Jorge Glem
Concierto en Centro Cultural BOD, Caracas
(Abril 22, 2016)
Jorge Glem es una caja de sorpresas. Cada presentación, cada nueva grabación representa un nuevo hito para el cuatro venezolano, un instrumento que ha alcanzado niveles insospechados de expresividad gracias a una generación de cuatristas de la que él es uno de los abanderados.
Después de haber visto a Glem en diversas facetas y colaboraciones (con C4 Trío, Desorden Público, Rock and MAU, Jordan Ruddess, Alexis Cárdenas, Pacho Flores e incluso Caramelos de Cianuro, entre muchos), hacía mucha falta verlo en una faceta solista íntima y si se quiere austera, sin invitados (a excepción de sus compañeros de C4 Trío en el tema “Luisana”, dedicado a su esposa).
Nunca ha sido fácil mantener el interés en un concierto con un solo instrumento. Hace unos pocos años habría sido impensable un concierto de cuatro, pero tal ha sido el redimensionamiento del instrumento por parte de Glem que este concierto fluyó de manera brillante de principio a fin.
El show comenzó con “Pez volador”, de su disco En el cerrito, que dedicó a su ciudad Cumaná. Tras él contó la primera de muchas anécdotas, siempre con naturalidad, humildad, sin falsas posturas.
El conocido tema “Bily”, dedicado a su padre (como le llaman), recibió un nuevo tratamiento con efectos wah wah, muy distinto al conocido con C4 Trío. Ataviado con sombrero y camisa a cuadros abierta, en plan desenfadado, Jorge lució siempre cómodo y relajado, como en familia, a pesar de repetir que se sentía algo nervioso.
Antes de tocar “Lesbia”, dedicada a su madre, contó que al componer la canción imaginó estar en su vientre y dentro de él le surgieron acordes de Guillermo Dávila, los mismos que ella escuchaba estando embarazada de él.
La primera versión de la noche fue “Por alguien como tú” de Carlos Moreán, que trabajó con loops, la cual precedió a otra dedicatoria, está vez a sus sobrinos con el tema “Coroticos”, a ritmo de delicada samba.
Jorge siguió en plan cronista y contó que sus primeras inclinaciones musicales fueron hacia la percusión, armando sets con las ollas de su mamá, quien le pidió al menos no usar la renaware. No fue la primera vez que levantaba las risas sinceras del público, totalmente sintonizado.
Empezó entonces un segmento didáctico sorprendente con el cuatro, haciéndolo sonar como conga, charrasca, bongó, timbal y así fue tocando bolero, guaguancó, merengue dominicano… “Somos privilegiados de tener un instrumento tan ilimitado como el cuatro”, dice con orgullo y arranca con el famoso tema “El norte es una quimera”, con los que simula esa percusión.
La gran sorpresa sobrevino cuando anunció que cantaría por primera vez. Tras persignarse, se atreve con “Bandida”, una especie de vals peruano, que resuelve muy bien, afinado y sin efectismos.
Pero las sorpresas siguen. De seguidas arma la orquesta cubana con el cuatro y varios loops superpuestos, cada uno sonando como un componente de una orquesta de salsa: timbal, cencerro, congas. Entonces anuncia a la “orquesta super cubana Nirvana” y toca “Smell Like Teen Spirit” sobre el loop de salsa y con un efecto propio de una guitarra eléctrica. Glem es capaz de todo.
Dos de sus compositores más admirados los unió en un solo tema, Ilan Chéster y Juan Luis Guerra. Le dedica entonces el tema “Luisana” a su esposa y mientras empieza a tocar entran a tarima de puntillas Edward Ramírez, Héctor Molina y Gustavo Márquez, sus compañeros de C4 Trío, para acompañarlo. Fue un encuentro corto pero emotivo. En seguida toca el conocido tema “San Pedro”, en una adaptación muy delicada y sensible.
Otro momento especial fue “El mariscal”, homenaje a María Rodríguez, la cantora de Cumaná, fallecida hace dos años, cuya voz e imágenes acompañaron el cuatro de Glem. Nueva sorpresa fue ver a Jorge tocando la bandola oriental en el joropo con estribillo “El bandolín morocho” de Cruz Quinal, cuya base instrumental fue construida a base de loops de cuatro. Glem, simuló la trompeta con su boca de manera fantástica.
Otro guiño a sus padres fue el bolero “De que callada manera” de Pablo Milanés y Nicolás Guillen, que de nuevo se atrevió a cantar, con buen resultado.
Finalmente explica que cuando era niño tocaba piezas clásicas de Bach, Beethoven, Bizet, Orff, con el cuatro y que las iba a incorporar al “Pajarillo” con el cual anunciaba su despedida. La fusión sonó fantástica y pretendía ser el broche de oro. Pero la gente lo aclamó y decidió despedirse con “Isn´t She Loves Me” de Stevie Wonder.
Glem ofreció un concierto de inigualable frescura y originalidad, propio de los genios más humildes.
Carla Montero/Juan Carlos Ballesta