios Alberto Cabello (batería), Pablo Dagnino (voz), Edgar Jiménez (guitarra eléctrica), Carlos “Cayayo” Troconis (guitarra eléctrica) y Ervin “Wincho” Schafer (bajo).
Las primeras grabaciones que rodaron de forma subterránea por el este de Caracas fueron editadas en formato casete. El primero fue grabado en abril de 1985 y el segundo justo un año después. En ellos el génesis y la esencia de su música, repleta de canciones urgentes, textos de humor social y político, así como de amor y soledad adolescente, ya marcaban diferencia.
El culto a SM se extendió por toda la ciudad y sus presentaciones en fiestas, pequeños locales y universidades atraían a cientos de jóvenes ávidos de tener una voz con la que sentirse identificados. Mezclando la estética de The Clash y The Cure con las influencias de su entorno, el grupo supo ganarse a toda una generación que hoy los venera con nostalgia.
La aparición del primer disco, El amor ya no existe (1987), producido por Fito Páez y con Jose “Pinguino” Echezuría como sustituto de Jiménez, fue el punto de inflexión que los sacó del underground y los colocó como el grupo más representativo del momento.
Cuando vivían un gran momento se publicó Sin sombra no hay luz (1989), con Sebastián Araujo en la batería. Pero los problemas no tardaron en llegar. Para el tercero y último de sus albumes, Infecto de Afecto (1991) el grupo se había reducido al trío de Dagnino, Troconis y Araujo, con Hector Castillo como bajista invitado. Desde su disolución, la leyenda se ha retroalimentado, por ello la tentación de revivir el valioso legado siempre estuvo latente.
A través de los años los homenajes no han faltado, dos de ellos conducidos por la Fundación Nuevas Bandas. En enero de 2004 de la mano de Pablo Dagnino se realizó un ambicioso espectáculo músico-teatral llamado “El último Sentimiento”, con el que se pretendía cerrar en grande el capítulo correspondiente a Sentimiento Muerto. En meses pasados algunos ex-integrantes se reunieron en Valencia durante una jornada homenaje.
Y, por fin, sin eufemismos ni remilgos, el nombre Sentimiento Muerto volvió al ruedo. De forma circunstancial, según ellos reconocían en 2005.
Las dos presentaciones del miércoles 2 y jueves 3 de noviembre de 2005 en el emblemático y recordado local Belle Epoque atrajeron a un militante ejército de seguidores, de los de entonces y de los más recientes.
La Belle Epoque a tope
Para muchos fue una sorpresa la reaparición del grupo en pleno, en un mes en el que se cumplían seis años de la muerte de Cayayo, pieza fundamental en el engranaje de SM. Los responsables de La Belle Epoque apostaron por ello y el éxito fue rotundo.
Nunca antes se había cobrado una entrada de Bs. 50.000 para entrar a dicho local, un aproximado de 19$ a la tasa de cambio paralela del momento. El precio, considerado bastante alto, era la única manera de filtrar la ingente cantidad de fanáticos que planeaban ingresar en el local de Bello Monte. Con todo, el lleno fue total. Cada asistente llevaba consigo sus recuerdos y anécdotas.
Media hora después de la medianoche comenzó el desfile de canciones insertas desde hacía años en el corazón de la mayoría presente y muchos otros que no asistieron. Pablo Dagnino al frente, rodeado de Pingüino, Wincho, Alberto Cabello y Sebastian Araujo (quienes se alternaban en la batería) y los guitarristas invitados Rubén Gutiérrez (de Gaélica) y Héctor Fierro (compañero de Dagnino en Los Pixel).
Con “Culebrón” comenzó la cadena de 26 canciones, un generoso repertorio que dejó afuera pocas de las piezas emblemáticas. Con algunas palabras introductorias de Dagnino antes de cada tema, fueron sonando “Payaso”, “Educación Anterior”, “Cabeza” y “Desgargar”.
Como una de las mejores composiciones de Cayayo fue anunciada “Infecto de Afecto” y casi sin anestesia sobrevino “Eva”. “Una mirada dice nada y dice todo” y “Sin sombra no hay luz” siguieron aumentando la temperatura, aunque ya para el momento la masa de gente y la nube de humo habían hecho su trabajo.
“Ganas”, “Nada sigue igual”, “Transparente”, “Péndulo” y “Hora Justa” prosiguieron y ya para entonces había aparecido en tarima Cangrejo (de Seguridad Nacional) con su armónica, otro de los personajes ligados a SM. El próximo tema fué “Artificial”, extraído del repertorio final de Dermis Tatú, la banda que formaron Cayayo, Araujo y Héctor Castillo. La voz principal corrió a cargo de Melchor de Trabuco Contrapunto.
Dos de las piezas más queridas, “Un agradable calor” (cantada por Héctor Fierro) y “Una extraña sensación”-mi preferida de la noche- precedieron a “No ha pasado nada”, “En mi cuarto” y a la excelente “Siete Mares”.
Todos los músicos lucían relajados, agradados por la receptividad y por la sensación de poder tocar canciones que marcaron una época y que han podido superar la prueba del tiempo.
Es verdaderamente difícil que una banda haya podido trascender de la forma en que Sentimiento Muerto lo ha hecho. Es un fenómeno cuya importancia crece con los años, aunque, bueno es decirlo, hay un gran componente nostálgico orbitando sobre cada uno de estos celebrados encuentros.
Tres temas más, “Un tono”, “Resiste” y “El Sistema” fueron interpretados, antes de retirarse por primera vez.
El regreso trajo el trío final de canciones: “Estampida”, “Miraflores” y la infaltable “Manos Frías”.
Hablamos con los protagonistas
Alberto Cabello: “Me he sentido muy feliz y emocionado de poder volver a tocar estas canciones. En “El Ultimo Sentimiento”, en enero del 2004, habíamos hecho un set de 12 canciones para la obra que había concebido Pablo. Pero esta vez surgió de manera espontánea tras la oferta que nos hizo la Belle Epoque.
Nos pareció coherente, aunque pasó como un año para poder concretar la reunión, ya que uno de los miembros (Pingüino) vive en Canadá. Tratamos de manejarlo de bajo perfil, sin darle demasiada pompa y por eso nos pareció adecuado presentarnos en este local que es uno de los pocos que apoya el rock.
Me siento muy bien de que se haya reencontrado esta familia rockanrolera que siempre existió alrededor del grupo”.
Sebastián Araujo: “La verdad es que nos había quedado la deuda con las canciones, luego de tantos años dedicados a otros proyectos y en los que hemos evolucionado. Los años nos han hecho bien, los temas salen mejor y disfrutamos mucho tocándolos.
Con más tiempo incluso podríamos realizarle algunos arreglos a canciones que los necesitan. Esto ha fluido muy bien, sin demasiados preparativos. Aunque podríamos repetir esta experiencia 2 o 3 veces más, no veo al grupo funcionando de manera estable porque no es la idea ni creo que esté en la mente de ninguno de nosotros.
Cuando vivía Cayayo se planteó, pero no hubo tiempo. Estamos claros que hay un componente nostálgico en todo esto que es inevitable y hasta agradable”.
Wincho Schafer: “Estoy muy contento. Estuvimos ensayando las últimas cuatro semanas sin parar, luego de que se concretara la posibilidad de tocar en vivo. No esperaba esta respuesta. Asistieron unos nostálgicos que le arrancaban el micrófono a Pablo y gritaban “¡Venezuela!”.
Movimos muchas emociones, incluso algunos se ponen hasta chauvinistas hablando de SM como lo mejor que ha dado el país. Todos tenemos nuestros propios proyectos, así que no se si esto lo volvamos a repetir”.
Pablo Dagnino: “Sentimiento representa un buen pedazo de nuestras vidas, así que siempre me siento muy bien cuando me acerco a su música. Es el reencuentro con una época muy importante. En principio no nos veo haciendo esto de nuevo en otro lugar, por eso esto de hoy ha sido único, aunque no cerraremos las posibilidades si las condiciones se dan favorablemente. No queremos mentirle al público, no es una prioridad dedicarnos a SM”.
Rubén Gutiérrez (guitarrista invitado): “Esto ha sido una reunión de panas como hace 15 años. No había que tener expectativas, sino dedicarse a disfrutar”.
Pingüino: “Ha sido un placer para mi venir a Caracas para participar en esta reunión de SM. Llevábamos meses planeándolo y finalmente se dio. Bajé del avión directamente a la sala de ensayo y de verdad que ha merecido la pena. Este sitio es muy cálido y la gente que vino ha respondido muy bien.
Estos dos conciertos han servido para recomenzar una relación entre todos. Cayayo debe estar contento allá arriba”.
Juan Carlos Ballesta