Inicio Ahi estuvimos Las hipnóticas murallas sonoras de Slowdive cautivando Toronto (Nov 10, 2017)

Las hipnóticas murallas sonoras de Slowdive cautivando Toronto (Nov 10, 2017)

Slowdive
Foto: @JasonFitzzz

Slowdive

Massey Hall, Toronto, Canada

(Noviembre 10, 2017)

 

Por segunda vez en seis meses los miembros de Slowdive pisaron un escenario en la ciudad de Toronto. Justo en mayo pasado habían tocado en el Danforth Music Hall el mismo día que salía a la venta su más reciente trabajo de larga duración, titulado igualmente Slowdive, que se ha venido consolidando como uno de los discos del año.

Una clara señal de cómo ha subido la inesperada «popularidad» de la banda en este 2017 es lo rápido que se han ido graduando en cuanto a la capacidad de los locales en que se presentan. Massey Hall es un teatro legendario, con más de 100 años de historia, por donde han pasado los más importantes artistas de todo tipo de géneros, con una capacidad (actual) de 2.750 butacas. Con el patio lleno y algunos claros en los dos niveles de balcón hacia arriba, la audiencia del 10 Noviembre era un salto significativo desde aquel lejano 21 de Mayo de 1994, cuando se presentaron en la minúscula tarima de Lee’s Palace -un legendario local de la escena nocturna de Toronto- ante un lleno de unas 600 personas en lo que fue la última presentación en vivo de la banda antes de su eventual disolución unos meses después, tras la salida del álbum Pygmalion, a comienzos de 1995.

Si bien la banda «regresó» en el 2014, primero en la edición del Primavera Sound de ese año y luego en otros festivales durante el 2015 y 2016 -además de algunas cortas giras- 2017 ha sido el año de mayor exposición de la agrupación, aprovechando el gran recibimiento de su álbum homónimo editado en mayo pasado (el primer disco en más de 20 años). Slowdive ha recorrido medio mundo en lo que va de 2017: han tocado en Asia, en Europa, en Norteamérica y hasta pisaron tierras sudamericanas en mayo en un breve tour por la región (pasando por Buenos Aires, Sao Paulo, Santiago y Lima).

Es definitivamente un camino poco ortodoxo el de Slowdive. Editaron tres discos (además de algunos EPs) entre 1989 y 1995 cuando los integrantes «maduraron» entre los 18 y 24 años de edad. En plena época de oro del furor por el britpop la banda se disuelve por la falta de interés de público y crítica (también se dice que la disquera quería editar algo más en línea con el britpop del momento). Hacemos «fast-forward» hasta 2017 y ahora los integrantes de Slowdive están más cerca (en edad) de los 50 que de los 40 (Neil Halstead acaba de cumplir 47 y Rachel Goswell 46), y los discos que fueron rechazados hace 20 años ahora son considerados «clásicos». En fin… ¡al menos tarde que nunca!

Pero no todo es nostalgia por los 90, como demostraron Neil Halstead (guitarras, voz), Rachel Goswell (voz, teclado y guitarras), Simon Scott (batería, percusión electrónica), Nick Chaplin (bajo) y Christian Savill (guitarras), el pasado 10 de noviembre en la tarima de Massey Hall, interpretando un set balanceado -y claramente solidificado con los frecuentes conciertos de este año- entre «clásicos» y temas del disco nuevo.

Abriendo el concierto de la misma forma que el nuevo álbum, el tema «Slomo» pareció hipnotizar al público, lo que instó a Goswell a hacer uno de los pocos comentarios que le escuchamos en toda la noche… justo al terminar la pieza agradece al público su presencia y comenta que se siente algo raro verlos a todos sentados. El comentario bastó para que a los primeros acordes de «Slowdive» el público que llenaba el patio del teatro se pusiera de pie, permaneciendo así por el resto de la noche (por cierto «Slowdive» es una vieja pieza editada en 1990, si…está claro que la cosa confunde: el nombre de grupo, el EP de 1990, la primera pieza de ese EP y el LP del 2017 usan la misma palabra como título).

Foto: @JasonFitzzz
Slowdive
Foto: Riley Taylor para exclaim.com

Con Neil Halstead en el extremo derecho de la tarima (justo enfrente de donde estábamos ubicados), Nick Chaplin en el centro (enfrente de la batería de Simon Scott), Rachel Goswell hacia el costado izquierdo (moviéndose entre un teclado Roland y sus guitarras) y Christian Savill en el extremo izquierdo (al lado de Goswell), la banda acometió un completo y bien pensado recorrido por los puntos más significativos de su catálogo discográfico: temas editados en EPs (como el mencionado “Slowdive” o “Avalyn”), temas del primer LP, Just for a Day (“Catch The Breeze”), temas de Souvlaki (“Souvlaki Space Station”, “When the Sun Hits”, “Alison”), temas de Pygmalion (“Crazy for You”, “Blue Skied an’ Clear”) y un foco especial en el trabajo más reciente (la mencionada “Slomo”, “Star Roving”, “No Longer Making Time”, “Sugar for the Pill”).

El sonido era apabullante pero sin aturdir, con los clímax sonoros de una densidad impresionante pero al mismo tiempo una claridad que permitía distinguir detalles, como las precisas líneas de bajo tocadas por Chaplin, inmersas en las paredes de guitarras que subían y bajaban de forma magistral, con Halstead y Savill piloteando sus pedales con absoluto control de las dinámicas.

Pocos comentarios de los músicos, apenas se atrevió Halstead a agradecer al público al notar a todo el mundo de pie al final de la segunda pieza y un par de comentarios adicionales de Goswell, incluyendo una anécdota comparando la última vez que habían cruzado la frontera entre Estados Unidos y Canadá en 1994 cuando el autobús de la banda había sido inspeccionado por perros que olfatearon todo y el contraste con 2017: en esta ocasión el oficial de inmigración le había mostrado a Goswell que la conocía por su página de Wikipedia.

A lo largo del set el show visual amplificaba el “look” hipnótico con proyecciones de corte psicodélico envolviendo a la banda en medio de imágenes abstractas que cambiaban de forma orgánica, acentuadas en los momentos claves por luces estroboscópicas que reforzaban de manera efectiva lo que ocurría en el plano sonoro.

Hay que destacar que piezas nuevas como “Star Roving” o “Sugar for the Pill” están destinadas a convertirse en nuevos «clásicos»: el público se nota que ya está familiarizado con este disco reciente pues la recepción a estas dos piezas en particular es tremendamente entusiasta. Justo al terminar la interpretación de “Sugar for the Pill” (con visuales de píldoras girando en el espacio) el acostumbrado «falso» final es anunciado por Goswell, indicando que van a tocar la última pieza… se trata del ya legendario cover que suelen hacer de “Golden Hair” (la pieza de Syd Barret) que empieza lentamente con Goswell en la voz principal. Luego de cantar su parte, Goswell se retira discretamente del escenario y el resto de la banda acomete el final de forma instrumental, subiendo el volumen a 11 con gruesas capas de guitarra -en plan «post-rock» total- que evoca por momentos a bandas como Sigur Ros o Godspeed You! Black Emperor, en una especie de feedback sonoro y conceptual que nos recuerda porque Slowdive y su sonido shoegaze sigue tan vigente hoy en día junto a algunas de las bandas que los tomaron como referencia.

Slowdive
Foto: Tom Bedham
Slowdive
Foto: Jason Stevenson
Slowdive
Foto: Jason Stevenson

Con los músicos fuera del escenario, la sala permanece a oscuras y los roadies afinan y reubican guitarras en la penumbra, señas claras que podemos esperar el acostumbrado «encore», que en este día incluye un tema del disco nuevo (“Don’t Know Why”) y dos piezas más de Souvlaki: “Dagger” (uno de esos momentos mágicos en los que Halstead y Goswell combinan su voces y que por momentos llega a ser coreada por algunos en la audiencia: I thought I heard you whisper… It happens all the time…) y un final -ahora sí definitivo- con “40 Days”, donde la banda exprime los últimos kilovatios de electricidad de forma absolutamente explosiva.

Ahora si se encienden del todo las luces de la sala, señal inequívoca que el asunto se acabó y no nos queda otra que salir del teatro caminando hacia la fría noche de Toronto, en dirección hacia el subway y esperando que estos momentos se sigan repitiendo.

Gabriel Pérez