Gerry Weil: Navijazz #11
Centro Cultural BOD, Caracas
(Diciembre 15, 2016)
Ya es una tradición que cada diciembre el maestro Gerry Weil presente Navijazz, su forma de celebrar las festividades navideñas y el fin de año acompañado de músicos de alta factura. Es, tal como él lo dice, una invitación a su casa para disfrutar de un concierto íntimo y único. El de este 2016 es el onceavo y, como siempre, presentó sorpresas. Gerry, en septiembre pasado, había celebrado sus 77 años con un fantástico concierto en la misma sala, por lo cual tenía el reto de hacer algo muy distinto. Y así fue.
El concierto comenzó con Weil interpretando solo al piano “Variación en Sol Mayor”, de su admirado Johann Sebastian Bach. Entonces apareció la primera novedad de la noche, Ensamble B11, la estupenda agrupación vocal de la Fundación Bigott, dirigida por Belkys Figuera, que presentamos en nuestro concierto #43. Interpretaron un aguinaldo tradicional y una gaita de tambora (“La paloma”), logrando una merecida ovación y una adecuada apertura de la noche que con conmovió a Gerry. Otra nueva oportunidad de oro que estos jóvenes supieron aprovechar con su talento y humildad ante un público conocedor y exigente.
Entonces, entraron Freddy Adrián (contrabajo), el inseparable Carlos “Nené” Quintero (percusión) y Juan Diego López (batería), debutante con Gerry que dejó una excelente impresión. En formato cuarteto tocaron “El encuentro”, una composición propia ya clásica en el repertorio de Weil. Entró a escena el tenor Gilberto Bermúdez (cantante actual de Aditus) para interpretar la conocida “Christmas Song” solo junto a Gerry. Fue su novena participación en la serie Navijazz. En quinteto tocaron el tema de Duke Ellington, “I´m Beginning to See the Light”, uno de las canciones favoritas de Gerry, quien aprovechó a cantar por primera vez en la noche, haciendo dueto con Bermúdez.
La banda aumentó con la entrada del trompetista Gerald “Chipi” Chacón y el guitarrista Juan Ángel Esquivel, quien permaneció en escena hasta el final. Hacía mucho tiempo que Weil no incluía guitarra eléctrica en su música y en honor a la verdad la presencia de Esquivel sumó mucho a cada una de las siguientes piezas y sin su aporte no habrían sonado igual de coloridas y potentes. La primera muestra fue “Caracas a las 11”, otra muy buena composición de Weil.
La siguiente invitada fue Biella Da Costa quien realizó una de las mejores interpretaciones del clasicazo de George Gershwin, “Summertime”, que hayamos presenciado en vivo. La guitarra con efecto wah-wah de Esquivel fue clave. Da Costa, manejándose como es costumbre en un terreno medio entre la timidez de movimiento y la gran seguridad como vocalista, siempre demuestra que es una de las voces más expresivas con que cuenta Venezuela. De seguidas cantó “Ananda”, un delicado tema de Weil que en sanscrito alude a lo más elevado del ser.
La noche siguió ofreciendo sorpresas con la vuelta a escena de Ensamble B11 para poner voces a “Canta un ángel”, delicado tema de Weil que fue interpretado con mucha sensibilidad por todos. Se unió entonces a la fiesta Jhoabeat para enriquecer el resto del concierto con su impresionante habilidad como beatboxer, realizando todo tipo de sonoridades percusivas con sus cuerdas vocales. El tema “Ima Koko Ni” fue una arrojada mezcla de funk, jazz y rap, con Gerry en el medio del escenario rappeando, con el Ensamble B11 aportando una especie de coros góspel y Jhoabeat los scratches. El maestro en su eterna juventud movía brazos y hombros, contento, mientras introducía un extracto de su tema de 1972, “El Mensaje”, en el que clama por evolución en lugar de revolución. Como era previsible, la ovación fue tremenda.
Ya sin el Ensamble B11, el turno fue para la singular versión de “Imagine” de John Lennon, que Weil canta con su voz ronca con un “tumbao” muy distinto a la original. Probablemente el momento climático fue “Raíces”, en el que Nené Quintero y Jhoabeat “dialogan” en una especie de conversación delirante entre cuerdas vocales y cueros, la cual termina de manera soberbia, dejando a todos en éxtasis.
Pero todavía hubo tiempo para “Weiner Schnitzel” (Escalope vienés), una pieza corta y perfecta para terminar. Sin embargo, aún Gerry nos tenía el regalo final: “Vytas”, la emotiva pieza que compuso y dedicó en 2004 al músico Vytas Brenner, en ocasión de su prematuro fallecimiento.
Conciertos así reconfortan y funcionan como bálsamos en medio de la tormenta. El maestro Gerry jamás deja de sorprender.
Juan Carlos Ballesta