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Víctor Morles con la Mano en la cabeza

Victor Morles
Foto: Ross Zeppendfelt

La música afrovenezolana es la protagonista en la tercera producción independiente del músico caraqueño, la cual cuenta con participaciones de artistas reconocidos y talentos emergentes


El músico, compositor, inquieto investigador y renovador de las tradiciones venezolanas, Víctor Morles, lanza Mano en la cabeza, uno de sus más ambiciosos trabajos como solista, acompañado en esta aventura por el grupo Venezolano Sound.

La ocasión es propicia para entrevistarlo sobre este nuevo paso en su carrera, que significa una inmersión en los ritmos afrovenezolanos desde una perspectiva actual

Mercedes Sanz
@JazzMercedes

Apenas se escucha la tenue lluvia. Entra un sutil piano eléctrico, y luego estallan los tambores y melodías electrónicas. El ambiente tranquilo se transforma en un frenetismo percusivo acompañado de una voz masculina. La letra habla de una zona rural que se presta para la siembra de caña, café, maíz y cacao. Hay un río caudaloso y santos negros.

Con un género llamado culo’e puya o tambor redondo de Curiepe, población de Barlovento -zona central costera de Venezuela, con playas y montañas-, “Habladurías” es el tema que abre el tercer disco de Víctor Morles y su Venezolano Sound: Mano en la cabeza.

El joropo tuyero cedió el testigo a la música afrovenezolana. Distintos estilos de tambor (mina, redondo, quichimba, entre otros), canto indígena jivi y más vertientes, son trabajadas con la electrónica. El teclado funk da la estocada psicodélica a las nueve canciones y un remix de este material.




Pianista, arreglista, compositor, director y productor, en la hoja de vida de Morles hay que agregar la de investigador. La búsqueda de sonidos, cultores, instrumentos y formas de vida es parte de la labor de campo que el músico hace para ver qué descubre y qué incorpora en su propuesta.

Esa atracción hacia la música tradicional venezolana es algo arraigado en el artista: “Mi familia es del interior del país y siempre andábamos fuera de Caracas visitando pueblos y monte adentro. También en mi infancia eran famosos 1, 2, 3 y Fuera!, Un Solo Pueblo, Serenata Guayanesa; más tarde agrupaciones como El Cuarteto, Ensamble Gurrufío, compositores como Pablo Camacaro, Luis Laguna, me enamoraron de la música venezolana. Y luego mis viajes a conocer tradiciones terminaron por llevarme cada vez más a la raíz y a apreciar nuestra música de forma más cruda”, confiesa el pianista.

Morles estudió música y piano en el instituto Ars Nova, donde se graduó con mención Composición. En ese entonces conoció a un respetado y recordado músico de la ciudad: Raúl Abzueta -integrante fundador de Caracas Sincrónica-, a quien consideraba su padrino musical.

Abzueta era guitarrista y compositor y dominaba una amplia gama de ritmos criollos. Ambos formaron Mixtura, proyecto que exploraba varios campos sonoros y entre los más vanguardistas de la década de 2000 en Venezuela.

Paralelamente, Morles tocaba en diferentes agrupaciones (Herencia, Pibo Márquez y más) hasta que cristalizó su propia idea. Todos estos pasos se dieron al mismo tiempo. El teclista no permanecía en un solo plan. Actualmente, ya desde hace unos años, es el teclista de Desorden Público, lo que le aporta a la banda una nueva sonoridad.

Natural (2011) y Joropos (2015) son los álbumes anteriores a Mano en la cabeza. Los dos primeros tienen el joropo central o tuyero como base, y el tercero es diferente. Lo que tienen en común es el acercamiento a los ritmos tradicionales del país y el piano como constructor de atmósferas.

El teclado es la columna en la música de Morles, con funciones rítmica, melódica y armónica. Es más que un instrumento acompañante.

El resto de los integrantes de Venezolano Sound son el cantante y maraquero Antonio Armas (de 1, 2, 3 y Fuera!), el percusionista Luis Felipe Hidalgo (Afrolibertad) y el bajista Miguel Arellano (Camay, ex- Cunaguaro Soul).

Victor Morles Venezolano Sound
Foto: Ross Zeppendfelt




Víctor Morles habla de Mano en la cabeza

¿Después de Joropos seguidamente pensaste en producir un próximo disco?

¡Claro que sí! Siempre estoy pensando en hacer discos, de hecho tengo varias cosas que he grabado y espero que salgan a la luz. Cada vez que saco un disco, pienso en el siguiente que voy a grabar.

¿Cómo nace la idea de hacer Mano en la cabeza?

Bueno, siempre he estado conectado con la música afrovenezolana desde que empecé mi camino en agrupaciones como Herencia y otras. Y compartí muchos San Juanes girando por Venezuela. Así que la música afrovenezolana siempre ha estado presente en mí.

Lo que terminó de decidirme a hacer un disco de sólo esta música fue mi reencuentro con los tambores culo’e puya y eso fue, en gran parte, por Luis Felipe Hidalgo, que me acompaña en este disco.

Y con mi búsqueda, escuchando música de África, se me fue consolidando esta idea.

¿Qué tipo de música de África?

Mbira de Zimbabue. Es música tocada con ese instrumento, mbira, y tiene varios estilos.

¿Cómo es tu abordaje o acercamiento a la música afrovenezolana desde el piano?

En parte también he ido viendo cómo se trabaja esta música para ir dando mi aporte desde otro punto de vista. En la música afrovenezolana el trabajo pianístico se hace acercándolo a la música afrocubana, salsa, latinjazz; y yo quise darle otro timbre y otras pinceladas.

Entonces, escuchando mucha música africana, ya que ellos trabajan la música de otra manera, más groove, más melodías sencillas, fue lo que me terminó de inspirar a hacer este disco, a partir de todas estas búsquedas.

¿Desde cuándo formaste Venezolano Sound?

Venezolano Sound tiene muchos años, de hecho, yo hice varios toques en pequeños locales de Caracas con ese nombre hace tiempo (risas). Era como un grupo más de descarga, con temas sencillos, temas que eran una progresión armónica, un coro y por ahí íbamos improvisando.

En ese momento participaban Rafael Pino, Army Zerpa y varios de los músicos que están en el disco. Después, hice toques, engaveté todo eso para seguir con Joropos y el golpe tuyero, y madurar más la idea en mi cabeza.




Uno de los fuertes del disco son los invitados internacionales como Winstor Farrell y Corina Lawrence. ¿Cómo llegas a ellos?

Llego a Winston por uno de los festivales de poesía que se organizaban en Caracas. Los participantes de ese festival grabaron todos un poema recitado a capella para ser intervenido y musicalizado, y yo me encargué de esa musicalización, la cual se quedó guardada por ahí, espero que algún día salga a la luz.

Y bueno, por ahí llegué a mucha gente y Winston fue uno de ellos. A Corina Lawrence, una cantante argentina que vive en Ciudad de México, la conocí en 2018 cuando hice la Natural México Tour. Allá compartimos y hasta grabamos.

Todos los demás son gente con la que uno comparte: Betsayda Machado, Belkys Figuera, Ángel Palacios, Cheo Clemente, Gretzy Atencio y así los demás.

Hay variedad de géneros venezolanos de raíz afro

Sí, hay tambor mina, quichimba, culo’e puya, son los tipos de tambor que más trabajé en el disco. Hay malembe, hay perrendenga de Lara, en «Areinwe» trabajé una base de tambor de Guatire.

Se aprecian estilos tradicionales no convencionales

Me he dedicado, en gran parte, a hacer los repertorios no famosos de la música tradicional venezolana; es muy extraño que yo toque algo muy conocido. Eso tiene su razón de ser y es que no creo que la música venezolana sea nada más temas famosos, es mucho más amplia, hay más cosas que mostrar.

En mi búsqueda por ir más a la raíz, uno se encuentra con muchos cultores que hacen esas músicas de forma natural, que nacen con eso, y lo hacen porque les nace y, de repente, no es gente que llega a los medios de comunicación. Y creo que es gente que también tiene mucho valor. Procuro buscar cosas que la gente no conozca.

Además de los ritmos de origen afro, hay otras corrientes de la música criolla. Por ejemplo, hay un canto perteneciente a la llora (Ahí viene el oso), que es una danza del estado Aragua. ¿Por qué incluiste esta expresión?

Bueno, la música de la llora es hermosísima y tiene unos joropos particulares. También tienen este tema, “El oso melero”, que es un poquito distinto a los demás y es sencillo, y esa es una de las razones por las cuales lo toco (risas). Me gusta tocar música sencilla en la parte melódica y armónica.

Y otra de las razones es porque veo que en mucha de nuestra música tradicional hay un gran toque de ingenuidad, y esta canción, por ejemplo, es casi que una canción para niños. La idea del coro de niños surgió de ahí. Por eso están Los Tucusitos.

La llora no se vincula con alegría, todo lo contrario, sino con un ritual mortuorio

Sí. Se dice que antiguamente era un rito indígena mortuorio y la música son unos joropos.

Ahí viene el oso es una adaptación

Claro. Es una versión de “El oso melero”, un tema tradicional que es más hacia lo indígena y, de hecho, nosotros lo hacemos mucho más lento, lo suavizamos y lo melcochamos un poco, la verdad (risas).




¿Cómo nace la idea de poner a Betsayda Machado y a Antonio Armas a cantar juntos?

Quise invitar a Betsayda a grabar un tema que fuera más bien dulce, que no fuera tambor o algo recio. Y por eso la invité a esta versión de “Ahí viene el oso”. La idea original era que cada quien cantara una estrofa, pero no sé, en algún momento, cuando escuché a Betsayda grabando, dije que esto tiene que ser un dúo.

Así que grabamos la segunda estrofa a dos voces y quedó hermoso. Esas dos voces me parecen que hicieron buena pareja.

Hay una perrendenga, que es uno de los sones del tamunangue

Sí. Hicimos esa versión de ese son, de la perrendenga. Es un poco arriesgado porque el tamunangue es devocional, tiene sus normas, y es una perrendenga con una letra no tradicional. La saqué un poco de su contexto.

Ese tema, “Que no pare en cinco días”, trata de una fiesta en una comunidad donde todos comparten y quieren disfrutar de esa celebración. Es algo arriesgado y no sé si se ha hecho antes. Se lo he mostrado a tamunangueros y lo han aceptado con los brazos abiertos. La letra es de Armas y mía.

Creo que esos ritmos, aunque tengan su razón devocional, ¿por qué no usarlos en otras cosas de la música? Así como un golpe de tambor se toca hoy día en unos quince años, qué sé yo, no sólo se le toca a San Juan, ¿por qué no bailar esas músicas en otro momento de la vida?

De repente yo no soy tamunanguero ni devoto de San Antonio, pero también quiero disfrutar de esa música.




Por otra parte. se escucha una pieza, Areinwe, basada en un canto de la etnia jivi. ¿Tuviste que hacer trabajo de campo?

A esa música llegué por un disco editado en el Cendis (Centro Nacional del Disco) y no recuerdo el nombre. Ese tema es algo sumamente sencillo pero me enganchó mucho, y lo fui trabajando y saqué la letra del mismo disco.

Gretzy Atencio me ayudó con la letra porque la conoce. Yo lo enriquecí y le inventé melodías. Al final, el tema terminó siendo una mezcla, tiene tambor de Guatire, de Juan Carlos Segovia, también está el Churro Green en el sitar.

La portada es un collage de la artista Sain-ma Rada. ¿Cómo fue este proceso?

A Sain-ma la conozco desde hace muchos años. Ella también es bailarina. Hace tiempo empezó a hacer estos collages y son de los primeros que hizo. Por casualidad vi su trabajo, los publicó en las redes sociales y enseguida me enganché, dije que eso cuadraba perfecto para lo que yo estaba haciendo hace ya unos tres o cuatro años.

Entonces, hablé con ella y me dijo que sí.

Víctor Morles Mano en la cabeza
Arte: Sain-ma Rada

¿Cuál es el mayor aprendizaje en este disco?

(Piensa). Oye creo que (risas) hay tanto aprendizaje que no sé si pueda decirlo. Participé en toda la hechura del disco, en la grabación de audio, varias composiciones, los arreglos, el concepto, la mezcla, el master, hice los videos junto a otra persona. Entonces, el aprendizaje es muy grande.

Creo que el mayor aprendizaje es que podemos crear muchas cosas teniendo como inspiración nuestra identidad, nuestra música que se hace en estos lados.

¿Qué representa Mano en la cabeza?

Bueno, en lo musical es un nuevo horizonte, donde tengo nuevas formas de expresión, donde puedo ver hacia donde sea y caminar hacia cualquier punto del horizonte y todavía no he hecho camino, realmente.

Es como una nueva fuente de inspiración, creación. Y además, me he acercado más a gente que ya conocía, me he acercado más a la música tradicional.




La acuarela sonora de Morles

Víctor Morles tiene un olfato peculiar para escoger músicos y voces. Desde artistas consagrados hasta desconocidos se encuentran en una misma producción o canción. Desde personas con premios hasta cultores escondidos. De tal manera que son diversos los talentos que Morles muestra y pone a dialogar.

Tenemos, por ejemplo, a una notable Betsayda Machado y también a La Jefa Machado, una rapera de La Vega. Por cierto, estas intérpretes no son familia y participan en composiciones diferentes.

Numerosos creadores se encuentran en esta obra discográfica, por ejemplo, Ángel Palacios, Belkys Figuera, Joel “Pibo” Márquez, Ensamble B11, José Alejandro Delgado, Los Tucusitos, Gustavo Medina, Rafael Pino, Javier Marín, Manuel “Churro Green” Churión, Cheo Clemente, Marcos Afrocódigos, entre otros invitados.

Más que una opinión, te voy a dar una definición de lo que pensé del disco. Me parece que es una nave porque me ha permitido volar al pasado, al presente, al futuro y a diferentes locaciones. Me gustó mucho toda su mezcla de grooves, de funky, y de viaje interno por Venezuela”, aseguró Churro Green, bajista y multiinstrumentista que ha colaborado en incontables proyectos.

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