Contra todo pronóstico la afamada cantautora británica visitó Venezuela para presentarse una noche y contribuir con proyectos benéficos
Joss Stone
Concierto en La Quinta Bar, Caracas
(Abril 22, 2016)
El anuncio de la visita de la afamada cantante británica Joss Stone a Caracas fue una sorpresa mayúscula. Ni su equipo creía mucho que eso llegara a pasar en medio del Total World Tour. Precisamente lo ambicioso de ese tour con el que pretenden llegar a todo el planeta hizo que Joss pusiera el ojo en Venezuela.
Lo que parecía uno más de tantos rumores, se convirtió en realidad ante la incredulidad de muchos y la emoción desatada de otros. Incluso el conocido caso de la salud de su perrita que la llevó a posponer los conciertos en Trinidad y Barbados, parecía la circunstancia lógica para que no pisara Venezuela.
Pero Stone quiso visitar Caracas, ese fue el combustible para que se produjera este show íntimo ante unas 500 personas. Sin su deseo expreso, esta presentación hubiera sido imposible.
Su visita, sin embargo, no fue solo para dar un concierto, sino que también contempló una colaboración con un artista local, tal como ya ha hecho en otros países y que se alinea muy bien con su costumbre de grabar con muchos músicos. Además, la visita tuvo fines benéficos, cosa que la enaltece.
Joss viajó acompañada de su hermano Harrison Stoker, quien se encarga de documentar cada concierto y cada lugar que visitan, el tour manager Peter McKay y el guitarrista Leon King. Los pasajes fueron costeados por ella misma.
La artista elegida por la propia Joss fue Laura Guevara, luego de escuchar varias propuestas que le envió Marco Santos (Marco 77) encargado de programación y producción de La Quinta Bar.
En el trayecto Madrid-Caracas se aprendió la canción de Laura, “Yo sabía” (contrario a lo normal, prefirió no cantar un tema propio) y apenas llegando a Caracas en la noche del miércoles 21 de abril se dirigieron al encuentro en Villa Planchart, a la Quinta El Cerrito. El resultado fue filmado para ser publicado en la web jossstone.com, así como fotos del show y la visita.
El mismo día del concierto viajaron a la Hacienda Santa Teresa. El donativo de lo recaudado en el concierto por concepto de entradas vendidas (tras pagar el hotel y la seguridad) fue donado íntegramente a la Fundación Santa Teresa para el Proyecto Alcatraz que ayuda a reeducar a los presos. Ellos se fueron vía República Dominicana sin llevarse un centavo, pero si muchas buenas sensaciones.
Para una artista que aun no llega a los 30 años, que ha vendido 14 millones de discos desde su aparición en 2004 y que se ha presentado en todo tipo de escenarios del planeta, esta pareció ser una ocasión exploratoria, pero sobre todo fue un gesto de buena voluntad para con una población desasistida y cada vez más relegada de los circuitos internacionales que llevan a muchos artistas (casos recientes: Radiohead, The Rolling Stones) a buena parte de los países de la región y no a Venezuela.
Su curiosidad fue lo suficientemente poderosa como para que se plantara sola con su torrente de voz y gran carisma en la tarima grande de La Quinta Bar. Solo la acompañó el guitarrista, que en realidad tuvo un rol muy secundario, casi marcando acordes para que Stone se luciera.
Desde el comienzo (hora de inicio 9:15 pm aunque las entradas indicaban las 10 pm) se produjo una mágica conexión entre Joss y la audiencia, parte de la cual se había apostado desde muy temprano cerca de la tarima. Otra parte de los presentes no la conocía tanto.
Desde que apareció en tarima, Joss no paró de irradiar simpatía, sonrisas, palabras de agradecimiento. No dejó toda la noche de interactuar con el público, tanto así que permitió a dos muchachas cantar buena parte del tema “Music”, ante su perplejidad.
La combinación infalible de voz, buenas canciones, ingenua sensualidad y desbordada dulzura, fueron una fórmula que cautivó a todos, a pesar que en la parte de atrás hubo que lidiar con el ruido de la barra y algunas personas que a pesar de haber pagado Bs. 11.000 a medida que iba avanzando el espectáculo hablaban y reían con más intensidad, generando recurrentes “sshhhh” del resto de la audiencia.
El carácter acústico e íntimo del show y las muchas partes que prácticamente cantó acapella hacían indispensable mantenerse en silencio.

Pero, realmente, nada opacó la hora y media de canciones escogidas, con especial énfasis en el más reciente disco, Water for Your Soul, cuya médula es el reggae.
De este disco sonaron varios temas como “Way Oh”, “Love Me”, “Stuck on You”, “Cut the Line”, “Star” y la especialmente pegadiza “Molly Town”. Siempre estuvo atenta a las peticiones y en varias ocasiones complació a la audiencia con segmentos de versiones, como la emblemática “It´s a Man´s Man´s Man´s World” de James Brown, “Work” de Rihanna, “Singles Ladies” de Beyoncé o “Piece of My Heart” de Janis Joplin.
Alguien pidió “I Put a Spell on You”, pero nos quedamos con las ganas. No dejó de tocar “Super Duper Love”, “Fell in Love with the Boy”, “You Had Me” y “Right to be Wrong”, que la lanzaron a la fama.
Joss Stone desapareció en segundos de la tarima y aunque algunos aguardaban que saliera a saludar, tomarse fotos y firmar autógrafos, nada de eso ocurrió.
El buen sabor quedó en el ambiente y la sensación de haber disfrutado de una de las más potentes voces en el rango contralto y mezzo soprano del universo pop fue reconfortante. Hay que agradecerle este fantástico gesto a ella y a La Quinta Bar.
Juan Carlos Ballesta
