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Espumante: donde lo venezolano, el rock y el jazz convergen

Gustavo Medina Espumante

El músico y compositor Gustavo Medina publica un nuevo disco junto a José “Tipo” Núñez y Jorge Torres, con guitarra, batería y mandolina como protagonistas de esta obra que despierta un mundo sensorial


Guitarra, batería y mandolina juntas es un formato poco convencional en la música, además de ser todo un reto prescindir del bajo. Con esta alineación, el músico Gustavo Medina presenta Espumante, su nuevo registro independiente junto a Jorge Torres (mandolina) y José “Tipo” Núñez (batería).

La producción fue grabada en 2018 y es ahora cuando la bautizan. El nombre ya es sugerente porque puede evocar la efervescencia de su sonido o, más bien, hacer alusión a la espuma de las olas.

Mercedes Sanz 
@JazzMercedes

 

Si se presta atención, el álbum tiene una atmósfera marina, pero no es cualquier mar, sino el del oriente venezolano. Quizás se deba por la presencia de la mandolina y su sabor particular; y de paso, se trata de la que tiene diez cuerdas. De tal manera que el oyente se encuentra con una riqueza sonora única que habla de un rincón del país.

La guitarra y la mandolina van hilvanando un merengue o un vals, mientras la batería las acompaña en ese diálogo fluido y sincero. Hay acercamientos a varios géneros criollos, estallidos percusivos o rockeros, y envolventes matices jazzísticos.

Toda esa paleta de texturas surcan los siete temas que componen Espumante.

Gustavo Medina Espumante

La producción es una suerte de película, donde cada capítulo (las canciones) es una historia que mueve la imaginación y los recuerdos, y con ellos aparecen olores, sabores, colores y tantas sensaciones. Las lecturas son infinitas. El público vive su propia experiencia.

Técnicamente es la tercera placa de Gustavo Medina, ya que antes había editado dos trabajos. En los créditos del reciente álbum también figuran el trombonista Joel Martínez, el teclista Víctor Morles, Les Bueno en la mezcla, Ramón Montero en la ingeniería de grabación, Carlos Sánchez en el diseño de portada, Edgar Monrroy y Luciana Quintana en la fotografía y dirección de arte, respectivamente.

Las composiciones son de la autoría del mismo guitarrista.

La seductora guitarra de Gustavo Medina

Medina nació el 18 de mayo de 1988, en San Félix, estado Bolívar. Luego se trasladó a Puerto Ordaz. Su contacto formal con la música fue en la secundaria, participando en un coro y viendo clases de piano con una docente, quien le recomendó ir a Caracas a prepararse mejor en este arte.

Y así lo hizo. Ingresó al Instituto Universitario de Estudios Musicales (Iudem) -hoy día Unearte-, donde se graduó en Ejecución Instrumental, mención Jazz en guitarra. Allí tuvo la suerte de ver materias con reconocidos músicos como Álvaro Cordero, Gonzalo Micó, Pablo Gil, Álvaro Falcón, Edwin Arellano, Orlando Cardozo, entre otros que influyeron en su formación integral musical.

El guitarrista trabajó con distintos grupos y artistas: Pancho Montañez, Miguel Siso, Pepperland, Juanma Trujillo, Joel Martínez, Laura Guevara, Caracas Sincrónica, Dandy León y más propuestas de estilos disímiles.

Por eso sería injusto encasillarlo solamente dentro del rock. Desde 2019 vive en Santo Domingo, República Dominicana.

¿Cosaspasarán fue tu primer proyecto individual? ¿Tu idea fue explorar en el jazz y el rock?

Bueno, fue un proyecto individual en el sentido de que yo compuse todas las canciones, pero yo quería que fuera un grupo, ya mucha gente se había ido: Heriberto (Rojas), Juanma (Trujillo), Carmela (Ramírez), Tipo (Núñez), Abelardo (Bolaño), y bueno nada, como que el destino no quiso que yo tuviera un grupo por mucho tiempo (risas).

Y esa es la razón de por qué no lo pensé como un proyecto individual. Mi idea siempre fue guiada por esos gustos, por el rock, el jazz, por la música venezolana. Y yo no quería reemplazar a esas personas porque eran con las que quería tocar. Y el disco que hicimos fue una semilla.

Grabaste un álbum como Gus Medina: Pez en la tierra.

Exacto. Es mi primer disco como solista. Me gustó ese proceso de hacer canciones, cantar, componer. Era hacer lo de Cosaspasarán pero con letra. Lo grabé con Tipo, Cristhian Rodríguez en el bajo, Juanma Trujillo que mezcló una parte, Isai Romero, Miguel Siso, Abelardo Bolaño, y otra gente que me ayudó.

El disco refleja una transición en mi vida.

Después hiciste una pausa musical. No se supo más de ti hasta ahora.

¡Sí! Siempre es bueno hacer pausas, no tan largas como las tomo yo (risas). A veces es complicado llevar la vida normal y grabar todo el tiempo. Lo bueno es que eso me ayuda a cambiar. Veo bien tomarme un tiempo para cuestionarme muchas cosas antes de seguir creando.

Pero sí, después de Cosaspasarán yo tenía música y fue por idea de Tipo que me dijo: “¡Cónchale, graba todo eso!”. Él fue el que me ayudó y me incentivó a que hiciera un proyecto solista, y gracias a su ayuda y su empeño me motivé a grabar esos temas en un proyecto ahora sí individual.

El formato que usaste en Espumante fue un trío con guitarra, batería y mandolina. ¿En qué momento pensaste en esta integración en específico? ¿Por qué la mandolina y no el bajo?

Un poco la historia del formato es que, por mi formación, como te dije, me gustó muchísimo la música venezolana: aprender, tocarla, saber de dónde viene.

Me ayudaron mucho el profesor Cardozo, Miguel Siso también, mis compañeros; y algunas cosas que sabía desde pequeño como canciones populares. Yo quería hacer un disco de música venezolana en algún momento, música instrumental, a mi manera (risas), y sin tabú, sin tapujo, sin cadenas, entendiendo que hay que respetar la raíz, pero dándole mi punto de vista.

¿Y por qué batería y mandolina? Porque son los músicos con los que yo más he compartido, tanto Tipo en la batería, en vivo, grabaciones, y tiene el mismo gusto e inquietud por la música venezolana.

Y Jorge Torres es mi compañero de universidad y de vida. Jorgito va en camino de ser una leyenda de la música venezolana a través de la mandolina, que es un instrumento importante en nuestra música. Jorge es ese puente entre la tradición y la vanguardia. Pero yo no pensé en ellos por esto que te estoy diciendo, sino porque son mis amigos (risas).

Entonces, es eso. Al principio era batería, guitarra, mandolina y fagot, pero al final el fagotista no pudo grabar, y nos quedamos nosotros tres. Nosotros ensayamos muy poco. Además, no teníamos casi tiempo, Tipo tenía que irse a Perú.

¿Y por qué no hay bajo? Bueno, yo nunca quise ponerle bajo, la verdad nunca pasó por mi mente (risas); porque esto te da más libertad y más responsabilidad, que el barco siga en su curso definido rítmicamente y en su ejecución. A veces el bajo te encasilla, y no quería que el bajo nos limitara.

Y salió esto y en ese sentido es muy genuina esta instrumentación.

Gustavo Medina Espumante

¿Quién era el fagotista?

Edgar Monrroy. No pudo grabar por una lesión, pero al final quedó involucrado porque fue el responsable de la foto de la portada, junto a la ayuda de Luciana Quintana en la dirección de arte.

¿El concepto es experimentar con música venezolana, jazz y rock?

Creo que el principal motivo de esto es hacer música venezolana como yo lo pensé, como lo viví. Y luego lo de experimentar con el rock y el jazz, eso viene como en el chip, en el ADN por todo por mi bagaje y que yo no lo busqué, sino que está allí. Es inevitable que no se note.

Entonces, lo principal fue hacer musical venezolana y después se da ese maridaje, salen las cosas que son únicas.

¿Qué tiempo te llevó hacer este trabajo?

La producción como seis meses, y la posproducción como en agosto de 2020. Pasaron muchas cosas, una pandemia de por medio, una mudanza de Caracas a Dominicana.

Una de las buenas piezas del álbum es Pericantar, con Joel Martínez en el trombón. Se siente el oriente venezolano. ¿Qué significa para ti esta composición?

¡Qué bueno que dices que se siente oriental!, porque “Pericantar” es una población del estado Sucre, queda en medio de una vía.

Entonces, yo tuve una experiencia con una banda que estaba tocando en oriente y había un agasajo en ese sitio, y era una carretera y a un lado había una farallón con casas, y al otro lado quedaba una península, y la gente se bañaba con tranquilidad. Almorzamos, compartimos y la pasé muy bien.

Yo nunca había vivido algo igual, y tenía ese momento guardado hasta que salió la música. Es tratar de emular situaciones no comunes. El resultado fue ese sentimiento: de mar, de calma, de hogar.

¿Con cuál tema te sientes más identificado? ¿Cuál te retrata?

Es ¡Uy!, complicado (risas) porque me gustan mucho todos los temas. “0202” es un tema que es personal porque estaba en un momento complicado, de tensión.

Otro tema que me encanta es “Ella se miró”, no sé por qué. Es empatizar con esa escena de una mujer mirándose al espejo, como cuestionando un poco su vida, y también porque es merengue y es vals, y es una combinación muy bonita.

No esperaba que el resultado me gustara tanto. Es como una balada novelesca. Pero es complicado decir una sola.

La explosiva batería de José “Tipo” Núñez

Nacido en Guri, estado Bolívar, José Núñez es conocido en el ambiente musical venezolano como “Tipo”. Es un baterista solicitado, sobre todo, en el jazz. Desde 2000 comenzó su periplo de estudios en conservatorios como el de Niños Cantores de Guayana y el instituto de batería de Piña Musical.

A mediados de esta década ingresó al Iudem, donde se graduó de licenciado en Música, mención Ejecución Instrumental con especialización en Batería de Jazz. Y a partir de 2010 es cuando participa en festivales nacionales e internacionales de jazz y en proyectos de muchos artistas: Antonio Mazzei, Laurent Lecuyer, María Rivas, Miguel Siso, Laura Guevara, Liana Malva, Movida Acústica Urbana, Hana Kobayashi, Pablo Gil, Gustavo Medina, Ana Paola Rincones, Sr. Presidente, Freddy Adrián, Gabriel Dávila, Dandy León y más.

En la actualidad reside en Lima, Perú, donde trabaja como músico de sesión.

Tríos sin el bajo abundan en el mundo, pero con la estructura específica de Medina, la verdad es que resulta inusual. Sin embargo, no hay que asombrarse si se trata de un caso venezolano, ya que en el país hay cualquier cantidad de formatos en los que incluyen instrumentos típicos.

“Al no tener el bajo, tú como músico lo que buscas es llenar esos espacios vacíos. Lo que le da el bajo a la música es ese soporte, esa capa armónica o un piso. Es justo lo que tratamos de hacer acá en este disco, llenar esos espacios, lo cual te da bastante libertad”, dice Núñez.

Y respecto al concepto de Espumante, asegura: “Simplemente lo veo como un disco de rock, tocado con un formato no convencional, que no tiene bajo, y que por nuestras raíces y las composiciones de Gustavo, tratamos de empujar todo hacia ritmos y progresiones armónicas o formas de la música tradicional venezolana. Y, por supuesto, tocando sin muchas restricciones. Es un disco que guarda esas influencias del jazz y la música tradicional. Son los estilos que nosotros más trabajamos”.

El baterista se siente identificado con todo el álbum; no obstante, sus temas favoritos son “Cuatro escenas, por los cambios de ritmos, “El dealer” y “Huayruro”.

La versátil mandolina de Jorge Torres

Jorge Torres tiene un buen trecho recorrido. Sus pinitos fueron en el  Instituto de Educación Integral. Luego cursó estudios de cuatro, mandolina, teoría y solfeo, y más campos en distintos conservatorios (Escuela de Música José Reyna, Universidad de las Artes, por mencionar algunos).

De igual manera ha pertenecido a proyectos diferentes como el Ensamble Kapicúa, la Movida Acústica Urbana, Rock and MAU, Joropo Jam, Mi Juguete es Canción, entre otros, y ni hablar de los numerosos discos donde ha colaborado.

Se trata de un creador que se adapta a infinidades de sonidos con su compañera de diez cuerdas, porque la común tiene ocho. Es un instrumento muy utilizado en la música tradicional venezolana, en especial, en la oriental.

Torres puede jugar con las armonías mediante esta mandolina que logra mayor amplitud en la parte grave. Su orientación es guitarrística y fue elaborada por el luthier Cosme López Garnier. Cabe resaltar que una de las influencias del músico caraqueño es Hamilton de Holanda, de Brasil, quien también usa la mandolina de diez cuerdas.

Medina, Torres y Núñez estudiaron juntos en la mencionada universidad y fueron muchos los momentos compartidos, así que lo único que les faltaba era grabar sólo ellos tres.

Espumante es un proyecto muy interesante y siento que su aporte más consistente es que combina muy bien elementos de la música venezolana, el jazz y el rock. Esto es una búsqueda que ya tiene antecedentes, pero en este trabajo por el bagaje musical de sus integrantes, Gustavo conoce muy bien el rock y el jazz, al igual que Tipo y yo que vengo de la música tradicional; entonces, cuando nos juntamos creo que logramos encontrar un punto medio entre todas estas cosas.

Yo tengo rato esperando estar en un proyecto que tenga esta sonoridad. Cuando participé en Rock and MAU pude dar un primer pasito, ahora con este trabajo siento que pude empaparme. Además, el repertorio de Gustavo como compositor es muy descriptivo, es muy cinematográfico. Y cada escena, cada momento, espacio, tiene una sensibilidad específica y eso es maravilloso”, explica Torres.

El mandolinista considera la grabación del disco en vivo como otro aspecto notorio, lo cual sucedió antes de la salida de Medina y Núñez del país. Y en cuanto a sus canciones predilectas, dijo: “Tengo dos temas preferidos: uno de ellos es ‘Cuatro escenas, porque me parece que hace un viaje espectacular.

Disfruté mucho estudiándolo, grabándolo, tratando de meterme en esa onda contemporánea. Y el otro tema, que es un merengue, es ‘Ella se miró’. Quedé cautivado por su melodía, por los cambios armónicos que tiene y de tiempo. Es un merengue muy chévere, muy original. Me parece que Gustavo la pegó del techo con este disco”.