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Güeitin: el regreso del psycho rock de Culto Oculto

Culto Oculto Güetin

La recordada banda de psicodelia dark, protagonista de la escena caraqueña de los años 90, anuncia un nuevo tema como preámbulo de su cuarto disco

CULTO OCULTO – GÜEITIN

El cuarteto nacido en la fértil escena caraqueña de los años 90, ha finalmente regresado con su nuevo material en 15 años, ahora con sus cuatro integrantes viviendo fuera de Venezuela.

José Henríquez (guitarra, voz) en España, Paolo de Oliveira (teclados) en Colombia, y Sidney «Gato» Reyes (bajo) y José Juan Sanguinetti (batería) en México, lanzan el tema «Güeitin» como primer adelanto de su nuevo disco el cual será lanzado por el sello Music Mangiatore y que habían dejado inconcluso a comienzos de la pasada década.

Será el cuarto álbum para Culto Oculto luego de Flotar no es más que existir… un movimiento ondulatorio, grabado en 1996/97 y lanzado por el sello mexicano Culebra Continental; Baralt000mix, lanzado en 2000; y en 2002 el tercer álbum, Blanco, cuando ya Henríquez había puesto sus pies en España.

El tema, que entra con una suavidad casi desconcertante, así como lo hace la realidad en las mañanas, va escalando hacia una danza que, a partir de exactamente el minuto 2:16, recuerda a esa escena de Lock & Stock en que la partida de poker acaba de terminar para Eddie y todo le da vueltas. 

Todo comienza con un delicado ritmo que uno podría encontrar parecido a los sonidos de una casa que terminan despertando al que duerme hasta tarde.

Poco después, una guitarra en trance y la magistral línea de bajo entran, creando, junto con la percusión, una sensación hipnótica.

Es entonces, cuando ya nuestros oídos han sido absorbidos por esta magia, que entra la voz, con una cadencia parecida a la de un bajo y en un idioma que quizás para alguna civilización futura o de otro lugar lejano resulte significar algo, pero que para nosotros queda como sólo un balbuceo que eleva ese hipnotismo.

Al mismo tiempo uno puede sentir que alguien está tratando de comunicarse y nadie es capaz de comprenderlo. 

Es entonces cuando, en el minuto 1:12, con un último «a» desganado, se da paso al estribillo. Tanto la guitarra como la percusión se vuelven momentáneamente más agresivas, mientras que los balbuceos suenan algo más desesperados: este alguien se ha dado cuenta de que no estamos logrando entender lo que dice. 

Volvemos al hipnotismo del principio, pero esta vez decorado con juegos en la guitarra que lo hacen algo más atormentado y que terminan por devolvernos al estribillo, donde ahora la guitarra parece indicar como el sujeto corre de un lado al otro, como buscando una salida de la cárcel verbal en que se encuentra.

Finalmente, todo se convierte en un ambiente perfecto para dar saltos alocados por toda una habitación, casi como queriendo golpearse con las paredes: la desesperación de nuestro personaje ha llegado a su cumbre, y es entonces cuando termina aceptando su condición, y se rinde de repente: la canción termina. 

Así es la escena que este nuevo single construye en mi cabeza, y cómo se me ocurre comunicar la sensación que me provoca. En pocas palabras: hipnótica y algo desesperada. 

Diego Henriquez Gugliotta