ATAPAIMA
Trasnocho Cultural, Sala Espacio Plural, Caracas
(Octubre 6, 2016)
Sin pretender galantería alguna y con el alma plenamente complacida, debo decir que estas seis hermosas amapolas llenas de evocadoras fragancias, traducidas en los más hermosos cantos, colmaron anoche el ya habitual recinto de las Noches de Guataca que cada dos semanas nos invita a descubrir una parte de la excelencia musical existente en estas tierras venezolanas. Seis voces llenas de magnetismo.
Ana Cecilia Loyo, Ana Isabel Domínguez, Andrea Paola Márquez, Cyntia Irady, Diana Herrera e Iliana Goncalves, conforman el sexteto vocal que colectivamente es conocido como Atapaima –amapola– y que durante la noche fueron desgranando con superlativa elocuencia y emotividad un repertorio de autores venezolanos y de otros países de nuestro continente. Es imperativo destacar la excelente producción del equipo de Guataca y los músicos que las acompañaron durante poco más de una hora y media en la cual, risas y llantos fueron parte del repertorio.
Tras hacerse del escenario, Willy McKey y Adriana Nunes, compartieron un poco sobre los próximos eventos de Noches de Guataca. El habitual humor de McKey y la gracia y dulzura de Adriana, nos preparaban para lo que considero uno de los mejores conciertos del ciclo y de estos últimos años, dada la calidad musical, repertorio, producción y profesionalismo llevado con una pasión a flor de piel que se diluye en la misteriosa y emotiva condición de ser mujer. La presentación fue trayendo a las amapolas una a una a escena. Delante de ellas, una sencilla mesita cubierta con un mantelito que combinaba con el atuendo de cada una y sobre el cual estaban dispuestas cuatro amapolas en la mesa y una en cada pata delantera de la mesita, las de arriba flanqueadas por velitas. En la pantalla se dejaba ver el logo de Atapaima, una sala completamente llena y una audiencia que contaba entre sus asistentes a notables músicos venezolanos como la cantante Taumanova Álvarez, el director Jesús Rondón (Vasallos de Venezuela), el vocalista Williams Mora y el compositor Xavier Perry, lo que signaba el camino de una noche perfecta.
Andrea Paola fue la primera en tomar el micrófono para dar lectura al texto “Atapaima” y así iniciar la íntima velada. Tras ese momento, Ricardo Chacón (percusión), Jorge Torres (cuatro) y Gustavo Márquez (bajo), salieron para acompañar a las muchachas en “Me gusta cantar”, un aguinaldo de la sierra falconiana envuelto en una polifonía vocal de excelsa belleza. Esta primera tríada incluyó “Regalitos”, canción de cuna escrita por Juan Quintero, adornada en esta ocasión por la mandolina de Jorge y la percusión menor de Ricardo. La tercera canción puso en escena a Víctor Morles, teclista y compositor cuyo trabajo dentro de la música tuyera es altamente apreciado. Este merengue caraqueño de Yma América dio un picor particular al concierto cuya dinámica destacó en los bellos contrastes entre cada tema y la diversidad de géneros que conformaron el excelente programa. Añadido a ello, un dominio escénico que además dejó espacio para la espontaneidad donde risa y llanto tenían una intensidad como la que se siente allá, donde el Orinoco encuentra al Caroní.
Luego vendría la lectura de “Despecho floral”, de Maritza Rojas, por cada una de las muchachas y de un modo un tanto lúdico. Uno de los detalles de la producción fue la proyección en pantalla de cada tema, indicando autor y género bajo un diseño de Ana Cecilia Loyo. Cada una de estas hermosas amapolas posee diversos talentos que se reflejaron al paso de la noche. “Astromelia”, compuesta por Amaranta Pérez, presente en la sala, continuó el concierto interpretada con el acompañamiento de los cuatro instrumentistas. Con letra de Ana Cecilia, las teclas de Víctor y la guitarra de Aquiles Báez como invitado especial, Cyntia interpretó “Malagueña”, tema del folklore caracterizada por aires morunos y acentuada con gran sentimiento por la cantante. Los siguientes dos temas conformaron un intenso contraste. “Lo feo” de Teresita Fernández, para el cual Ricardo tocó el bongó, y “Qué bonito”, vals peruano del argentino Alberto Rojo acompañado por Gustavo, Ricardo y Aquiles. Estos dos temas fueron seguidos por una gaita de tambora de Rafael Salazar, “A San Benito”, donde el característico chimbangle dio el acento necesario para incitar al baile. El momento trajo además a los bailadores Maroa Tarazona y Yoember Angulo, añadiendo aún más color a la exótica rítmica occidental.
En la segunda parte del repertorio, Iliana Goncalves no pudo contener su llanto al intentar hablar de su gentilicio venezolano y su origen luso. Ese llanto de inmediato fue mitigado por la empatía de una audiencia que con sus aplausos le permitió a la cantante interpretar “Meu namorado”, hermoso tema brasilero de Edu Lobo y Chico Buarque con Víctor al teclado y Jorge a la mandolina, haciendo este instante el más emotivo del concierto. Es importante destacar que algunas de estas ‘amapolas’, han desarrollado proyectos solistas de gran importancia. Iliana y Andrea son dos de ellas. La primera, lo está haciendo a trio experimentando con el fado (género musical portugués), y la segunda con un bello proyecto llamado “Mi juguete es canción”, entre otros. A ellas se les une Ana Cecilia Loyo quien ya tiene en su haber un hermoso CD llamado Sol mayor que fue editado en 2013.
“Pobre mi negra”, una vidala argentina, y “Miel y romero”, prosiguieron la noche. La segunda guarda un trazo autobiográfico de su compositora, Andrea Paola, a ritmo de tambor de Guatire. Ambas de singular belleza. Tras estas dos piezas, un breve alto en el camino dio oportunidad para que Ana Cecilia recitara una décima antes de “El matapalo”, joropo oriental de José Julián Villafranca que puso a Cyntia detrás de los tambores para acentuar el tema acompañando a Jorge, Aquiles (esta vez al cuatro) y a Gustavo Márquez. La composición trajo por segunda vez a los bailadores. Fue también una nueva oportunidad expresiva para Cyntia quien recalcó al resto de las muchachas que en la próxima ocasión sería ella la encargada de presentar y no despedir el concierto. Así, con una tríada formada por “Llamado a San Juan”, “Tonto Malembe” y “Se eleva la bomba” con percusión, bajo y guitarra, la noche llegaba a su final.
Pero el clamor de una ovación de pié y la petición de otra, otra, otra!!!, no se hizo esperar para simbólicamente concluir con el homónimo tema, “Amapola”, de Juan Luis Guerra. La hermosa canción evidenció además que todos los presentes tuvimos el privilegio de ser acariciados por las voces de seis cantantes cuyos atavíos místicamente sugerían la pureza (Cyntia), el sol (Ana Isabel), la tierra (Iliana y Ana Cecilia), la fuerza liberadora (Diana), y el fuego (Andrea Paola), o si uno decide por algo más terrenal, seis colores reales de amapolas. En cualquier caso una bendición encarnada en seis musas que anoche evocaron brisa fresca, agua de manantial y tantas otras sutilezas naturales convertidas en cantos llenos de amor.
Leonardo Bigott