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Afrockaribe: las virguerías vocales de Ensamble B11 y la guitarra de Bartolomé Díaz

Afrockaribe
Foto: Juan Carlos Ballesta

La inusual unión del joven grupo vocal Ensamble B11 y el guitarrista Bartolomé Díaz presentó el sorprendente proyecto de fusión Afrockaribe

Afrockaribe (Ensamble B11 + Bartolomé Díaz)
Concierto en Sala Mendoza, Universidad Metropolitana, Caracas

(Junio 23, 2016)

Uno de los más interesantes descubrimientos de tiempos recientes resulta ser este proyecto formado por la agrupación vocal Ensemble B11 de la Fundación Bigott -dirigido por Belkys Beatriz Figuera Tovar– y el guitarrista y arreglista Bartolomé Díaz, bautizado apropiadamente como Afrockaribe.

Lo sorprendente del caso es que dos mundos aparentemente disímiles han logrado una increíble simbiosis gracias al talento de todos los involucrados y el espíritu de riesgo asociado a una aventura que une el rock de los años 60 y 70 con los ritmos afro venezolanos. Pero más increíble resulta que esos ritmos afro venezolanos no provengan de tambores sino únicamente de las voces de estos jóvenes, que incursionan en el terreno de los beat-boxers.

El repertorio escogido para esta primera presentación pública está emparentado con el disco solista que Díaz publicó en 2008 con el nombre de Ageless Friends, en el que reconstruye a su manera varios de los temas que lo influenciaron en sus primeros años de formación, en los que compartía la enseñanza académica al lado del maestro Antonio Lauro y su pasión por el rock en su etapa más rompedora.




Aquel disco fue concebido en medio del dolor de la pérdida del inolvidable cantante Julio Timaure, su compañero junto a Oscar Fanega en el singular trío E-òN. Nunca es tarde para retomar esas canciones.

Ensamble B11 abrió fuegos con “Alaé-alaó”, del folclor de Curiepe, con las cantos de Ivana Beatriz Lina Figuera, Naiyaleth García Solórzano y la propia directora, y los jóvenes César Castillo Ruiz, Víctor González Landáez, Manuel Herrera Almanza, Javier “Chispa” García, Adrián Peña y Sara Nacarid Medina, haciendo con sus voces los sonidos de los tambores culo ‘e puya.

Luego siguieron con “La Paloma”, gaita de tambora del estado Zulia, estupendo preámbulo para que entrara a escena Bartolomé Díaz con La Leona, la fantástica guitarra eléctrica obra del lutier Nicolás Volpe.

El primer tema fue “Superstition” de Stevie Wonder, esa genial pieza en clave funk que iba a ser primero publicada por el guitarrista Jeff Beck pero que terminó dándole nombre al exitoso disco de Wonder de 1972.

Esta estupenda adaptación termina con cantos folclóricos. Luego siguieron con “Ohio”, himno de la contracultura de la generación Woodstock compuesta por Neil Young a raíz de la matanza en la Universidad de Kent de estudiantes que protestaban por la invasión a Camboya.  Fue originalmente editada como single por Crosby Stills Nash & Young en 1970.

El turno de Lennon y McCartney llegó con “Get Back” y “Come Together”, de los discos Let it Be (1970) y Abbey Road (1969), respectivamente, los últimos de los Beatles. Ambas adaptaciones sacaron de la zona de confort a dichas composiciones, en especial «Get Back» que por momentos fue difícil de reconocer.

El trabajo de la percusión vocal realmente impresionaba, en especial percibiendo la naturalidad con que lo hacían. El tema menos rock fue “Hallelujah! (I Love Her So)” del gran Ray Charles, un tema gospel que ha sido versionado de múltiples maneras pero nunca como en esta ocasión.

A Toy for Roy” es el particular homenaje que Díaz realizó en su disco al esencial y atormentado guitarrista de blues Roy Buchannan, y aquí el tema tomó otro vuelo. No hay duda que el blues y los tambores tienen la misma raíz.




El concierto fue cerrado magistralmente con “One (is the loneliest number)” del subestimado compositor Harry Nilsson, admirado por muchos (entre ellos los Beatles) y hoy día casi olvidado.

Ese tema fue popularizado por Three Dog Night en 1968. Esta interpretación fue sumamente emotiva e ideal para concluir una presentación que sin duda abre las puertas a una muy particular y novedosa idea que seguirá creciendo.

Juan Carlos Ballesta