El músico y compositor venezolano, lider de la banda Los Paranoias, emprende una nueva etapa con su proyecto solista en medio de una dificil realidad
Comenzaba el nuevo siglo y el rock venezolano, una vez más, se encontraba en un período incierto afectado por la incertidumbre de un inédito proceso político matizado por la polémica. Los cuatro primeros años fueron rudos: elecciones, marchas, contramarchas, golpes, contragolpes, renuncias anunciadas que no fueron, presidente autoproclamado por dos días, regresos, paros, control de cambio, despidos masivos, firmas, referendos, listas negras…
En medio de esa situación nacieron Los Paranoias en 2001, inicialmente un trío conformado por Luis Irán (guitarra, voz y compositor principal), Carlos Da Palma (bajo, coros) y David de Oliveira (batería), con un nombre inspirado por un cortísimo tema inédito de The Beatles.
Quince años después, Irán se reinventa para renacer. Es la metamorfosis necesaria.
Juan Carlos Ballesta
Con influencias británicas de ayer (Beatles, Kinks…) y de tiempos recientes (Oasis, The Libertines…), el grupo debutó con el demo Demente (2002) y ese mismo año lanzan de forma limitada una producción de presentación artesanal llamada Aaah! Estos son Los Paranoias (2002) que tres años después fue reeditado con un empaque apto para las discotiendas.
Para el momento de lanzar el siguiente álbum, Hey!, Donde están Los Paranoias? (2006), el baterista era Derwin Colls, y ya el grupo había compartido tarima con Jethro Tull en el show de 2005 en el Teresa Carreño.
Fue el momento a partir del cual la banda comienza a consolidarse como una de las más representativas del nuevo rock caraqueño, cosa que reafirman con Leslie Sessions (2008) y especialmente con el siguiente trabajo, Aquí fue (2009), en el cual se transformaron en cuarteto con la entrada de Iván Gòzon (guitarra).
Durante ese período se presentan en el Festival Movistar Música, antes de REM y Travis. Yunior Lobo era para entonces el tercer baterista, el cual se mantuvo hasta el siguiente y último disco, Que se activen las alarmas (2013), en el que Los Paranoias de nuevo se convirtieron en trío con la salida de Gòzon.
Luis Irán, líder guitarrista, vocalista y compositor de casi todos los temas, regó, alimentó y sostuvo a Los Paranoias hasta donde pudo. La partida de Da Palma lejos de Venezuela resquebrajó la idea de agrupación y mientras Luis meditaba sobre el futuro del grupo, su realidad también cambió y las nuevas canciones fueron surgiendo con otra idea en mente.
Seguir con Los Paranoias sin su hermano dejaba de tener sentido. Por ello, el puñado de composiciones hizo que naciera su proyecto solista, que en realidad es un flexible modelo que puede funcionar como grupo con un cambiante número de integrantes.
El primer resultado es el disco La Metamorfosis, un sólido y muy honesto trabajo grabado con mucho esfuerzo en medio de la inflación, problemas aún más graves que los de principio de siglo y la partida de otros músicos participantes.
Desde su showcase el pasado 2 de marzo, comenzó una intensa agenda de presentaciones que incluye el Concierto Ladosis #40, locales en Caracas y otras ciudades. Mientras, Irán dará comienzo al Ciclo Música en La Terraza este 23 de junio.

Luis se sincera y nos habla sobre su nueva etapa.
¿Cómo fue el proceso tras el cese de Los Paranoias?
El último disco de Los Paranoias lo grabamos en 2012 y lo lanzamos en 2013. Hicimos una gira en medio de la locura de la muerte de Chávez y las nuevas elecciones. La mitad de la gira que teníamos negociada se cayó. Para una banda autofinanciada, que tenía algunas ayudas puntuales de algunos patrocinantes, la cosa no era fácil.
Mi hermano no estaba cómodo con su vida y decide irse a hacer un curso de tres meses a Londres, y ya van casi tres años porque le está yendo bien. Yo sentí que no era muy honesto seguir con Los Paranoias sino estaba mi hermano como parte del proyecto, a pesar de que yo había crecido desde el principio con la banda y era parte importante de mi vida.
Tuve la sensación de que había llegado el momento de dar un cambio y esa situación aceleró la decisión.
¿Tenías ya canciones listas para un nuevo proyecto?
Todo se juntó. Las nuevas realidades me hicieron componer de forma distinta. Tener un hijo me cambió muchas perspectivas y las temáticas que me salía escribir eran distintas, no cabían tanto en Los Paranoias. Hay cosas que dejaron de importarme y otras pasaron a ser muy relevantes. Además, ya no me apetecía tanto seguir cantando ciertas canciones del grupo.
¿La canción “Maiquetía” tiene que ver con tu hermano?
Sí, claro que tiene que ver con él. Pero al mismo tiempo es un tema que viene rondándome desde hace muchos años. Ocurre que yo estudiaba en un colegio de muchos portugueses llamado Santa Isabel en Los Palos Grandes y cuando el Caracazo (1989) la gran mayoría de los negocios de los papás de mis amigos los saquearon y luego de eso el 70% de ellos se fue, lo que representó una pérdida muy grande para mí.
Desde entonces se han ido muchos amigos más y ya no me queda ninguno de los principales de antes. Este acelerón reciente lo que ha hecho es acrecentar esa sensación de abandono, no con uno, sino con el país. Sentir que uno está con personas que no sabes si se van a ir es horrible. Por eso hay una parte de la letra que dice “dime si te vas mañana”.
¿A partir de qué momento empiezas a armar el nuevo proyecto?
Ya con varias canciones compuestas, empiezo a armar la banda que me acompañaría en la grabación y posteriores shows en vivo. La ida de mi hermano ya me había puesto sensible y a rondar el tema en la cabeza. Entonces el baterista con el que estaba montando los temas (Óscar Pérez) me dice que se va en dos semanas a Panamá. Antes que se fuera grabé cuatro temas con él y uno de ellos fue justamente “Maiquetía”, tema que me hizo conectar con mucha gente.
Redes sociales como Facebook son el termómetro más dramático sobre esta sangría de venezolanos hacia cualquier país. Calculo que el 30% o quizá más de mis “amigos” de FB ya no están en Venezuela
Esa es una cifra real. Es un proceso diario. No es criticable que la gente se vaya, más bien es admirable porque hay que echarle pichón a levantarse de nuevo en un lugar que no conoces bien y en el que nadie te está llamando. Como tampoco es criticable quedarse, con las dificultades que ya conocemos.
¿En medio de las dificultades del país ampliamente conocidas y la redefinición de muchos aspectos de la industria discográfica, estaba en tus planes solo grabar canciones y lanzar el disco digitalmente o también en físico?
Mucha gente me pregunta en las redes si voy a editar el disco en físico y la verdad es que con los precios actuales no puedo comprometerme con la gente a dar fechas. Entiendo el valor que tiene un disco físico para cualquier coleccionista como nosotros, el ritual que significa abrirlo, leer los créditos, colocarlo…yo añoro eso, pero también debo darle gracias a que existe la plataforma digital, porque sin la existencia de internet no podríamos hacer nada. En el momento que venga el físico lo anunciaré con bombos y platillos.
De cualquier manera, no es difícil imaginar que ya solo el proceso de grabación es sumamente costoso y complicado
El tema de las horas de grabación tiene que ver con varias cosas, entre ellos los costos. El discó lo grabé en 2015 un año en el que la inflación acelerada hacía que de mes a mes las horas de estudio aumentaran de precio. Todo lo pagué con los ahorros de años de trabajo. Pero además del aspecto económico, está el del manejo del tiempo.
Cada vez hay menos estudios en Caracas y los que quedan están ahora más copados, de modo que las pautas se fueron complicando y de manera natural distanciándose unas de otras.
Entonces para hacer pequeñas cosas en una sesión de media hora, había que esperar dos semanas. Eso me fue desesperando. Antes pasaban 4 meses para todo el proceso, incluyendo tener el disco en la mano y este disco me llevó todo un año, sin siquiera fabricarlo.
Grabar un disco en Venezuela es casi una labor filantrópica ya que todo es cuesta arriba y no hay garantías de retorno de inversión ¿Cómo hiciste para coordinar a todos los músicos involucrados?
Sin duda es una hazaña. Sin racionalizarlo mucho, en mi caso no pude evitar hacerlo, era algo que tenía que terminar una vez empezado. Me metí en eso y aunque en el camino siempre me decía que no iba a poder costearlo completo, al mismo tiempo me presionaba para seguir. Fue un acto de amor con las canciones. Fue muy complicado sincronizar las agendas de los músicos. Si bien todos le pusieron un mundo, el tiempo de cada quien que es algo muy valioso.
Esa filantropía ha permitido que el rock y otros géneros musicales hayan crecido, que el catálogo musical y con ello el acervo cultural se haya ampliado. Ha ayudado que ya no es necesario editar un disco físico, porque si no, no tendría sentido invertir en una grabación.
Gran parte de lo que se ha hecho en los últimos tiempos es con esa vena filantrópica, no se ha pensado en el retorno de la inversión económica sino en el legado y en tener una carta de presentación.
¿Has pensado en la figura del crowd funding?
No me sentía cómodo ni tampoco seguro en el proceso de recaudación y posterior utilización sin que la inflación afectara. Sé que Octavio Suñé lo utilizó, también La Pía Páez, Liana Malva…
¿Además del tema que inspiró “Maiquetía”, que otras cosas orbitaron sobre ti para componer las canciones? ¿Cuál es tu aspiración con La Metamorfosis?
La inspiración principal parte del hecho de formar familia, de hacerme consciente de que mi familia está creciendo. Ese es el hilo conductor de buena parte de las canciones. No es que hable en ellas de “la familia” sino que es el espíritu general del disco. Por ejemplo, “La fauna, la familia y la convivencia” habla de un bicho que se metió a la cocina y mi nuevo rol.
Antes era mi papá el que se entraba a escobazos con un rabipelao, pero esta vez me tocó sacar una chicharra bien fea cuando noto que Lucas y Jelena estaban mirándome y eso me hizo pensar “¡guaooo… me toca es a mí!”.
Fue como una epifanía en ese momento, más allá del bicho, es lo que significó. De ahí se desprenden otras canciones como “Dragones y ranas” que tiene que ver con mi hijo y su fascinación por los dinosaurios y la adicción a una rana de trapo sin la que no puede vivir.
No fue mi intención pero me di cuenta que fue como una Polaroid, una instantánea. Siempre me inspiran cosas de mi entorno, hasta nombré a un microondas.

¿Cómo ves tu futuro cercano como cantautor?
No tengo ni idea. Pero si sé que estoy trabajando en pro de que esto crezca. Estoy consciente de las dificultades de mi país y de que hay que trabajar más. Esto es una pasión y la dejo fluir.
Hace muchos años Juan Carlos Pérez Soto cuando escuchó mis canciones me dijo “tienes que llevar tus canciones a su máxima consecuencia”. Hasta ahora he hecho todo lo que ha estado en mis manos para que se grabaran lo mejor posible, las toqué de la mejor manera posible y con la mejor gente. Ahora me toca en el futuro hacer más cosas.
¿Has compuesto nuevas canciones? Hay músicos después de un disco que se toman un tiempo para volver a componer.
A mí me pasa, pero no ahora. Tengo unas cuantas canciones más. El proceso de este disco me activó mucho. Ya estoy emocionado con el momento de “entrompar” esas canciones, que no las veo como simples demos.
¿Qué tanta presencia darás en esta etapa a las canciones de Los Paranoias? ¿Concientizas que las nuevas suenen diferentes de aquellas?
En los primeros shows, antes de lanzar el disco, incluí canciones de Los Paranoias principalmente porque aun no tenía suficientes temas nuevos. Por un tiempo estaba algo preocupado con que sonaran distintas y llegué a bloquearme un poco, pero enseguida me di cuenta que debía dejar que fluyeran, que fuera sincero.
Pero sí hicimos la grabación y las mezclas de forma distinta. Tengo que agradecerle mucho a Ricardo Martínez que produjo el disco conmigo que mientras yo grababa estuviera pensando cómo darle la vuelta a los detalles.
¿Durante este proceso que has estado escuchando? ¿Hay algo que te haya servido de motivación?
Yo nunca he sido mucho de jazz, pero descubrí a Charlie Christian y se me voló el cerebro. Son nuevos descubrimientos que me hacen caminar hacia otro lado. Me reencontré con Jorge Ben. Me gusta cierto rocanrol nuevo con raíces, como The Arcs, la nueva banda de Dan Auberbach de The Black Keys. También me gusta Darondo, ya fallecido. Me están atrapando muchas cosas nuevas como Tobias Jesso Jr, Mac Demarco, aunque ya no me aprendo los discos como cuando era chamo.
¿Qué destacarías del trabajo de los grupos venezolanos?
Yo me he hecho cada vez más fan de los Limpiacabezales. Claudio es un genio y no lo sabe, hace un rock de autor buenísimo. Hay cosas que me pegan en el estómago y me digo “porqué no compuse yo eso”. En vivo tienen muchísima fuerza.
He sido siempre fanático de Tomates Fritos y el nuevo disco es increíble. Lo grabaron también en Remoto Estudios y les cedí un inciso de 10 días en medio de mi grabación. Las ideas que traen los sacan completamente de su zona de confort. Una gran sorpresa incluso para sus fans más acérrimos.
José Ignacio Benítez (Domingo en Llamas) es un referente, lo admiro y respeto muchísimo. Me gustan Jorge Herrera, José y el Toro, Panzer. El disco debut de Violenta Josefina me encantó. Estoy muy feliz con Okills en México.
¿Por qué decidiste mirar hacia atrás para la realización de tus videos?
Maiquetía antes tenía otra connotación. Era para vacaciones o recibir visitas y cuando uno pisaba el aeropuerto era con alegría. Por eso quise acudir a las escenas de la película “Adiós Miami” que representa aquella época de abundancia pero también el comienzo de nuestros males. Para “Clavos” también decidí inspirarme en viejas escenas de programas de TV que forman parte de nuestra memoria histórica.
Café en mano, apagamos la grabadora, seguimos hablando de música, de nuestro futuro y de cómo cambiar el mundo empezando por Venezuela.