Inicio Ahi estuvimos Ride: glorioso pasado y digno presente del shoegaze

Ride: glorioso pasado y digno presente del shoegaze

Ride Concierto Madrid

El cuarteto de Oxford, Inglaterra, gran protagonista de la corriente shoegaze a comienzos de los 90 demostró, en Madrid que vive una segunda juventud

Ride
Concierto en Ochoymedio Club – Sala But, Madrid
Producción: Primavera Sound

(Febrero 8, 2020)

En 1990, hace 30 años, un joven cuarteto de Oxford, Inglaterra, hacía su debut con una seguidilla de tres EPs y un LP. Todo en un solo año. Su impacto fue inmediato dentro de una corriente de reciente nacimiento que combinaba el dream pop, el noisy rock, la neo psicodelia y la estética indie.

Los guitarristas, vocalistas y compositores Mark Gardener y Andy Bell, y la base rítmica conformada por al bajista Steve Queralt y el baterista Laurence “Loz” Colbert, vivieron una primera etapa idílica con los EP Ride, Play y Fall, más el álbum Nowhere, todos en 1990; otro trío de EPs en 1991, Kaleidoscope, Vapour Trail y Today Forever y la secuela de 1992 con Going Blank Again (1992) y otros tres EPs, Leave Them All Behind, Twisterella y Grasshopper, antes de que su sonido denso y hipnótico comenzara a ser seducido por el surgimiento de una nueva ola de bandas en Gran Bretaña.

Carnival of Light (1994) y Tarantula (1996) fueron dos estupendos discos, pero el sello del shoegaze que había identificado a Ride ya no era tan marcado. La banda se disolvió tras críticas divididas sobre el cuarto álbum, pero sobre todo por el distanciamiento creativo entre Bell y Gardener.

Ride: un setlist de los inicios al nuevo comienzo

De los seis discos que componen la discografía del cuarteto, son cuatro los que han decidido abordar en esta gira, los dos primeros y los dos recientes que han cristalizado su retorno no solo basado en la nostalgia de un glorioso pasado, sino en el atractivo del nuevo material. Entre ambas épocas media un cuarto de siglo.

No cabe duda que This is Not a Safe Place (parte de nuestro listado Los 100 mejores discos internacionales de 2019) es un trabajo magnífico, mucho más sólido que Weather Diaries (2017), que, sin embargo, ya apuntaba a que la reaparición no sería algo efímero.

Mientras sonaba en los altavoces el tema “R.I.D.E.” salieron a escena los cuatro músicos. Con el saludo “Hola Madrid”, arrancaron con “Jump Jet”, a la que siguió la pegadiza “Future Love”, dos temas nuevos que sirvieron para sintonizarnos con rapidez y advertir que se nos venía encima una avalancha guitarrera de grandes proporciones.

Solo ver los dos inmensos bancos de efectos de Gardener, conectados uno con otro, era testimonio inequívoco de lo que pasaría. Una mezcla envidiable de instrumentos “vintage” o clasicos fue clave en el sonido alcanzado: guitarras Rickenbaker, Gretsch y Fender, bajos Fender, amplificadores Vox y Marshall, batería DW…

Ride concierto Madrid Ride concierto MadridPronto llegó el primer gran deja vu con la poderosa “Leave Them All Behind”, auténtico himno del shoegaze y del pop guitarrero. La voz principal correspondió a Mark, siguiendo la tradición desde sus inicios que quien escribe la letra es el vocalista. Bell en este caso hizo la segunda voz y esa combinación de dos voces casi al unísono es parte de su sello distintivo. Esos roles se intercambiaron a lo largo del concierto.

Fue al comenzar esta pieza que reparamos en el quinto miembro, un músico invitado que desde la ubicación de la consola principal tocaba un pequeño teclado y lanzaba ocasionales secuencias.

Bell y Gardener son y actúan diferente. Mientras el primero, ataviado con extrema sencillez y cierta displiscencia, luce habitualmente concentrado y serio -no antipático-; el segundo, ubicado como punto focal al medio, lució más risueño, con un constante bamboleo corporal que pretendía bailar cada tema, pero que en ocasiones parecía más una muletilla.

Queralt lució ausente en su esquina, aunque su bajo fue fenomenal. La batería de Colbert resultó efectiva y potente en todo momento. Quedó patente que los cuatro han vuelto a la química de sus comienzos.

Ride concierto MadridCharm Assault” de Weather Diaries sonó poderosa. Lo mismo ocurrió con las otras dos piezas de ese disco, “Lannoy Point” y “All I Want”, que han madurado muy bien desde que publicaron el disco en 2017.

Otro de los puntos álgidos de Going Blank Again fue la maravillosa “Chrome Waves”, que nos hizo retrotraernos al año 1992, con todo lo que ello implica.

Por un buen rato se trasladaron al presente, con varias piezas del reciente disco, las cuales fueron estupendamente recibidas. “Fifteen Minutes”, la acústica “Shadows Behind the Sun”, “Repetition” y “End Game”, tienen todos los ingredientes del clásico “sonido Ride”: explosiones guitarreras, vocalizaciones al unísono, solos de guitarras de aroma psicodélico, atmósferas densas y envolventes.

El tercio final de concierto fue realmente memorable. En una curva ascendente que nos activó todos los niveles de emoción, Ride retomó su lejano pasado, ahora ya casi al completo. La recordada “OX4” sirvió de despegue, para darle paso a la fantástica “Taste”, que nos sonó más que nunca a The Stone Roses. Nadie dejó de cantarla.

Antes de seguir con sus primeros y esperadísimos primeros temas intercalaron otro nuevo, “Kill Switch”, de rítmica contundente y guitarras apabullantes, con aroma a Primal Scream.

Entonces nos regalaron la seguidilla de Nowhere compuesta por la lánguida “Dreams Burn Down”, con la erupción guitarrera final; la distintiva “Polar Bears” y esos trémolos de guitarras que ya entonces recordaban a Spacemen 3; y “Vapour Trail”, una pieza hipnótica que recogía influencias del mejor indie pop ochentero como Felt, The House of Love e incluso The Smiths.

Ante la satisfacción colectiva se retiraron para regresar en un par de minutos y comenzar tocando “In This Room”, un tema de This is Not a Safe Place que funcionó como bálsamo preparatorio para lo que nos tenían reservado como épico final.

Una sensación de vértigo nos pasó cuando escuchamos por primera vez Nowhere, cuyo primer tema nos dejó sin aliento. Nos volvió a pasar aquí con la interpretación monumental de “Seagull”, un tema inmortal que el tiempo se ha encargado de engrandecer aún más. Bell, Gardener, Colbert y Queralt nos hicieron virtualmente levitar con una descarga eléctrica de grandes proporciones.

Así mismo, flotando, nos retiramos de la sala, agradeciendo a Ride por los muchos vatios de buen gusto recibidos.

Juan Carlos Ballesta (Texto y Fotos)


Crushed Beaks: el ADN británico

La difícil responsabilidad de calentar al público antes del plato fuerte correspondió al trío londinense compuesto por Matthew Poile (voz, guitarra), Alex Morris (batería) y Scott Bowley (bajo, coros).

Aunque no es una banda tan nueva, su presencia en el escenario es tímida, como si se hubieran presentado pocas veces. Pero, lo realmente importante es que tienen buenas canciones, con un ADN ligado con bandas esenciales del britpop como The House of Love, la propia Ride y Blur -la voz de Poile recuerda en algo al Damon Albarn de los 90.

En poco más de media hora tuvieron tiempo para tocar diez canciones, cuatro de ellas (“April”, “History”, “Overground” y “Feelers”) del ya algo lejano debut Scatter (2015), y seis de su reciente y más maduro disco The Other Room (2019) (“Honesty Boys”, “Ad Nauseam”, “Strange Things”, “Sky Burial”, “Silver Tongue” y “Right Machine”)

No inventaban nada, pero sus canciones se dejaron colar con naturalidad entre la asistencia que iba creciendo a medida que avanzaba el show y se acercaba la hora de Ride.

Chrushed Beaks Chrushed Beaks Chrushed Beaks

Artículo anteriorNeil Peart – Rush: podcast especial póstumo 
Artículo siguienteDestroyer – Cue Synthesizer (Video Oficial)