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David Thomas y Pere Ubu: una lección de integridad

Pere Ubu

La legendaria banda comandada por el increible David Thomas, ofreció un concierto fabuloso en Madrid presentando su último disco The Long Goodbye

Pere Ubu
Suena Conde Duque
Concierto en Centro Cultural Conde Duque, Madrid

(Enero 16, 2020)

 

Es imposible no conmocionarse ante un concierto como este de Pere Ubu. Tener enfrente en su condición actual a David Thomas, genio creador de la metamórfica banda de Cleveland, nos sobrecogió, pero al mismo tiempo nos hizo reflexionar sobre su grandeza, aún dispuesto a recorrer los escenarios del mundo con su discurso iconoclasta y su música inclasificable que desde su irrupción en 1975 ha despertado el interés de varias generaciones de amantes de la música menos convencional y aventurada.

Son 45 años al frente de Pere Ubu, uno de los proyectos más libres, impredecibles y bastardos que ha parido el rock. A lo largo de todo ese tiempo, Thomas ha reinventado la formación del grupo incontables veces y, sin embargo, la línea de trabajo ha permanecido siempre ligada al riesgo y al deseo de no ligarse a nada, convocando a músicos sintonizados con la invención como Mayo Thompson, Chris Cultler, Tony Maimone, Wayne Kramer, Anton Fier, Allen Ravenstine, Eric Drew Feldman, Michele Temple, Sarah Jane Morris, Christoph Hahn y muchos más.

Luego de 17 discos de estudio, cinco en directo y unos cuantos compilados, en los que hay punk, garage rock, avant garde, noise, música concreta, blues, krautrock y más, Thomas ha anunciado que The Long Goodbye es el último capítulo de Pere Ubu. Eso cuesta asumirlo, pero lo cierto es que ya Thomas no es el mismo indomable personaje sobre un escenario tras sufrir una enfermedad en 2017 que lo obligó a cancelar muchas fechas del anterior tour. Su otrora imponente figura se ha transformado en una frágil y deteriorada. A pesar de ese evidente retroceso en su salud (que, no obstante, respecto a 2017 ofrece mejorías), su actitud desafiante llena de ironía y humor negro sigue siendo su carta de presentación.

Decir que The Long Goodbye es un disco bizarro, alucinado y hermético, podría ser una perogrullada tratándose de un grupo que ha producido muchos trabajos repletos de licencias de todo tipo. Con este parece cerrarse el círculo, o la elipsis. Aunque, con Thomas nunca se sabe.

La grandeza de David Thomas

Sentado en una silla al centro del escenario a la que llegó ayudado por sus músicos, con una botella de Rioja a su lado derecho y sus apuntes a la izquierda, Thomas ejerció su rol de poeta/cronista/actor y director de escena.

No hay en él un ápice de auto compasión, sino todo lo contrario. Apareció vestido totalmente de negro con una raída chaqueta de cuero, camisa, pantalón con manchas probablemente de comida y sombrero de detective de novela negra de Raymond Chandler (de una de cuyas novelas tomó el título del álbum), el mismo atuendo con el que se presentó el día anterior al taller de improvisación junto al legendario baterista de Henry Cow, Art Bears, News from Babel y muchos otros proyectos, Chris Cutler.

Cogió sus gafas de gruesos cristales, dio su primer sorbo de tinto y de inmediato nos sentimos ante una especie de obra de teatro musicalizada, con un actor principal contándonos -dramatizando- cada capítulo en forma de canción, en el mismo orden en que aparecen en el disco. The Long Goodbye está compuesto por canciones que en estudio fueron pensadas de un modo y que en directo han ido cobrando una sólida personalidad.

Desde el principio, la experiencia se tornó única. Fue necesario abstraerse del espacio-tiempo para así sentir que nos hablaba un locutor o cronista desde una fantasmal emisora de radio ubicada en algún paraje de la Norteamérica profunda.

El concierto comenzó con palabras, no con música. Thomas, una vez ubicado, se metió en su personaje, y nos explicó que The Long Goodbye fue inspirado por el gran escritor de novelas policíacas Raymond Chandler y que han pasado 40 años de historias de Pere Ubu y que este álbum es el final de ese camino. “De ninguna manera es un álbum de despedida porque Pere Ubu nunca ha finalizado algo, nada está concluido y continuará para siempre”, fueron las palabras que precedieron a “Heart of Darkness”, el lado b del primer single de 1975, “30 Seconds Over Tokyo”.

No fue casual la inclusión de un tema que simboliza el mismísimo comienzo de la historia para enlazarlo precisamente con el final del camino, cuatro décadas y media después. Un rimo penetrante de espíritu proto-punk, una atmosfera misteriosa de sintetizadores y la atormentada vocalización, sirvieron de puerta de entrada para el universo Ubu, dentro del cual nos sumergimos durante la siguiente hora y media.

Tras ella, anunció de forma verdaderamente teatral el tema “What I Heard On The Pop Radio”, el resultado -a su manera- de haber estado escuchando por meses canciones pop en radios comerciales. Así, con este potente tema, dio comienzo la revisión de The Long Goodbye, y nos quedó claro que entre los sintes de Gagarin (Grahan Dowdall) y la guitarra ponzoñoza de Keith Moline no haría falta un bajista.

Pere UbuUna versión algo más larga de “Marlowe”, envuelta en efectos de novela negra adaptada al cine y un ambiente más misterioso que en él disco, sirvió de de preámbulo para la soberbia “Flicking Cigarrettes at the Sun”, uno de los pasajes más adictivos del show, con un trabajo fantástico de Chris Cutler en la batería haciendo contratiempos dentro de un tempo cuadrado. Pero fue Thomas el que nos cautivó con una histriónica interpretación.

Pere UbuSiguieron con la magnífica “Road is a Preacher”, con una sensación de viaje perpetuo con frases como “Bye-bye, baby, it’s time that I am gone” (Adios nena, es hora de que me vaya)…

Luego tocaron “Who Stole the Signpost?”, en la que Thomas nos sacude con sus reflexiones y cuestionamientos sobre la vida actual y que da paso a “The World (As We Can Know it)”, una especie de bizarro vals en plan Tom Waits, con aullidos, quejidos y regaños. Genial pieza.

Pere UbuUno de las piedras angulares de disco es “Fortunate Son”, que comienza con la frase “Oigo voces en mi cabeza…ah! soy yo!” y se desarrolla sobre una quebrada base rítmica que va y viene. Frases como “Los lugares que no existen tienen algo en común: son reales / Los lugares que existen dejan de ser reales después de un tiempo”, suenan mejor en directo.

La pieza central del disco es, sin duda, la extensa y apocalíptica “The Road Ahead”, que va creciendo en intensidad y bien podría ser una canción perdida de Captain Beefheart, un proyecto que guarda similitudes con Pere Ubu.

Tanto Don Van Fliet en su momento como David Thomas, han usado la música para disertar sobre la sociedad moderna y para recorrer los vericuetos de la cultura estadounidense. Mientras Don decidió abandonar el recorrido y retirarse a pintar -su otra pasión- David ha continuado el camino hasta las profundidades.

Pere UbuAl terminar esta pieza la impresión de estar frente a un narrador excepcional se hizo presente ante toda la audiencia, totalmente perpleja y agradecida por la entrega de Thomas.

Sobre el golpeteo incesante de la batería, y un denso bajo sintetizado, se desarrolló “Skidrow-On-Sea”, con Thomas desatando su furia narrativa.

Al terminar, David advirtió que llegaba la parte final y más temida del show. “Tengo miedo con esta canción que pretende cerrar el disco de forma positiva”, ironizando con el título “Lovely Day”, diciendo que no era una canción de The Eagles. Lo cierto es que es un tema sosegado de atmósfera más bien melancólica que es perfecto como cierre.

El colofón de Ubu

Aunque había dicho que era el final del show, David no tuvo intención de terminar y se dirigió al público ironizando sobre su condición, diciendo que se iba a quedar sentado por unos minutos porque no podía ponerse a caminar para luego regresar.

Así que con bastante sarcasmo bautizó esta última parte como “The anchor section”, dado que estaba como anclado en medio del escenario. Siguió conversando como si estuviera entre amigos hasta que comenzaron con la poderosa “The Road to Utah”, del disco Carnival of Souls (2014), para luego sorprendernos con una particular versión del tema de Neil Young & Crazy Horse, “Running Dry (Requiem for the Rockets)”, que comenzó cantando a capella ante un silencio absoluto en el auditorio, para luego transformarlo en una especie de free rock envuelto en ruido guitarrero.

Antes de tocar un último tema volvió a bromear diciendo que había llegado la hora de su cena. Una sorprendente “Highwaterville”, del disco Pennsylvania de 1998, sirvió para la presentación de los músicos y también para mencionar a su esposa, Kiersty Boon, responsable del diseño de arte de The Long Goodbye y del improvisado kiosko de venta de discos y camisetas, donde se congregaron muchos fans.

Fue, a no dudarlo, un concierto histórico ante un público entregado y admirador de Pere Ubu, vale decir de David Thomas, un personaje auténtico y de un valor incalculable. Fue una lección de integridad.

Juan Carlos Ballesta (Texto, fotos y videos)