El 26 de marzo de 1997, el cuarteto de Chicago publicó su cuarto álbum, un trabajo elaborado, inspirado y definitorio de su sonido
The Sea and Cake
The Fawn
Thrill Jockey. 1997. EE. UU.
Durante los años 90 la ciudad de Chicago fue el más importante semillero de nuevas bandas de Norteamérica. Cuatro de los músicos con mayor protagonismo de esta increíble y oxigenante oleada musical, fueron (y siguen siendo) el vocalista y guitarrista Sam Prekop, el teclista y guitarrista Archer Prewitt, el bajista Eric Claridge y el baterista, percusionista, ingeniero de sonido y productor John McEntire.
Con amplia experiencia como solistas y en proyectos como The Coctails (Prewitt), Shrimp Boat (Prekop y Claridge), y especialmente Tortoise (McEntire) -agrupación que ha redefinido la forma de concebir el rock y el jazz-, los cuatro juntos conformaron The Sea and Cake, uno de los capítulos decisivos dentro de la evolución del rock actual.
The Sea and Cake es una de esas bandas cuyo sonido se encuentra a medio camino entre la corriente post-rock, el pop más exquisito y hedonista, y el rock con influencias del sonido Canterbury.
La influencia de Robert Wyatt (Soft Machine, Matching Mole y solo) y de Caravan son obvias, sobre todo en las estilizadas vocalizaciones y en la rítmica fluida y sensual.
El primer disco del cuarteto, The Sea and Cake (1994), todavía con ciertas carencias, presagiaba, sin embargo, grandes cosas. Durante un período de gran dedicación a The Sea and Cake, sus cuatro integrantes editan dos nuevos y definitivos discos en 1995: Nassau y The Biz, ambos repletos de exquisitas vocalizaciones, depuradas líneas de bajo y ritmos cargados de intención jazzística y acercamientos al rock progresivo.
Es durante estos dos primeros años de existencia de The Sea and Cake, que la otra banda de McEntire, Tortoise edita sus dos primeros e influyentes trabajos (Tortoise, 1994; Millions Now Living Will Never Die, 1996), convirtiendo con justicia a éste músico en uno de los personajes claves del nuevo sonido del rock y en uno de los más cotizados gurús de los estudios de sonido, mezclando a bandas como Stereolab, y prestando su talento como ejecutante del vibráfono.
En 1997 The Sea and Cake suma una nueva gema a su para entonces corta pero fructífera carrera, The Fawn, el cual es seguido ese mismo año por el mini-CD Two Gentlemen, certera incursión en el mundo de las remezclas.
The Fawn fue el auténtico punto de inflexión en la carrera de la banda, en un año en el que el panorama musical de fin de siglo apuntaba en muchas direcciones y se producían disco de altísimos quilates.
“Sporting Life” abre magistralmente con un bajo envolvente, una guitarra a lo Phil Miller, un órgano denso y la voz de Prekop en plan estelar. Sin duda, este comienzo establecía diferencias con los discos anteriores con un sonido más elaborado
En “The Argument” es McEntire el que se luce con una mezcla rítmica de altos quilates apoyada por Claridge, mientras la guitarra se mantiene en plano secundario y la voz aparece en el ecuador de la canción.
El tema título tiene cierta cercanía a Tortoise, pero con la adición de voz. Guitarras y teclados envolventes, una caja rítmica y una línea de bajo de mediano protagonismo, definen la pieza
Sin pausa comienza “The Ravine”, con un gran bajo de Claridge que lleva el hilo conductor, mientras las guitarras y el ritmo de cierto aroma bossa, sirven de colchón para la voz.
La hedonista “Rosignol” cierra el lado A, una pieza instrumental de delicado desarrollo en la que las guitarras arpegiadas, el cristalino bajo, la repetitiva batería que protagoniza el aro del redoblante y el sutil teclado se entrelazan magistralmente
“There You Are” abre el lado B. En este tema son las guitarras y el sintetizador los elementos dominantes, al tiempo que McEntire combina la batería acústica con la percusión electrónica. Es otra pieza en la que la voz entra casi en la mitad del desarrollo.
“Civilise” trae de vuelta el ritmo ágil y totalmente acústico de McEntire, el cual conduce el tema y deja el terreno abonado para “Bird and Flag”, quizá el tema mas perfecto del disco con una guitarras rasgadas casi en un loop, una batería cadenciosa y un teclado que suena a Mellotron. Y como siempre, un bajo maravilloso
El sosegado instrumental “Black Tree in the Bee Yard” de nuevo recuerda a ciertos temas de Tortoise. Sin duda, otro punto álgido.
“Do Not Fairly Well”, el tema más largo con casi seis minutos, cierra el disco. Su desarrollo divide en dos la pieza. La primera parte de lánguida belleza, aderezada con un delicado y dosificado vibráfono, y una vocalización casi fantasmal, mientras que la segunda parte con una batería más contundente, las guitarras y bajo repetitivas y un teclado casi melancólico. Es un cierre magistral
Durante los siguientes tres años las múltiples ocupaciones de Prekop, Prewitt, Claridge y McEntire, con la aparición de discos solistas, el tercer disco de Tortoise y varias producciones de discos, mantuvieron a The Sea and Cake en una especie de hibernación, la cual afortunadamente terminó con Oui (2000).
Con once discos (el más reciente de 2018 que presentaron en Madrid), The Sea and Cake nos deleita con un sonido sinuoso y fresco, alimentando nuestros sentidos con placenteras melodías e hipnótica percusión.
No conocer al cuarteto de Chicago es una omisión imperdonable. The Fawn es una entrada ideal al universo de The Sea and Cake.
Juan Carlos Ballesta
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