Kikagaku Moyo + GAF y La Estrella de la Muerte
Sala Caracol, Madrid
(Diciembre 1, 2018)
Uno de los conciertos ligados a la psicodelia más importantes de 2018 en Madrid ha sido sin duda este organizado por Giradiscos, que congregó a dos bandas estupendas que beben de algunas fuentes comunes pero con sonido muy distinto. Una es española y la otra japonesa.
La primera de ellas, GAF y La Estrella de la Muerte, formada en Tenerife hace ya más de 10 años, ha estado presentando su nuevo disco Gamma Bay, el primero en cinco años, con el cual se reafirma como una de las agrupaciones más aventuradas e interesantes del rock psicodélico hecho en España. La segunda, nacida en las calles de Tokio, es el soberbio quinteto Kikagaku Moyo, con apenas cinco años de historia, pero con una creciente base de seguidores.
El viaje de GAF
El concierto del sexteto tinerfeño se basó principalmente en el nuevo disco, parte del cual repasaron en la primera mitad. Gamma Bay posee nuevas influencias que se suman a las anteriores.
“Ancient Jewelry” y “Millions of Stars”, piezas con las que abrieron, se mueven en terrenos del shoegaze, con la voz de Carolina Machado como elemento central, quien escondida entre amplificadores y teclados, realiza un magnífico trabajo en el doble rol de baterista y vocalista. Aunque su estilo es algo diferente nos hizo recordar a Mimi Parker con Low. Ecos de Slowdive, Stereolab y Spacemen 3, entre otros, orbitaron sobre la Sala Caracol.
En las lisérgicas “Andromeda” y “Secret Geometry”, las guitarras de Kurajica Mladen y César Chinarro explotan y se entrelazan con la voz de Machado en un entramado envolvente potenciado por la circular base rítmica de Machado y el bajista Eduardo Villalobos, siempre ubicado en una esquina sin iluminación.
El fantástico disco homónimo de 2011 estuvo representando por el tema “Ancient Mission Control Center”, de espíritu planeador, aquí en una versión más extendida y densa en la que murallas de guitarras, la percusión tribal y los teclados de Jose J. Martín en la onda Agitation Free, construyen un viaje cósmico tremendo. Volvieron entonces al reciente disco con la delirante pieza “Tiger”, destapando todos los demonios krautrockianos y psicodélicos en un crescendo de alto impacto. Machado toca y canta parte del tema parada.
La pieza final, “Yanakis”, del disco Sunriser (2013), fue la apoteosis. Cada uno abstraído dentro de su instrumento, el sexteto fue modelando una larga incursión cósmica con elementos de Ash Ra Tempel, Gurú Gurú, el Pink Floyd de la primera era post Syd Barrett y Explosions in the Sky. Los teclados de Martín sirvieron de colchón para que el resto tejiera la telaraña: Mladen contorsionando con su guitarra y efectos, Chinarro como si estuviera en alfombra voladora, Alejandro Padrón con la expresiva trompeta, las maracas y la percusión electrónica…Fue un auténtico mantra, un tour de force ideal para cerrar un conciertazo que fue ganando en intensidad a medida que avanzaba, hasta expulsar toda la lava contenida en una especie de gran fuente multicolor.
GAF y La Estrella de la Muerte es una banda adictiva.
La psicodelia krautnipona
A las 22:30h aparecieron los cinco integrantes de Kikagaku Moyo, todos con largas melenas como si hubieran sido teletransportados directamente desde San Francisco en 1967 al presente, con una escala previa en la Alemania de los primeros años 70.
Tomo Katsurada (guitarra,voz), Ryu Kurosawa (cítara, teclados), Daoud Popal (guitarra), Kotsuguy (bajo) y Go Kurosawa (batería, coros), se mostraron afables, felices y al mismo tiempo ensimismados en su tarea de montarnos a todos en una alfombra mágica voladora de la que fue muy difícil bajarse. Su visita a Madrid formó parte del tour europeo que ha seguido a la publicación de su reciente disco Masana Temples, que grabaron en Lisboa con el productor y jazzista Bruno Pernadas.
Arrancaron con la hipnótica “Green Sugar”, alineada con dos de las agrupaciones más representativas del krautrock más psicodélico: Agitation Free y Ash Ra Tempel. Y a partir de ahí nos atraparon sin remedio con la lisérgica y expansiva mezcla en la que caben grupos alemanes como Amon Düül II, Neu! y Can, algunos de California, otros británicos como Pink Floyd en la era Barrett y primera con Gilmour, el folk místico de Popol Vuh y pinceladas indias que proporciona la cítara eléctrica de Ryu, quien vivió unos años en India para aprender el instrumento.
Tocaron también temas de los discos Forest of Lost Children (2014) y House in the Tall Grass (2016), construyendo un hilo conductor perfecto que nos llevó de temas expansivos como “Kodama” y los guitarrazos salvajes de “Smoke and Mirrors”, a los ambientes pastorales de psicodelia folk en “Cardigan Song” y “Entrance”, para luego desembocar en temas catárticos como “Dripping Song” o “Gathering” con evidentes influencias de Can (no solo instrumentalmente sino por la forma de cantar de Katsurada que recuerda a la de su compatriota Damo Suzuki). El público no paró de mover la cabeza de manera ondulatoria, una señal de que la invitación al viaje había funcionado. Como pilotos, los cinco japoneses son magníficos.
Fueron despedidos con una mezcla de admiración y agradecimiento, pero nadie estaba preparado aún para aterrizar, así que nos regalaron una enérgica versión extendida de “Streets of Calcutta”, original de Ananda Shankar. Kikagaku Moyo es uno de los capítulos más relevantes de la psicodelia actual. Su sonido en directo es una perfecta mezcla entre intensidad y sutileza, produciendo una adicción de largo alcance.
Juan Carlos Ballesta