El 6 de julio de 1987 fue publicado el quinto y exitoso disco de la banda de Liverpool, con el cual de cerró una influyente etapa
Echo & The Bunnymen
Echo & The Bunnymen
WEA/Sire. 1987. Inglaterra
En la industria de la música a veces ocurren ciertas paradojas. El quinto disco de la agrupación de Liverpool, erigida como una de las más representativas del sonido dark rock de los 80 y aun activa, resultó ser el más exitoso de toda su carrera y al mismo tiempo el menos apreciado por sus integrantes. Sin duda, es el más «luminoso» que una banda post punk del ala dark podía concebir.
Para el momento en que se editó, el 6 de julio de 1987, hace 30 años, el grupo vivía las secuelas de su ascenso continuado que había comenzado con tres discos fantásticos, Crocodiles (1980), Heaven up Here (1981) y Porcupine (1983) y alcanzado su cenit con Ocean Rain (1984) y el compilado Songs to Learn & Sing (1985).
Aquella primera mitad de la década fue clave para el ala del post punk bautizado con la etiqueta “dark”, protagonizado por diversas agrupaciones que adoptaron una estética oscura, nihilista en su tratamiento de textos, ambientes opresivos y una imagen que tenía ciertos elementos tomados de la era glam pero matizados con la fuerza del punk, guitarras envolventes y el color negro tanto en vestimenta como en maquillaje.
Así, Joy Division, The Cure, Siouxsie & The Banshees, Virgin Prunes, Bauhaus, Sisters of Mercy, Theatre of Hate, Red Lorry Yellow Lorry, The Chameleons, The Sound, And Also The Trees y por supuesto Echo & The Bunnymen, entre muchas otras, construyeron una nueva estética sonora desde Inglaterra que copó el interés de muchos e influyó grandemente en otros países de Europa y América.
No es casual que bandas latinoamericanas como Caifanes, Sentimiento Muerto, Zapato 3 y Soda Stereo hayan tenido como modelo a Robert Smith (The Cure) o al cantante de los Bunnymen, Ian McCulloch.
Para 1987 la escena dark mantenía el interés y se había subdividido. Will Sergeant (guitarra), Les Pattinson (bajo) y McCulloch (voz) habían construido un legado sólido, pero la banda buscaba reinventarse.
El baterista Pete De Freitas había abandonado la banda y acudieron a David Palmer del grupo ABC. Con él y el productor Gil Norton comenzaron a grabar, pero en julio de 1986 desistieron.
De Freitas regresó, pero el resto decidió más bien contratarlo en lugar de aceptarlo de nuevo como miembro fijo ya que consideraban que su inestabilidad no lo hacía confiable. Fue su último disco ya que moriría trágicamente en un accidente de moto en 1989.
Desecharon las grabaciones que ya habían realizado y contrataron de nuevo a Laurie Latham como productor (quien produjo en 1985 el exitoso single “Bring on The Dancing Horses”, incluido en la reedición de 2003), viajando a Colonia para trabajar en el estudio del legendario Conny Plank, de larga historia con bandas emblemáticas del krautrock y la música electrónica alemana.
Las sesiones se demoraron en exceso por la meticulosidad de Latham y los problemas con el alcohol de McCulloch y su nuevo estatus de rock star que lo desenfocó y terminó generando una crisis luego de la publicación del disco que lo apartó del grupo para la grabación de Reberveration (1990).
El álbum se grabó entre Colonia y los estudios ICP de Bruselas, y se completó en los estudios The Workhouse en Londres y Amazon en Liverpool. Durante ese tiempo la banda grabó una versión de “People are Strange” de The Doors para la película “The Lost Boys”, en la cual el propio Ray Manzarek tocó los teclados.
Aprovechando su presencia regrabaron el tema “Bedhugs and Ballyhoo”, en el que destaca una excelente línea de bajo. Es probablemente, el más genuino enlace con su sonido inicial.
Si una diferencia hay respecto a los discos anteriores es la presencia en primer plano de los teclados responsabilidad de Jake Brockman (fallecido en 2009) y Henry Priestman, en detrimento del soberbio sonido de la guitarra de Sergeant, que aquí sufre un poco de competencia.
Eran tiempos en la nueva tecnología digital seducía a muchos músicos y productores, lo cual se tradujo en cierta estandarización de ciertas sonoridades y en el anacronismo que se nota en ellos pasado el tiempo.
Esto se nota abiertamente sobre todo en los dos primeros temas “The Game” (primer single que se extrajo) y “Over You”, así como en otros como “Blue Blue Ocean”.
En cambio en “All In Your Mind” la fuerza guitarrera triunfa. “Bombers Bay” es uno de los temas de clásico sonido Bunnymen, con la voz de McCulloch en su clásico estilo entre romántico y misterioso.
Uno de los clásicos del repertorio de la banda es “Lips Like Sugar”, temazo que sigue manteniendo su encanto 30 años después.
“Lost and Found”, si no fuera por el teclado de sonoridad aguda, sería otro tema perfecto. La composición en realidad es grandiosa, y el tímido efecto de guitarra en reversa ayuda en algo.
“New Direction” es otro tema que resuena con personalidad, con una base rítmica contundente sobre la que se mueve la guitarra.
En “Satellite” también Pattinson y De Freitas tienen papel protagonista, mientras que McCulloch canta de manera angustiosa. Sin duda, uno de las mejores canciones del álbum.
El cierre con “All my Life” nos despide de manera sosegada y nostálgica. Podría fácilmente recordar a The Smiths.
El disco alcanzó el puesto 4 en Gran Bretaña y el 51 en Estados Unidos y Canadá, el más alto en la larga historia de la banda que comprende doce discos. Treinta años después este homónimo quinto disco suena potente, aunque menos vigoroso que los anteriores.
Sea lo que sea, es otro de los grandes aportes de Echo & The Bunnymen.
Juan Carlos Ballesta
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Productos de Echo and the Bunnymen
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