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Eno: cinco décadas de música introspectiva y reflexiva

Brian Eno

Brian Eno

Reflection

Warp. 2017. Inglaterra

 

Brian Peter George St. John Le Baptiste De La Salle Eno representa uno de los episodios más fascinantes de la música. Multifacético sería una burda palabra para definir los múltiples talentos y el lugar que ocupa en la historia del ambient, el rock, el pop y la música electrónica. Artista visual, cantante, compositor, productor, docente, conferencista, conceptualista y una fuente inagotable de sonidos que pululan como miles de bolitas del loto que se van armando aleatoriamente para plasmar desde lo teórico a lo práctico ambientes sonoros capaces de deglutir al oyente más experimentado, Eno es una constante musical innovadora, aunque autoproclamado no músico, modesta declaración que resume en cinco décadas de sorprendentes trabajos solistas y en colaboraciones con legendarios vanguardistas como David Byrne, David Bowie, Harold Budd, John Cale, Jon Hassell, Laraaji, Laurie Anderson, Jah Wobble, Daniel Lanois, Karl Hyde y Robert Fripp, entre otros.

El 1 de enero de este año Eno editó Reflections, una obra que encaja en su serie de “ambient music” y que representa su vigésima sexta obra solista. Nos retrotrae a aquel álbum de 1985 titulado Thursday Afternoon que conformaba una sola pieza. El trabajo que hoy nos ocupa tiene una versión de lo que Eno llama música generativa, término que intenta explicar una música creada por un sistema y que nunca se repite. Se hace necesario complementar la experiencia aural de este trabajo con otros conceptos como el de arte sonoro, música electroacústica y ambient music para ir entendiendo de donde surge buena parte del imaginario de Eno, donde el concepto de espacio juega un papel importantísimo en la serie antes mencionada. También es importante entender un poco el aspecto psicológico-sonoro de sus trabajos.

De la larga y ecléctica carrera de Eno, no puedo pasar por alto su iniciática estancia como ejecutante del sintetizador con una de las pioneras del glam-rock, Roxy Music, su trabajo como productor de U2, Coldplay, Devo, Grace Jones, Laurie Anderson, Ultravox, Talking Heads (con cuyo líder, David Byrne publicó el relevante My Life in the Bush of Ghosts en 1981 y más recientemente Everything That Happens Will Happen Today en 2008). Ni debo dejar de citar su seminal Here Comes the Warm Jets (1973) y el estruendoso solo de Fripp en “Baby’s on Fire” donde “Juanita y Juan son muy hábiles con las maracas”. Con Fripp posee dos trabajos capitales de la experimentación electrónica y atmosférica, No pussyfooting (1973) y Evening Star (1975). Su obra requiere una edición especial, por decir menos.

La reflexión de Eno inicia con sonidos que semejan campanas y pájaros sustentados por OM a una frecuencia convencional (440) oscilando entre do y sol, según mi basculante afinador Korg. Por razones prácticas y personales, he subdividido mi descripción en intervalos de diez minutos. Sobre éstos, el tema inicial repite con variaciones durante ese lapso. El espacio es amplio y Eno sostiene una de las notas agregando uno que otro sonido a los que permite un tiempo prolongado, digamos más bien vibratorio, y que siempre han estado bien definido en el lenguaje del autor.

Hacia el minuto doce brota un silbido que se desvanece en esa extraña sensación de vaciedad. Ciertamente Eno nos invita a reflexionar mientras flotamos sin asideros. Desde el minuto dieciséis pueden escucharse pájaros en la lejanía. Hacia el minuto veinte se incorpora otro sonido. Subjetivamente hablando, toda la obra genera un estado de calma que sugiere o evoca elementos budistas, por establecer un referente, que invitan a la meditación o como bien expresa el título a la reflexión. La incorporación del elemento vibratorio nos sumerge aún más en el reflexivo instante. En el minuto treinta emerge otro sonido por encima del resto que Eno no sostiene por mucho tiempo. La obra, aparentemente lineal, procura en su altura un elemento minimalista. Al final, todo se desvanece entre silbidos y campanas pero siempre con amplio espacio, sin apuros.

En sus 54 minutos de reflexión, el legendario mago de los sonidos, quien ha compartido sus enosificaciones con artistas como Genesis, logra un discurso sónico uniforme que también nos recuerda a su grabación Apollo de 1983 y aún más a las remotas y paradigmáticas Discreet Music (1975), Cluster & Eno (1977), Ambient 1: Music For Airports (1978) y Music For Films (1978), que marcaron el inicio de esta serie que le ha hecho el referente más importante en el género durante poco más de 40 años.

Brian Eno es, sin duda, un artista sonoro indispensable, término que le viene como anillo al dedo a este gran artista que tanto ha aportado para expandir lo que solemos llamar música.

Leonardo Bigott