Inicio Ahi estuvimos Earth, Wind & Fire en CDMX: una máquina engrasada de nostalgia, baile...

Earth, Wind & Fire en CDMX: una máquina engrasada de nostalgia, baile y felicidad

Earth Wind & Fire en CDMX
Foto: Ocesa / Lulú Urdapilleta

La legendaria banda estadounidense, con tres de sus fundadores aún activos, demostró que todavía es capaz de mover multitudes con su pegadizo sonido disco funk

Earth, Wind & Fire
Concierto en Plaza de Toros México

(Noviembre 12, 2022)

Por el Sr. González

Los antecedentes de EW&F

Lejos han quedado aquellos años en Chicago al final de los 60, en que Maurice White, un joven baterista de sesión en Chess Records, soñaba con crear una banda funk. Tras un primer intento con su grupo The Salty Peppers, decidió probar suerte en California, mudándose a Los Angeles en 1970.

Poco tiempo después, llamó a Verdine, uno de sus hermanos al que le llevaba 10 años, para que se sumara a su proyecto tocando el bajo.

Siendo Maurice del signo sagitario, cuya cualidad elemental primaria es de “fuego” y sus cualidades estacionales son de “tierra” y “aire”, decidió nombrar a su nueva banda Tierra, Viento y Fuego, es decir Earth, Wind & Fire, quedando fuera del nombre el cuarto elemento clásico, el “agua”.

Con el tiempo, esta agrupación que en un principio mezclaba soul, funk, jazz, rock y ritmos de procedencia afrocaribeña, se iría convirtiendo en uno de los fenómenos musicales del final de esa década y comienzo de los años 80, coincidiendo con la era disco.

Si bien en un comienzo los relacionaban con un estilo similar al de Sly & The Family Stone, la inclusión de los jóvenes percusionistas y cantantes Philip Bailey y Ralph Johnson, además del saxofonista Andrew Woolfolk en 1972, marcaría el comienzo de una etapa en la cual una precisa sección de metales, coros perfectamente armonizados, un par de guitarras rítmicas, el bajo de Verdine y las voces de Maurice y Philip, definirían un sonido que los identificaría de los demás.

Al transcurrir los ochentas, Earth, Wind & Fire no dejaría de generar música con excelente manufactura, pero el contexto de la industria musical sufriría cambios y poco a poco ellos dejarían de encajar en las nuevas tendencias, más orientadas a la música electrónica.

Para 1984 el grupo decidió darse un descanso. Un espacio para los proyectos solistas y la producción de otros artistas. Ya en el 85 y teniendo un núcleo esencial en los hermanos White, así como en Bailey, Johnson y Woolfolk, Earth, Wind & Fire continuó adelante, llegando a colaborar a lo largo de su historia medio centenar de músicos por sus filas. Woolfolk dejaría el grupo en 1993.

Por su lado Maurice dejó de hacer giras con ellos en 1996, apareciendo ocasionalmente durante los siguientes años. En un principio no se difundió la noticia públicamente, pero Maurice padecía la enfermedad de Parkinson. Bailey asumió entonces el liderazgo sobre el escenario, mientras Maurice White siguió manejando por un tiempo la parte ejecutiva y creativa de Earth, Wind & Fire.

Fue en febrero de 2016, cuando finalmente Maurice perdió su batalla contra la enfermedad, dejando a Verdine, Philip y Ralph, como los únicos miembros pioneros del grupo.

Y fueron ellos, con el respaldo de un gran equipo de músicos y producción, quienes 9 años después de su primera presentación en el Palacio de los Deportes de la CDMX, nos han vuelto a convocar en esta segunda visita.

12 de noviembre – La Cita con EW&F

Ingresamos por una entrada al norte de la Monumental Plaza de Toros México, la más grande del mundo. Ésta vive una suspensión de corridas definitiva a partir de junio de este año, mientras se realiza un proceso judicial promovido por una organización defensora de los animales.

Si bien ya se han realizado eventos de otro tipo en este recinto, los conciertos se han vuelto ahora, en una atractiva opción de capitalización para los dueños del lugar. Con un aforo cercano a los 40,000 asistentes, la plaza ha sido dividida a la mitad para poner un escenario orientado hacia el suroeste y los asientos útiles (20,000 aproximadamente) mirando hacia el noreste.

Me enteré de este concierto apenas una semana antes de la presentación, así que cuando compramos los boletos, solo encontré lugar en la parte de arriba. Llegamos temprano, un par de horas previas del horario indicado en la entrada, para así ubicarnos en la zona más central de esa sección de las gradas, ya que ahí no hubo asientos numerados. El escenario se veía bastante bien aún a esa distancia.

Pronto comenzó a llenarse de gente y los vendedores habituales de la plaza estaban haciendo su labor. Donas, cervezas, pizzas, esquites, sushi, refrescos (sodas), agua, churros, dulces, palomitas (cotufas), papas, sopas instantáneas, carajillos y ponche.

Se ve que el público taurino se sabía consentir para regocijo de los vendedores. Éstos, tenían que aprovechar el tiempo antes de que comenzara el concierto ya que una vez apagadas las luces, sería más difícil caminar entre las angostas gradas y gente con su atención fija en el escenario.

En el público predominaban personas con edades que oscilaban entre los 50, 60 y 70 años, aunque también pude ver a algunos jóvenes acompañando a sus padres. Un señor de cabello blanco frente a mí, revisaba continuamente su móvil, siendo su fondo de pantalla una imagen de James Bond (Sean Connery).

El ambiente se tornó cada vez más festivo en la sección más alta y distante. Al tenor de unas cervezas en cada extremo del semicírculo que conformábamos, se comenzaron a organizar las olas. En el momento indicado, nos levantábamos con los brazos arriba para hacer nuestra parte acompañada de un grito.

Había mucha disposición de los asistentes para pasarla bien y aún faltaba una hora para que comenzara el espectáculo. Abajo no se notaba el mismo ambiente. Pensé: “definitivamente aquí estamos los que más deseamos ver a Earth, Wind & Fire, al grado de no importar estar en estos sitios menos favorecidos”.

En el escenario, la disposición era la siguiente: batería, atrás a la izquierda sobre una tarima; teclados equilibrando a la derecha también en una tarima; atrás al centro, una plataforma baja para la sección de metales; al frente, tanto a la derecha como a la izquierda, dos sets de percusión, destacando en el de la derecha tres congas; imaginé entonces a las guitarras y voces ocupando el espacio restante. Al fondo, una gran pantalla.

Las luces se apagaron a las 9 de la noche, treinta minutos después de la hora de la convocatoria. Me pareció lógico, ya que el público mexicano suele ser impuntual. Al momento en que salieron los músicos al escenario, los asientos estaban totalmente ocupados.

Earth Wind & Fire en CDMX
Foto: Ocesa / Lulú Urdapilleta

El concierto de EW&F

Desde mi lugar se podía ver claramente la rampa de acceso al escenario, así que aún en la oscuridad pudimos darnos cuenta que había movimiento. Encendieron la las luces y los músicos fueron tomando sus lugares.

John Paris se sentó en la batería. Myron McKinley (quien también es el director musical) se sentó en los teclados. Al lado derecho, frente a la tarima del teclado, se ubicó Morris O’Conor con su guitarra. Frente a la tarima de la batería se ubicó el otro guitarrista y único miembro blanco de Earth, Wind & Fire, Serg Dimitrijevic. También frente a las tarimas se ubicaron los famosos Earth Wind & Fire Horns, conformados por Gary Bias, Reggie Young y Bobby Burns Jr.. En las percusiones de la izquierda estaba B. David Whitworth y en las percusiones del otro extremo, Philip Bailey Jr..

Earth Wind & Fire en CDMX
Foto: Ocesa / Lulú Urdapilleta
Earth Wind & Fire en CDMX
Foto: Ocesa / Lulú Urdapilleta

Captando toda la atención sobre la plataforma destinada a la sección de metales, aparecieron levantando los brazos Bailey, Verdine y Johnson, para después avanzar hacia el frente dejando el espacio a los metales mientras comenzaron a tocar “Shining Star”, provocando una gran emoción en el público que los recibe con aplausos y gritos.

Todos visten atuendos en colores rojos, negros y blancos. El bajo suena poderoso, aunque se ve que en la consola de sonido hacen todavía ajustes de último momento. Suenan un poco bajo de volumen, cosa que para el final de la canción mejora. Sin pausa, continuan con “Let Your Feelings Show”, que levanta aún más el ánimo de los presentes.

Para entonces suena muy bien todo y el falsete de Bailey nos hace cantar lo más agudo que podemos. Los coros suenan impecables y son estos mismos, los que alternan su voz con las percusiones. Impresiona lo amarrados que suenan los metales y la mancuerna rítmica del bajo y la batería.

Earth Wind & Fire en CDMX
Foto: Ocesa / Lulú Urdapilleta

Sin parar nuevamente, tocan ahora “Mighty Mighty” unida a “Celebrate” y se siguen con “Gataway”, dándonos hasta el momento lo mejor de su repertorio funk pre disco. Es apenas aquí, cuando hacen una primera pausa para decir algunas palabras.

Bajan un poco el beat con “Saturday Nite”, que aún siendo un poco más lenta no deja de movernos en nuestros lugares. Las voces principales se van turnando entre los dos Bailey, Johnson y Whitworth. Este último aportando energía física sobre el escenario, corriendo de un lado al otro y pegando saltos a las tarimas.

En el mismo tenor sigue “On Your Face” que unen a “Serpentine Fire” y su cadencia casi latina. Ya en un estilo más rhythm & blues continuan con “Sing a Song”. En momentos, todos los músicos caminan juntos de un lado para el otro, así como ejecutando algunas sencillas coreografías al centro del escenario.

Llega el momento de otra pausa para presentar su maravillosa versión al tema de The Beatles, “Got to Get you Into my Life”, tema realizado para la malograda película «Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de 1978, donde lo único memorable es este buen arreglo con el sello de Earth, Wind & Fire.

Philip Bailey toma una kalimba, instrumento muy utilizado por Maurice en el pasado y toca “Kalimba Story” para unirla a un momento en que se queda solo con dicho instrumento, haciendo pausas para abrir los brazos y recibir el aplauso del público. Esta parte funciona como preámbulo a las también aclamadas baladas de Earth, Wind & Fire.

Earth Wind & Fire en CDMX
Foto: Ocesa / Lulú Urdapilleta

Esas que no podían faltar al final de las fiestas, en donde bailabas pegado con la novia (o el crush, antes de que el término existiera). Tocan “Keep Your Head to The Sky”, “Devotion” (donde Bailey canta su agudo más alto), siguen con “Love’s Holiday”, “Reasons”, “Thats The Way of the World” que unen a “Beijo (interlude)” que da paso a su versión de “After the Love has Gone” de David Foster, con la cual culminan esta parte de canciones calmadas.

La instrumental “Rock That!” nos encamina nuevamente a las piezas más rítmicas, dando paso a las famosas “Fantasy”, “Boogie Wonderland”, “Let’s Groove” y “September”. A estas alturas del concierto, toda la plaza está parada bailando en una alegre fiesta.

Para terminar, deciden tocar la pieza “In the Stoneque” que en principio estaba destinada a ser el encore. Con esto dieron fin al concierto mientras el público aclamaba “otra, otra”, sin haber respuesta.

La gente comenzó a desalojar el recinto en lo que sin duda fue una noche de buenas interpretaciones, nostalgia, baile, alegría y amor. Earth, Wind & Fire nos demostró que 50 años después, aún tiene la maquinaria perfectamente engrasada para hacernos felices.