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Travellin’ Brothers: los embajadores de Tennessee en España

Travellin Brothers

Qué duda cabe de la influencia que la música del sur de Estados Unidos ha ejercido en todo el planeta. El blues, soul, rock sureño, country rock, funk, cajun, zideco, bluegrass, góspel, swing, son géneros que han seducido a incontables músicos en cada rincón del mundo y que son la fuente de la que beben los «hermanos viajeros». Ciudades como Nashville, Memphis, Nueva Orleans, son capitales musicales que han protagonizado grandes momentos y capítulos de la música de nuestro tiempo y que cobijan estudios de sonido por los que han pasado nombres inmortales. Desde hace 15 años los Travellin’ Brothers se han erigido como embajadores de aquellas ciudades en Bilbao y toda España.

Su fantástico octavo disco, 13th Avenue South, es la consecución de varios sueños.

Juan Carlos Ballesta

 

Travellin’ Brothers es un grupo de esos que no defraudan. Son como un todo terreno, que jamás te decepciona ni te deja varado. Su razón de ser son los directos, es decir, su público. Su entrega total se nota. Lo han trabajado desde 2003 cuando se comportaban como un tren sin frenos. Han crecido como músicos. Tras de sí hay 8 discos y 1000 conciertos, cifras envidiables que solo pueden surgir de unos músicos dedicados que aman su trabajo y que desde su epicentro en Bilbao apuntan hacia el mundo. Aún tienen mucha geografía por recorrer y eso es un acicate para seguir.

La banda funciona como una familia, no solo por el nexo consaguíneo de la mitad de ellos sino por la filosofía de trabajo a la usanza de muchos grupos de los 60 y 70. Son ellos los hermanos Aitor (guitarras eléctrica y acústica) y Eneko Cañibano (bajo), su primo Jon Careaga (voz principal), Isi Redondo (batería), Alain Sancho (saxos soprano, tenor y barítono) y Mikel Azpiroz (teclados).

Reminiscencias a grupos emblemáticos del rock sureño con conformaciones familiares como Credence Clearwater Revival de los hermanos Fogerty, The Allman Brothers o Kings of Leon de los Followill, orbitan en sus canciones, pero también nombres claves del blues rock como Stevie Ray Vaughan, Taj Mahall, Canned Heat y otros muchos…

El nuevo disco es una joya. Fue grabado en los estudios Alex The Great Recording en Nashville, bajo la producción de su fundador Brad Jones, con participaciones especiales como las del vocalista Earl Thomas, el guitarrista Alex Schultz, la corista Etta Britt, el acordeonista Steve Conn, el trompetista Jamison Sevits, el trombonista Josh Scalf y el propio Jones en el arpa. El aroma sureño es evidente.

Como parte del proceso de promoción de 13th Avenue South, lanzado el pasado 23 de febrero, Jon y Aitor se acercaron a Madrid unos día antes de su presentación en Sala Clamores, la cual forma parte de este nuevo tour que los acercará por muchas ciudades españolas y varios países.

Travellin Brothers Travellin BrothersCon ellos sostuvimos una agradable conversación en un acogedor ático cerca de la Gran Vía.

Lo relativo a este nuevo disco pareciera un sueño hecho realidad, por ejemplo la grabación en Nashville. Es como la piedra angular de toda una trayectoria. ¿Cómo llegaron a eso y cómo fue el proceso?

Aitor: Este año se cumplen muchas cifras importantes para la banda. Son quince años, ocho discos y con la gira de presentación de este disco llegaremos al concierto número mil. Es como el cierre de un ciclo. Las canciones que habíamos compuesto pensábamos que tenían una calidad importante y que nos habían quedado muy bien. Hay que tener en cuenta que son muchos años de gira y creíamos que habíamos pulido nuestro sonido y estábamos en el mejor momento de nuestra carrera. Entonces, por ese lado musical nos apetecía mucho ir a grabar a la cuna de la música que nosotros amamos y tratamos de interpretar, de la que nos nutrimos y nos hace vivir. Ir allí e intentar grabar como graban ellos, profundizar en nuestro sonido e intentar que nuestro sonido fuera todavía más auténtico.

Trabajar con profesionales de allí es un lujo. Todavía nos sacan unos años de ventaja. También había otro factor personal, la experiencia vital de estar en la ciudad de la música que siempre hemos mitificado. Nos hemos dado el lujo y capricho que después de quince años trabajando nos podíamos permitir. Nos van bastante bien las cosas y era el momento, porque puede ser que en un futuro queramos hacerlo y no podamos.

¿Desde cuándo tenían esa intención?

Aitor: Ha sido una cosa que ha estado ahí siempre. Hemos hecho giras por Estados Unidos en 2012 y 2015, pero no grabamos, así que desde que pisamos aquel país por primera vez era un objetivo a cumplir en los años siguientes.

¿Fue complicado agendar el estudio?

Aitor: No. Hablamos con varios productores que habíamos escogido entre los que trabajaron en discos que nos gustaban y que podían sonar como nosotros. Finalmente nos decidimos por Brad Jones por motivos musicales pero también fue sencillo coincidir con él y agendar fechas en las que nos interesaba grabar. Él también mostró interés desde el principio, así que resultó fácil. A la banda no la conocía, pero le enviamos mucha información, el chequeó por las redes y todo marchó muy bien.

¿Y entre ustedes todos estuvieron siempre alineados?

Jon: Hay una cosa que es muy importante. Nosotros llevamos en el ADN el concepto de familia. Aitor y Eneko, guitarra y bajo, son hermanos, y son mis primos. Somos como un clan y en este caso el intercambio con Brad desde el principio se inscribe dentro de este concepto que tenemos de relacionarnos en el tema del trabajo. Entendemos la vida con relaciones de confianza y es importante en una relación artística poder compartir de corazón, con los ojos cerrados. Era la primera vez que utilizábamos un productor externo ya que hasta ahora lo habíamos hecho nosotros. Enseguida el intercambio dio una sensación de confianza, tal como nos manejamos nosotros. Le dimos las llaves del camión y nunca temblamos.

Una vez en Nashville, ¿Cómo fue el proceso?

Jon: En esto también funcionamos como una familia. No hicimos como la mayoría de los grupos que llegan a hoteles cada quien a una habitación. Alquilamos una casa y por ahí pasaron todos los invitados y les hacíamos la comida.

Aitor: Era una casa a lo gigante, como todo allí.

Travellin BrothersVivieron como los Stones durante Exile on Main Street, pero con Coca Cola solamente (risas)

Aitor: (risas) En aquel entonces en el sur de Francia grabaron baterías dentro de un baño. Hicieron lo que quisieron. Para nosotros alquilar esa casa fue parte de la vivencia que hace también el disco, comer, desayunar, todos juntos. Hemos querido tener dos semanas para estar centrados en grabar el mejor disco posible y para eso tuvimos ese campamento base. Barajamos hoteles pero lo mejor era estar todos juntos.

¿Cómo llegaron a cada uno de los invitados?

Aitor: Hay de dos tipos, los que hemos invitado nosotros que son amigos de la carretera, que hemos ido conociendo en festivales aquí y allá como el guitarrista Alex Schultz y el cantante Earl Thomas. Nos hemos hecho amigos, tienen una trayectoria increíble y los respetamos muchísimo. Es una suerte tener muy buen rollete con ellos en directo, ya han tocado con nosotros varias veces. Los dos cancelaron varias cosas para estar con nosotros en la grabación y eso es muy de agradecer. El otro tipo de invitados corresponde al de los cuatro músicos que invitó el productor, ya que queríamos que se notara que fue grabado en Nashville. Son músicos de sesión acostumbrados a grabar todos los días y que con una mirada hacia el productor con el que trabajan habitualmente ya saben lo que tienen que hacer. Por ejemplo, la corista Etta Britt, que trabaja con el bluesista Delbert McClinton, es una tía con un bagaje impresionante. Nosotros queríamos más de una corista porque algún tema queríamos que sonara góspel, pero Brad nos dijo que con ella sería suficiente y así fue.  En una sola mañana ella misma hizo un coro góspel grabando una voz sobre otra de manera increíble. Quedamos muy contentos con todos los invitados, tanto con nuestros amigos como con los que conocimos en la grabación, que contribuyeron a ponerle la guinda de calidad al disco.

Por la forma en que lo grabaron, irradia frescura

Jon: Hay una cosa particular de este disco. Es el primero que hacemos que al salir del estudio no nos pasa que hay cosas que ya no nos gustan. Es una enfermedad de los músicos estar descontentos con cosas apenas terminan de grabar y ya no se puede corregir. En este caso pasó una cosa muy rara, cuando volvimos a España no había nada que no nos gustara.

¿Podría tener que ver con que lo grabaron en una sola toma y eso evitó la saturación de tener que repetir tomas muchas veces?

Jon: Estas canciones están pensadas para y por el directo. Hay una evolución respecto a otros álbumes. Ahora el set que tendremos en 2108 lo arrancaremos con este disco al completo, cosa que nunca habíamos hecho. Es muy raro tocar un álbum completo, pero en este caso teníamos muy claro que iban todas las canciones en directo.

Aitor: Generalmente los grupos ponen a rodar las canciones en sus conciertos, para que maduren. Nosotros hacemos una cosa muy nuestras, jamás hemos tocado en directo las canciones antes de grabarlas.

¿Obedece eso a alguna razón? ¿Quieren que sean sorpresa?

Aitor: En realidad queremos que sean frescas en la grabación, que se vea que están naciendo y no han pasado por largos procesos de maduración, y que luego en el directo cojan otra dimensión.  Cuando llevas mucho tiempo tocando una canción ya no te motiva tanto cuando la grabas.

Jon: Hay otra cosa que es importante también. Nuestro concepto del directo es de oír y ver. Entonces nuestra experiencia nos ha enseñado que la canción se va ajustando. Cuando apostamos 100% por una canción es porque sabemos que va a funcionar, en cambio hay otras que les damos un giro y es como si recibieran una segunda vida. Buscamos que las giras no sean autómatas y la interacción con el público sea muy importante.

Travellin’ Brothers maneja tres configuraciones. ¿De qué depende una u otra?

Aitor: La formación de la banda es un sexteto. Luego tenemos otra formación que agrega trompeta y trombón, que se unen al saxo. Es el octeto. Y la formación grande que es la big band, con la cual sacamos un disco en 2012 con arreglos del saxofonista que nos dio muchos éxitos y alegrías. Hicimos muchas fechas con la big band. Aquel era el momento. Estás de ahora no están concebidas para ese formato, pero estamos conscientes que la gente le gusta la big band.

Están por llegar a la respetable cifra de 1000 conciertos en 15 años, lo cual equivale a 3 años montados en una tarima. ¿Cómo se veían cuando empezaron respecto al futuro? ¿Daba la imaginación para esto?

Aitor: No lo imaginábamos. Empezamos con muchas ganas e ilusión. Hemos ido creciendo y aunque es feo que lo digamos nosotros, nos han ido bien las cosas. Hemos trabajado mucho

Jon: Hace quince años no tocábamos así, pero desde hace mucho tiempo queríamos hacer un disco como este. No teníamos ni la experiencia ni la capacidad de composición, pero si teníamos las ideas claras y un concepto no negociable para Travellin’ Brothers que es el de hacer música para los directos. Por ello sacamos un disco prácticamente cada dos años y ese nuevo material es como la imagen que le entregamos al público, como una especie de nuevo menú. Siempre hemos estado muy centrados en el show, eso que los norteamericanos llaman “entertainment”. Cuando empezamos en 2003 no teníamos la experiencia, pero sí ya salíamos con la actitud de coger el público por la pechera y decirle “¿estáis dispuestos a dos horas de fiesta desenfrenada? En aquel entonces éramos peligrosos, ahora somos mejor en la lectura.

Aitor: Antes éramos desbocados. Solo teníamos dos velocidades, la primera y la sexta.

¿Siguen teniendo los mismos referentes musicales ahora que entonces?

Aitor: El universo sonoro se nos ha abierto mucho, pero los principales referentes se mantienen.

Jon: Los autores que escuchábamos para el primer disco no son los mismos que los de ahora.  En aquel entonces escuchábamos muchos clásicos de Texas, Stevie Ray Vaughan, T Bone Walker. Al día de hoy hay mucho de Nueva Orleans. Ahora oímos mucho de estilos contiguos, por ejemplo Taj Mahal que tiene blues pero también influencias caribeñas y soul. Lo de Nueva Orleans es un concepto que hemos incorporado de forma consciente hace unos siete años. Nos identificamos mucho con esa mezcla de sonido caribeño, que en realidad es africano, con sonido sureño. En este disco hay más rock y la década de los 50 aparece muchísimo más. La de los 70 también es una década que no habíamos tocado mucho, pero al estar en Nashville, una de las capitales del rock sureño, lo hemos incorporado. Todas las mañanas para ir al estudio en Berry Hill pasábamos por Bransford Avenue donde un adolescente Duane Allman de los Allman Brothers se tomó la mítica foto al lado del cartel.

Travellin Brothers¿De dónde viene el nombre del grupo? A bote pronto sugiere una combinación entre Travelling Willburys y Allman Brothers.

Aitor: Podría ser. De hecho nos gustan. Pero en realidad tiene que ver con nuestra condición familiar y espíritu viajero. Era lo que queríamos hacer y hemos hecho, viajar por el mundo para que se conozca nuestra música.

¿Qué futuro vislumbran con este nuevo disco? ¿Qué viene ahora?

Aitor: Simplemente queremos seguir disfrutando. Los siete discos anteriores son parte de éste y trataremos de seguir tocando por el mundo.

Ya grabaron en Nashville, ahora toca soñar con Chicago y los estudios Chess

Aitor: (risas). No lo descartamos. Pero somos de tocar y ver a donde nos lleva cada trabajo, sin tumbarse en el sofá.

Habiendo ofrecido mil conciertos, ¿En qué lugares les gustaría tocar por primera vez?

Jon: Un sitio que es mítico para grupos como nosotros es el Festival de Jazz de Montreux en Suiza, que no nos queda tan lejos. En él han tocado James Brown, Nina Simone, Ray Charles…Es uno de los festivales más grandes y con unas grabaciones alucinantes. También queremos descubrir otros continentes, otras culturas. Asia, África y Australia, donde nos han dicho que hay un circuito de blues muy grande.

¿Suramérica?

Jon: No hemos tocado allí y deberíamos. Mi mujer es de Bogotá, así que me encantaría empezar por allí donde tengo a toda mi familia por parte de ella.