Clara Peya
Café Berlín, Madrid
(Febrero 7, 2019)
En la música y en el arte en general, el primer contacto resulta determinante para interesarse y seguir indagando sobre un artista o perder el interés prematuramente. Las primeras veces suelen ser especiales. Eso acaba de ocurrirnos con la pianista y compositora barcelonesa Clara Peya, que a pesar de contar con siete discos en 10 años y una sólida propuesta, hace apenas un mes apareció ante nosotros. Por ello su reciente disco Estómac (2018) no fue considerado para nuestra lista de Los mejores 25 discos españoles de 2018, aunque lo merecía. A decir verdad, Peya no es demasiado conocida en Madrid. Su trabajo ha sido desarrollado principalmente en Cataluña. Por ello esta siembra es importante en la búsqueda de ampliar sus audiencias, cosa que a juzgar por este show, la calidad de sus grabaciones y la consistencia de su mensaje, va a ocurrir pronto.
Este concierto fue, sin duda, revelador. Aunque no se presentó con su banda completa, la presencia de la cantante Magalí Sare y el bajista y productor Vic Moliner fue determinante en la construcción de un discurso musical ligado al feminismo (tanto que todos hablan de “nosotras”), que suena a un estilizado y particular trip hop, a veces más cercano al hip hop, otras al jazz, con pinceladas académicas y sensibilidad pop.
Cada uno de ellos utiliza, además, recursos tecnológicos que contribuyen a enriquecer cada canción. Peya mezcla con maestría todas las influencias que ha ido absorbiendo en el camino, comenzando por su propia formación académica, que se nota especialmente en sus intervenciones solistas con el piano. Pero hay más, su interés por las personas y minorías más olvidadas y silenciadas por la sociedad, le otorga una especial sensibilidad social.
La corta y exquisita “Estómac de plastic” fue escogida para iniciar y con su atmósfera nocturna aportada por el piano y la voz, se adelantó a crear la atmósfera que reinaría durante la siguiente hora y media. La pieza se unió con “I jo pensant”, de carácter algo más dramático, en la que Moliner se incorpora en la segunda voz.
Tras de ellas, Clara saludó y presentó por primera vez a sus músicos. En una muy elocuente explicación desgranó el contenido del reciente trabajo: “Estamos aquí para presentar el último disco, Estómac, una deconstrucción del amor romántico. El hecho es que quería hacer un disco guay, super comprometido, hablando de temas importantes, pero no salió nada. Entonces me di cuenta que solo sabía hablar de amor y eso me hizo reflexionar un montón. Con el Vic habíamos hecho un prototipo de disco, pero le dije que teníamos que cambiarlo todo y me dijo que estaba totalmente de acuerdo (‘no fue tan rápido, acotó Vic en medio de risas’). Total que cambiamos el disco y nos encontramos en esta tesitura hoy. Cambié el corazón por un estómago. El nombre es porque yo no siento las cosas con el corazón sino con el estómago. Los nervios, la ansiedad, el enamorarme, el vacio…El estómago es más crudo, es una víscera, no es un dibujito rojo con que haces las piruletas. Para mí lo importante es poner belleza en las cosas que son más crudas, poner un poco de luz ahí, además estoy muy enfadada con él sistema”.
En seguida abordó “Circular”, que comienza con el piano y una secuencia rítmica electrónica que da paso a la voz de Magalí, quien introdujo por primera vez el efecto que dobla la voz, utilizado siempre con sumo cuidado para no transformarlo en un recurso intrusivo o exagerado. Fue seguida por “Tierra de hielo”, uno de los momentos álgidos, con piano y voz en rol protagónico. Entonces, Vic Moliner, nos regaló un magnífico tema llamado “Completas”, que comenzó con un melódico solo de bajo que desembocó en un segmento de ritmo sosegado recitado con ligera cadencia hiphopeada. Nos hipnotizó.
Aprovechando el momento, Clara recalcó el papel fundamental que jugó Moliner en el proceso creativo y de producción, y también personal, que los llevaba a conversar sobre cambiar el mundo. Vic explicó el significado de la letra: “La idea detrás del texto es que todas nacemos completas, no necesitamos a nadie que nos complete, que es el paradigma del amor romántico, buscar la media naranja, partiendo de la base que somos incompletas, contra lo cual nos revelamos”.
De inmediato tocaron “El teu refugi”, un tema que habla de mirar el mar en el que Clara demuestra su versatilidad rapeando. La fusionaron con “Res es tos”, logrando un estupendo contraste, con Magalí cantando de manera evocadora. Siguieron con “Calma”, impresionista tema en el que Peya es dejada sola al piano para uno de los segmentos de mayor belleza estética de la noche.
Moliner agradeció y tomó la palabra: “Como todo proceso creativo, es un proceso profundamente transformador, no solo a nivel artístico sino personal. Este disco lo fue especialmente porque hablamos mucho de cómo conectar la música con la idea de deconstruir el amor romántico. Nos dimos cuenta que amar es hacer política, es un acto muy político, y cada día lo experimentamos y lo compartimos. Un ejemplo que ilustra muy bien la importancia de la política aplicada a las relaciones de amor romántico, son las enfermedades de transmisión social como el racismo, la misoginia y la homofobia, que se dan en entornos sociales cerrados, incluyendo la familia tradicional, que tiene cosas buenas, pero que se une con la idea tradicional del amor romántico que es excluyente. Al final cada quien decide que política utilizar”.
Siguieron con el descarnado hip hop feminista “Iceberg”, cuyo coro dice: “es que este mundo es un iceberg / tú ves la punta pero está todo por hacer / a cada golpe más unidas / venceremos este miedo que nos roba vidas / este sistema es un iceberg / tú ves la punta pero el fondo es lo que hay que temer / a cada golpe más unidas / romperemos este hielo que congela vidas”. Al finalizar, Clara aprovecho para dar oportunidad, como siempre hace, a las voces silenciadas, que en este caso fueron dos representantes de Las Kelys, trabajadoras del sector hostelero que llevan años denunciando la precariedad salarial. Con toda razón, ya que cobran la miseria de 1,20 euros por habitación. Su explicación fue hecha con gran amabilidad y simpatía, lo cual refuerza aún más su mensaje, y por ello los muchos aplausos.
Las notas agudas del piano introdujeron la voz de Magalí, abordando “Flores”, uno de los temas más emotivos del repertorio, el único no perteneciente a Estómac.
Clara explicó que en el circuito en el que habitualmente tocan en Cataluña siempre lo hacen con dos baterías, y pasó a presentar a Dídak Fernández, quien participó en el resto de las canciones. “Cicatrius” mostró el rostro más potente de la banda, con un ritmo contundente sobre el que cabalgó la educada voz de Magalí y los coros de Vic. El tema que más recuerda al Portishead del tercer disco es “Cara a cara”, con una mezcla de percusión electrónica y acústica, y los efectos finales realizados por Vic desde el ordenador.
El potente bajo distorsionado anunció “Vencer el pols” (Vencer el pulso), que Clara rapea con fuerza al frente del escenario con cortos intervalos sentada al piano cantados por Magalí. Un tema de fuerza telúrica.
Ya en la recta final, Clara, simpática y espontánea como en todo el concierto, volvió a presentar a su equipo, agradeció al Café Berlín, su disquera y a los asistentes…y fue interrumpida por Vic quien la presentó a ella: “a la composición, al piano, a la luz, las sombras, la energía arrolladora…Clara Peya”. Y casi solapándose con las palabras, nos regaló “Greia”, una increíble pieza de piano que nos hizo recordar a la gran Nina Simone y que terminó de manera épica con el resto de la banda incorporada.
Aunque era el tema final, todavía faltaba la sensible “Tard, Tard”, que nos dejó en las nubes.
No hay duda que Clara Peya es una de las artistas más auténticas y comprometidas del panorama musical actual en España, con un discurso musical sólido asociado a reivindicaciones sociales, al amor en sus diferentes formas y a la vida misma, algo que en estos tiempos es de agradecer.
Juan Carlos Ballesta (Texto, fotos y videos)
Carla Montero (Historias de IG)