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El dicotómico viaje al pasado con Phil Collins y The Pretenders

Phil Collins
Foto: Lulú Urdapilleta

Sentado, el legendario baterista y vocalista de Genesis ofreció un fantástico concierto, un viaje al pasado. Abrió la banda de Chrissie Hynde

Phil Collins

Legendary Tour + The Pretenders

Palacio de los Deportes, Ciudad de México

(Marzo 9, 2018)

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Una crónica del Sr. González @diabloglez

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Antecedentes

Cuando meses atrás me enteré que Phil Collins vendría a México me sorprendió. Mucho se habló en años recientes de su retiro de los escenarios por una lesión en las vértebras del cuello que le imposibilitaron para tocar. Pronto me actualicé y supe entonces que ha tenido presentaciones ocasionales desde 2016 y que ahora ha vuelto en forma con una gira mundial.

Me pregunté si quería verlo, si después de tantos años sin seguirle la pista, ¿en realidad ese era mi deseo? Esta pregunta la hice extensiva en las redes sociales y para mi sorpresa, la respuesta general fue de ánimo para hacerlo. Aún así, seguí dudando. Ustedes se estarán preguntando cual es el origen de mis dudas.

Yo fui un fanático del grupo Genesis en mi adolescencia y admiré particularmente el virtuosismo de Phil Collins en la batería. Cuando Peter Gabriel salió del grupo en 1975, mucho se habló de la influencia “perniciosa” (dicho con sarcasmo) de Collins en los cambios que sufrió el grupo. Aún así, yo no compré esa visión.

Lo cierto es que esos primeros discos sin Gabriel me parecen muy buenos. Después Collins comenzó su carrera solista en los terrenos del rock pop escandalizando aún más a los puristas. Sus primeros discos los disfruté, pero hubo un momento en que ya no conecté con su música, al menos no con toda.

Phil Collins me parece un gran compositor, particularmente de baladas. En alguna ocasión leí una declaración de él en la que manifestaba, contrariamente a la creencia de sus críticos, que le parecía más difícil componer un tema sencillo que las piezas complejas que alguna vez hicieron. Estoy de acuerdo, hay que tener una gran capacidad de simplificación y gusto para lograrlo. Pero finalmente, ese terreno más comercial en el que se desenvolvió después, a la larga terminó por no gustarme y me alejé de su trabajo.

La primera vez que supe de Phil Collins fue en 1976. Yo vivía entonces en Venezuela, estudiaba el bachillerato y acababa de salir el disco Wind and Wuthering del grupo Genesis. Fue uno de mis primeros acercamientos al rock progresivo y quedé impactado para siempre con lo que descubrí.

Investigando con los conocedores del tema, me enteré que era el segundo disco en donde el baterista Collins, fungía como vocalista de la banda después de la salida de su primer cantante, Peter Gabriel. El disco en el que debutó como cantante principal fue A Trick of the Tale, que cumplió con las expectativas de los exigentes seguidores de Genesis, ante la ausencia del carismático Gabriel. Previamente, Collins había hecho coros y cantado un par de temas en los discos anteriores.

Sin embargo, al quedarse Genesis sin cantante al finalizar la gira del disco The Lamb Lies Down on Broadway, su sexta producción de estudio, el grupo decidió poner un anuncio en la revista Melody Maker buscando un nuevo cantante antes que dejarse vencer por la circunstancias y desintegrarse. Tras audicionar a cientos de prospectos, llegaron a la conclusión de que el indicado no podía ser otro más que su baterista.

En las grabaciones siguió tocando su instrumento además de cantar, pero al tener que irse al frente del escenario en las presentaciones en vivo, quedaba por resolver el tema de quién interpretaría la batería. Así que contaron por un tiempo con la participación de Bill Bruford como músico de apoyo y en ciertos momentos del show, Phil se integraba a la rítmica en un dueto de baterías que sonaba y se veía increíble.

Después de Bruford, llegaría para quedarse el baterista Chester Thompson, que había tocado previamente con Frank Zappa. En aquel entonces, llegué a tener pegado en la pared de mi dormitorio un póster con la imagen panorámica de su escenario con las dos baterías en espejo, ya que estos músicos son diestros y Phil zurdo.

Esto no evitó que Collins siguiera forjando un gran prestigio como uno de los mejores bateristas de su tiempo, ya que tuvo distintas colaboraciones en las que llegó a mostrar su gran talento en la creación de ritmos complejos. Tal fue el caso de su participación en el grupo de jazz fusión, Brand X.

Pero déjenme ir todavía más atrás en el tiempo y rastreemos en su pasado. Phil Collins nació en Hounslow, un suburbio de Londres, el 30 de enero de 1951. Si bien es un virtuoso de la percusión, que comenzó a tocar desde la temprana edad de 5 años cuando le regalaron una batería de juguete en navidad, también estuvo muy cerca de la actuación.

A los 14 años entró a estudiar en la Barbara Speake Stage Scholl y llegó a interpretar á Artful Dodger en la obra Oliver!, donde llegó a pasar momentos difíciles al cambiarle la voz. Posteriormente tuvo papeles en las películas A Hard Day’s Night de The Beatles y en Chitty Chitty Bam Bam junto a Dick Van Dyke. Con el tiempo, comenzó a inclinarse por la música, aunque nunca dejaría la actuación del todo. Formó parte de los grupos The Real Thing y The Freehold, en donde compondría su primera canción “Lying Crying Dying”.

Como baterista del grupo Flaming Youth, grabaría un disco en 1969 llamado Ark 2. Tras la disolución del grupo fue invitado para incorporarse a Genesis en 1970, después de audicionar en la casa de Peter Gabriel. El primer disco en el que participó fue el tercero de la banda, Nursery Crime (1971).

Lejos estaba aún la posibilidad de convertirse en el front man del proyecto, como terminó sucediendo tiempo después, cuando Gabriel dejó la banda. Llegaron esos dos primeros discos con Phil en la voz, que fue cuando los descubrí incorporándome entonces como fanático, sin los prejuicios post Gabriel.

Después del lanzamiento del disco doble en vivo Seconds Out en 1977, que mostró el gran nivel que había alcanzado el grupo, salió el guitarrista Steve Hackett, por lo que Genesis se convirtió en un trío, conformado por Mike Rutherford, Tony Banks y Phil Collins. En una solución similar al caso de la batería, Rutherford tocaría ahora el bajo y la guitarra en los discos de estudio y en vivo contarían con el apoyo del guitarrista Daryl Stuermer, ex Jean-Luc Ponty.

Al final de los años 70, el rock progresivo comenzó a dar muestras de agotamiento y sufrió grandes cambios. El auge del punk y su derivación, el new wave, captaban la atención de las nuevas generaciones que buscaban una música más sencilla y directa. Genesis comenzó una búsqueda creativa que no fue bien recibida por algunos de sus seguidores más conservadores.

A partir del lanzamiento del disco And Then There Were Three en 1978, de donde se desprendió su primer éxito radial, “Follow You, Follow Me”, llegaron las críticas de los fanáticos que veían en el front man de la banda, el origen de los cambios que no estaban dispuestos a aceptar. Genesis buscó un camino para sobrevivir.

Entrando en los terrenos de la especulación, me parece que las opciones que tuvieron no fueron muchas. Tenían que elegir entre: no cambiar para satisfacer a una parte de sus fanáticos y a la larga estancarse, evolucionar a algo más complejo y por ende menos accesible, o intentar llegar a más público incorporando nuevos elementos a su música. La opción fue la tercera y pienso fue una decisión de grupo, no de un solo individuo. Pero en los hechos, desde ese momento, el cambio llegó acompañado de las críticas a Collins por parte del público más aferrado.

Paralelamente, Phil comenzó una carrera solista y se divorciaba de su primer matrimonio. En 1981 salió su primer disco Face Value, que contuvo su primer éxito, “In the Air Tonight”. Las temáticas de separación y rompimientos se convirtieron en los motivos recurrentes de sus canciones, tanto en su proyecto solista como en lo que aportó en Genesis.

A partir de entonces su carrera musical despegó con fuerza, convirtiéndose en una de las estrellas pop más importantes de los 80. Tanto Daryl Stuermer como Chester Thompson, los músicos de apoyo en Genesis, lo acompañaron en la banda que conformó para su proyecto solista. También se sumaría de manera permanente desde 1985, el bajista Leland Sklar.

Le siguieron los exitosos discos Hello, I Must Be Going!, No Jacket Required y But Seriouly…, en los cuales tuvo sus primeros acercamientos al sonido Motown e incorporó una sección de metales en los arreglos de varios de sus temas.

Sus canciones más conocidas de esa etapa fueron “You Can´t Hurry Love” (versión de The Supremes),Against All Odds”, “Easy Lover”, “One More Night”, “Sussudio”, “Separate Lives”, “A Groovy Kind of Love”, “Two Hearts” y cerró la década con “Another Day in Paradise, cantado a dúo con David Crosby.

A la par, comenzó a producir a otros artistas como Phillip Bailey de Earth, Wind and Fire, colaboró con otros músicos como Robert Plant y Peter Gabriel, participó con Band Aid, tocó en las dos cedes del concierto Live Aid (acto que logró viajando entre continentes, de Londres a Filadelfia en el supersónico concorde) y también cosechó éxitos comerciales con Genesis como “Mama”, “Ilegal Alien”, “Land of Confusion” y ya entrada la década de los 90, los temas “I Can´t Dance”, “No Son of Mine” y “Hold on my Heart” del disco We Can´t Dance.

Pude ver a Genesis en Florida al final de 1983, en un espectáculo impecable, lleno de emoción ya que fue la primera oportunidad que tuve para ver a mi banda favorita en vivo. Era una fecha del Mama Tour en un pequeño poblado cerca de Miami, Pembroke Pines. Collins apareció sobre el escenario portando unos tirantes, en su peregrinar entre la batería y el micrófono. Por fin pude ver las dos baterías de aquel póster pegado en la pared, en el cuarto de mi adolescencia. Sin embargo, al final de la década de los 80 fue cuando perdí el interés por su trabajo solista.

A partir de su disco Both Sides de 1993, su carrera comenzó a decaer en cuanto a ventas discográficas, más no así en cuanto a la asistencia del público a sus presentaciones que siguieron con llenos totales. Los días 17, 18, 20 y 21 de mayo de 1994, en el marco de la gira Both Sides of the World Tour, Phil Collins se presentó en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México, la única visita previa al concierto de hoy, en el mismo lugar. En ese momento no me interesó asistir.

Después publicó el disco Dance Into the Light y en 1996 se retiró de Genesis. Ese mismo año también creó la Phil Collins Big Band, con la cual hizo versiones de sus temas, algunos de Genesis, en arreglos de jazz, que quedaron plasmados en el disco A Hot Night in Paris, que en su momento me pareció muy interesante, pero que de alguna forma, era una apuesta a la nostalgia.

Para entonces, Phil contaba con el público generado en los años 80, pero las nuevas generaciones comenzaron a verlo como un artista pasado de moda. Mantener la vigencia comercial en un mundo que cambia rápidamente se convirtió de nuevo en el reto profesional. En el año 2000 compuso el tema “You Will Be in my Heart” para la película de Disney, Tarzan, por el que ganó un Oscar. En el 2002 sacó el disco Testify, con poca trascendencia comercial.

Fue hasta el año 2007, cuando la nueva apuesta fue la reunión de Genesis para la gira Turn it on Again, que se presentó en Europa y algunas plazas de Estados Unidos. Al terminar ésta, grabó un disco en el que hizo versiones de sus temas favoritos del sonido Motown, en un disco que realizó por diversión y que llamó Going Back.

Pero desde la gira con Genesis, Collins mostró algunos problemas para tocar la batería y el piano debido a una lesión que se hizo en las vértebras del cuello, que le inmovilizó un brazo, una pierna y además perdió la audición en uno de sus oídos. Las décadas de intenso trabajo, las decepciones amorosas, las críticas de sus detractores y el alcoholismo que por poco lo llevó a la muerte, le pasaban la factura y lo paraban en seco. A partir de entonces se retiró de los escenarios para tratarse y dedicar tiempo a su familia.

El año 2016 reapareció en la inauguración del techo retráctil del torneo de tenis, US Open, mismo  año en que se editó su autobiografía Not Dead Yet.

Es así como ahora, desmintiendo las versiones de que ya no podría presentarse nuevamente, vuelve a hacer una gira con el título Legendary y regresa a México para dar conciertos en Monterrey, Guadalajara y dos en la Ciudad de México, los días 9 y 10 de marzo.

Con la conciencia de que las cosas cambian, incluso uno mismo, decidí darme la oportunidad de escucharlo después de tanto tiempo. Saber que le abriría el grupo The Pretenders reforzó de manera importante mi deseo de asistir, así que compré mi boleto para la primera fecha en la capital mexicana.

Phil Collins

El día del concierto

Una lluvia pertinaz cae sobre la Ciudad de México. El viernes por la tarde suele ser un momento complicado para manejar y más con el pavimento mojado que entorpece el tráfico habitual. Tras una hora de trayecto llegué con mi pareja, Grace, al Palacio de los Deportes alrededor de las 7:30.

Tras estacionarme, accedimos y mientras yo paso al baño, ella se compra una michelada, todo esto en los pasillos antes de entrar a la zona de asientos. El tiempo que estamos ahí me sirve para comenzar a observar qué tipo de público había convocado un evento como el que estábamos por presenciar. Por lo pronto, era evidente el predominio de personas mayores de 50 años, aunque había jóvenes, en su mayoría acompañando a algún familiar mayor. También me llamó la atención el poco público con edades comprendidas entre los 30 y los 45 años.

Entramos al recinto y nuestros lugares se encuentran justo a la izquierda de la consola de sonido. Si bien no estamos hasta el frente, podemos ver con cierta cercanía el escenario. En éste se encuentran los instrumentos de Pretenders, legendaria banda americana-británica post punk de de finales de los años 70, comandada por la estadounidense Chrissie Hynde quien de joven, antes de dedicarse a la música, vivió una temporada en México.

Este grupo bien merecería otro texto que hablara de su vertiginoso comienzo, de la repentina muerte de dos de sus integrantes por abuso de drogas, de los distintos integrantes posteriores que aportaron su sonido al grupo, de sus numerosos éxitos radiales, del activismo de Chrissie y de que en 2005, ingresaron al Rock & Roll Hall of Fame.

Pero por lo pronto mencionaré que, lejos de instalarse en la nostalgia, la banda sacó un disco en 2016 llamado Alone, producido por Dan Auerbach del grupo The Black Keys. En el bombo de la batería se encuentra su logotipo, un círculo partido en dos diagonalmente, con un lado blanco, otro negro y el nombre de la banda al centro en una tipografía art deco. Como fondo del escenario, hay un semi círculo abierto con una textura rugosa, abrazando los amplificadores de guitarra y bajo, así como un teclado.

La hora en el boleto cita a las 8 de la noche. Sin embargo, me imagino que la lluvia ha tenido un efecto en el retraso de los asistentes que siguen entrando al Palacio de los Deportes. A las 8:30, al fin salen los músicos de Pretenders al escenario, mientras la gente sigue ingresando buscando sus lugares.

trato de concentrarme en lo que pasa arriba. Al primero que reconozco es al baterista Martin Chambers, con sus patillas triangulares inconfundibles (ahora canosas), que después de Chrissie es el miembro que más tiempo lleva en la banda. Los demás integrantes son más jóvenes y de nuevo incorporación relativamente. Ellos son Nick Wilkinson en el bajo, Carwin Ellis en los teclados y James Walbourne en la guitarra, que también toman sus respectivos lugares. Al final entra Chrissie, que inmediatamente impone su presencia y dominio en el escenario.

Phil Collins
Foto: Lulú Urdapilleta

Comienzan con el tema que le da nombre a su más reciente disco, mientras los técnicos del sonido hacen los ajustes de último momento. Lo cierto es que este lugar presenta muchas dificultades para sonar bien. De broma se le conoce como el Palacio de los Rebotes, en vez de Palacio de los Deportes.

El tema fluye con un poco de dificultad y es evidente la molestia de Chrissie con el ingeniero de monitores ya que al parecer no se escucha bien a sí misma. El fondo rugoso es iluminado de diversas maneras y a los costados hay dos grandes pantallas que muestran acercamientos de los músicos.

Continúan con “Message Of Love”, donde Chrissie se quita su saco y se pone la guitarra. Aún hay muchas personas indiferentes caminando por los pasillos, lo cual resulta muy molesto. Tal parece que ignoran quien está tocando y son muy irrespetuosos. Pero también hay una parte del público involucrado y conocedor, que está disfrutando del programa que Pretenders nos tiene preparado.

Así suenan “Talk Of The Town”, “Private Life”, su versión al tema de The Kinks, “Stop Your Sobbing”, continúan con “Thumbelina”, “Hymn To Her”, “Back On The Chain Gang”, “Night In My Veins, interpretan “Forever Young” de Bob  Dylan y siguen con “Don’t Get Me Wrong”, donde suben al escenario a una mujer del público que canta y baila junto Chrissie, siguen con “I’ll Stand By You”, “Mystery Achievement” y por último, terminan su primera visita a nuestra ciudad con un solo de batería que se liga a “Middle Of The Road”, entre las baquetas voladoras de Chambers.

Aquellos que en principio mostraron su indiferencia, fueron sintiendo cierto asombro al ir reconociendo canción tras canción que fue interpretando Pretenders. Por supuesto que también estamos ahí los seguidores que coreamos y aplaudimos cada uno de sus temas.

Yo en particular, quedé asombrado con Chrissie y la vitalidad que proyecta a sus 66 años. Así como he admirado el tesón de varios rockeros veteranos, lo hago ahora con Hynde. Al despedirse, los integrantes de Pretenders se ven satisfechos con la respuesta del público. Chambers se acerca a la orilla del escenario y regala sus baquetas.

La tarea de la banda abridora nunca es sencilla. Aunque sean teloneros de primerísimo nivel como lo son ellos, la mayoría de la gente desea ver a la cabeza del cartel, en este caso, a Phil Collins.

En fin, llega un intermedio que los técnicos aprovechan para hacer los cambios necesarios en el escenario. El público aprovecha también para, entre otras cosas ir al baño, conversar entre si y comprar bebidas. Noto que ponen una batería para diestro (lo que descarta que Phil la interprete), además de un set para percusiones; hay un espacio para los coristas y otro para la sección de metales; un lugar para los teclados, amplificadores y un banco alto al centro del escenario enmarcado por la escenografía de dos reflectores de cine.

Al fondo sustituyen el fondo rugoso que hubo en la presentación de Pretenders, por una pantalla semi circular de leds, coronada por una gran pantalla que se suma a las dos pantallas laterales que ya había antes, pero que son de menor tamaño. Mientras la instalación de lo descrito continúa, se comienzan a proyectar en dichas pantallas, imágenes en blanco y negro de Phil Collins en diferentes etapas de su vida.

La música de fondo sufre un ligero cambio en el volumen, al momento de comenzar un tema de Yossou n´Dour, señal de que la presentación de Collins está por comenzar, ya que los técnicos del escenario salen de éste y los de la consola toman sus posiciones.

Termina el tema e inmediatamente después ingresan los músicos a media luz. Una vez que toman su lugar, se alumbra el lado izquierdo del escenario y entra Phil. Camina lento y apoyado en un bastón. Es una imagen fuerte verlo avanzar con dificultad mientras saluda y agradece el aplauso del público. Llega al banco que está al centro y toma asiento. Es evidente que solo cantará. Bromea con el poco español que dice saber.

Phil Collins
Foto: Lulú Urdapilleta
Phil Collins
Foto: Lulú Urdapilleta

Después de esto, comienza “Against All Odds”, tema que compuso para la película del mismo nombre. Desde la primera nota, el público muestra su emoción al escucharla. Al terminar, unos técnicos quitan la escenografía de reflectores de cine y sigue con la interpretación de “Another Day in Paradise”, en lo personal, una de mis favoritas; después “I Missed Again”, seguida de la rítmica “Hang in Long Enough”; para ahora dar paso dos piezas de Genesis, de las más comerciales pero que se adaptan perfectamente a este repertorio: “Throwing It All Away” y “Follow You Follow Me”, que me hace viajar a la época en que escuchaba esa canción en el autobús que nos llevaba al colegio. Mientras la interpretan, proyectan en la pantalla superior una secuencia de fotografías de todas las etapas de Genesis y se me hace un nudo en la garganta.

El concierto continúa con “Who Said I Would”. Resuelven el hecho de que Phil está sin moverse de su silla, haciendo que tanto la sección de metales como los coristas, pasen al frente del escenario, logrando dar cierto dinamismo al show; entre canciones, Collins presenta a la banda, comenzando por los coristas Arnold McCuller, Amy Keys, Bridgette Bryant y Lamont van Hook; sigue con la sección de metales conformada por Harry Kim y Dan Fornero en las trompetas, George Shelby en el saxo y Luis Bonilla en el trombón.

Prosigue presentando a su viejo amigo Ronnie Caryl en la guitarra acústica, al cubano Luis Conte en la percusión (que algunos recordarán como percusionista de Maná), al tecladista Brad Cole, al emblemático barbudo Leland Sklar en el bajo, así como su compañero de viejas batallas, tanto en su proyecto solista como en Genesis, al guitarrista Daryl Stuermer; al final, hace la presentación más emotiva de todas, cuando menciona que en la batería está su hijo Nicolas Collins, de 16 años.

Phil Collins
Foto: Lulú Urdapilleta

Tras la estruendosa ovación que esto provocó, Bridgette Bryant se sienta a un lado de Phil para interpretar “Separate Lives” y después el grupo interpreta “Something Happened on the Way to Heaven”; toca el turno de “In the Air Tonight” en un ambiente de tonos azules; viene el turno a su cover de The Supremes “You Can’t Hurry Love”, continua con Dance Into the Light” y otro tema de Genesis, “Invisible Touch.

Se enfilan al final del concierto tocando “Easy Lover”, en una divertida interpretación donde juegan con supuestas insinuaciones por parte de Amy Keys y Arnold McCuller a Phil; a estas alturas del concierto, la falta de aire por estar a 2200 metros sobre el nivel del mar, se hace notar en varias expresiones de agotamiento en la cara de Collins, que aún así, manifiesta su entusiasmo moviendo las piernas llevando el rimo de las canciones.

Llega el turno de “Sussudio”, quizás la que menos me gusta de todas por repetitiva, pero que el público corea sin parar; después de esto, Phil se para de su asiento y todos caminan al frente del escenario para juntos hacer una caravana de agradecimiento y despedida. Se alejan mientras la gente pide el tradicional encore.

Pasan un par de minutos y Collins vuelve a salir a la par de un estruendo de gritos emocionados como nunca había escuchado. La cara de sorpresa de Collins es evidente. Los músicos toman su lugar de nuevo e interpretan “Take Me Home”, con la introducción de las congas de Conde.

La dinámica se repite cuando el público canta repetidas veces el coro al final de la canción, que más allá de que me guste o no, es muy impresionante escuchar las 25.000 voces que caben en ese lugar cerrado cantando al unísono. Ahora sí, se despiden finalmente y salen del escenario mientras se prenden las luces generales y la gente comienza a salir.

Mientras Grace y yo esperamos a que se despejen las multitudes, oigo que me saludan y al voltear veo que es el músico venezolano Ulises Hadjis, a quien me da mucho gusto encontrar. Ambos coincidimos en que la presentación de Pretenders fue buena. Conversamos por un rato hasta que el personal del lugar nos pide salir.

Conclusiones

Confieso que, aunque disfruté mucho el concierto, me quedé con sentimientos encontrados. Hubo momentos muy emotivos para mí, en donde sentí mucha nostalgia por momentos del pasado. Disfruté las interpretaciones y las ejecuciones de los excelentes músicos de Collins.

Disfruté los ambientes generados por la fina producción de luces y pantallas. Constaté que hay temas que me parecen exquisitas composiciones. El lugar es malo para escuchar con nitidez, pero sus técnicos resolvieron bien los inconvenientes. Los temas que nunca me gustaron, siguieron sin hacerlo, pero fui abierto y preparado para ello.

No fue un concierto donde se explotó el virtuosismo de las percusiones, ni la voz llegó a los altos tonos de antaño, pero entendí que sus nuevas condiciones son así y no tuve problema con ello. Fue un concierto para darnos gusto él y nosotros y lo agradezco.

Y digo que se da el gusto, porque de otra manera, no te explicas como alguien que es considerado uno de los hombres más ricos del Reino Unido, teniendo complicaciones físicas, vuelve al ajetreo y desgaste de una gira, si no es por el placer que le provoca seguir activo. Pero es quizás ahí, donde aparece el agrio en el dulce.

El Phil Collins que ha vuelto pareciera ser que se considera a sí mismo, en sus propios conceptos, algo que se ha quedado en el pasado. De paso nos lleva a los involucrados en dicho viaje.

La parte dulce de la noche la puso Chrissie, que teniendo la misma edad de Phil, muestra una vitalidad que yo le envidio teniendo once años menos. Y la envidio porque soy de los que piensan que cumplir años tendría que ser un privilegio. Queridos congéneres, estamos envejeciendo… y se siente.

Sr. González @diabloglez

Phil Collins
Foto. Sr. González