Smashing Pumpkins
CIEC de la Unimet, Caracas
(Junio 26, 2012)
Archivo Ladosis
La primera visita al país de la banda que comanda Billy Corgan no fue el típico concierto enmarcado en una gira o para promocionar un nuevo disco –en este caso Oceanía, recién editado-. El anuncio del concierto fue precedido de expectativa, tanto por aquellos que se habían hecho acreedores de verlos en vivo luego del trabajo comunitario en el proyecto “Comparte tu legado” de la firma escocesa Buchanan´, como por los que se mantenían incrédulos al no poder asistir. Lo cierto es que la jornada fue, sin duda, singular, en un ambiente no usual para un concierto de rock, aunque en el CIEC se hayan hecho otros anteriormente.
El amplio recinto fue dispuesto para que alrededor del vistoso escenario se ubicaran varias barras desde las que durante toda la noche, sin descanso, partían tragos de Buchanan´s 15 años, además de una generosa cantidad de pasapalos. Fue un concierto que se pudo disfrutar muy cómodamente, con una logística que funcionó a la perfección. La única deuda pendiente fue con el sonido, que en ese lugar siempre resulta cuesta arriba. El primer tercio sonó indefinido, pastoso, aunque a decir verdad Smashing Pumpkins siempre ha sido una especie de “wall of sound”, con guitarras densas que dejan poco respiro y dificultan –como en esta ocasión- lograr un sonido prístino.
Aunque la causa que trajo al país al cuarteto es de naturaleza filantrópica, Billy Corgan no hizo ni una sola mención al respecto y apenas arrojó un tímido “Thank you” avanzado el show. Su labor se limitó a dispararnos 16 temas, que a medida que fue avanzando la noche sonaron con mayor contundencia y claridad. Lo mejor, probablemente, haya sido el encoré con la versión de “Space Oddity” (David Bowie) y los 8 minutos apabullantes de “X.Y.Z” en la que aprovecharon a incluir pinceladas de “Walk”, de Pantera.

Los primeros 3 temas, “Black Diamond” (versión de Kiss), “Zero” y “Bullet With Butterflies Wings”, tuvieron un sonido desconcertante que invitó a muchos a moverse, buscando el mejor lugar, comprobando que, de hecho, en ciertos sitios el sonido era visiblemente superior que en otros. Con la emblemática “Today” de Siamese Dream (1993) fue que se logró la primera gran simbiosis banda-audiencia. Luego siguieron “Starla” y “The Beginning is The End is The Beggining” y dos temas de Oceania, “Quasar” y “Panopticon”, que si bien pocos habían oído, fueron bien recibidos.
Los momentos álgidos del show ocurrieron con “Tonight, Tonight” y “1979” dos de esos temas que definen los años 90 y que pertenecen a Mellon Collie and the Infinite Sadness, del que interpretaron 6 canciones. Entre ellos sonaron “Ava Adore” y “Oceania”. El final del set correspondió a “Cherub Rock” y “Muzzle”, pero, como dijimos, lo mejor estaba por venir con el encore.
Al finalizar, un grupo de asistentes sin intenciones de irse, se quedó comentando el concierto mientras sonaban las mezclas de Oscar Leal –distintas a las del preámbulo- y acabando con el inventario de whisky.
Juan Carlos Ballesta