Inicio Ahi estuvimos Sun Araw: ritmos y sonidos cubistas

Sun Araw: ritmos y sonidos cubistas

Sun Araw

Sun Araw + Anthonius

Sala O, Madrid

Ciclo 100% Psych / Son Estrella Galicia

(Febrero 20, 2019)

 

En el vasto espectro musical del planeta hay espacio para todo. Igualmente, hay oídos y mentes curiosas que asisten a un concierto como el del proyecto texano Sun Araw, cuya música es un coctel de difícil categorización (y digestión) y que requiere una preparación previa.

Sun Araw es el proyecto surgido de la mente de Cameron Stallones (teclado, samples, guitarra procesada y voz ocasional), quien en tiempos recientes ha estado tocando en formato trío. Se presentó con sus cómplices de faena, M. Riordan en los teclados y J. Leiland en los V-Drums (popular batería electrónica fabricada por la casa japonesa Roland), la tumbadora y percusión menor.

El concierto duró una hora y desde el primer minuto se produjo una especie de lucha invisible entre la cacofonía y la melodía, entre la síncopa y la cuadratura rítmica, entre lo ensayado y lo improvisado, entre el ying y el yang. Fue una hora de reto continuo a la audiencia -afortunadamente sentada- e incluso entre ellos mismos, que se miraban de reojo para no caer en algún abismo insondable durante uno de los muchos momentos rítmicamente imposibles.

Los sonidos de los teclados y la programación de los V-Drums fue generalmente de timbre agudo y a veces chirriante, en ciertos momentos emulando un steel band. La propuesta es un coctel de estética cubista en el que cabe de todo: dub, calipso, synth pop, jazz mutante, psicodelia y más. Quizá en algunos momentos desfiló el recuerdo de esa agrupación enigmática y musicalmente inclasificable: The Residents. Y aunque no usaron ojos gigantes tapándoles sus cabezas, es como si se hubieran metido dentro de una burbuja. Solo al final se dirigieron al público anunciando que era el último tema y agradeciendo. Un aditamento importante habría sido el uso de visuales.

Sun Araw estrenó algunos temas y tocó otros incluidos en trabajos recientes como The Saddle of the Increate (2017) o Hot Tub in Tallinn (2018). A decir verdad, es uno de esos conciertos que te dejan pensando, reflexionando si te gustó o no. Probablemente el enigma nunca lo resolvamos del todo.

Anthonius: una apertura de lujo

La noche fue abierta por el set de media hora de Antonio Chávez, un músico de jazz que decidió dar el salto hacia la producción de música electrónica con el pseudónimo de Anthonius.

Fue para nosotros un estupendo descubrimiento. Anthonius trabaja con herramientas clásicas nacidas en los años 80 -sin ayuda de ordenadores-, con el icónico y resucitado teclado Roland Jx-3P, el sampler Boss 303 y los sonidos del legendario Rhythm Composer Roland TR-808 a través de un Akai mpc.

Anthonius preparó un set continuo que bien podría ser parte del sello Warp en los 90. Con un constante movimiento pendular de su cuerpo -su baile particular- y mucha seriedad, fue construyendo la telaraña de sonoridades y ritmos con ciertos ecos caribeños, ramalazos del primerizo techno de Detroit de Model 500 y Cybotron, y sobre todo de proyectos IDM de los 90 como Sun Electric, Biosphere, Higher Intelligence Agency, The Future Sound of London, Black Dog o B12, entre otros. El resultado final fue un show envolvente que nos devolvió a la electrónica más orgánica, la que se va construyendo en tiempo real.

Fue un acierto haber escogido a Chávez para abrir una noche que luego se volvería hermética.

Juan Carlos Ballesta (Texto y fotos)