En octubre de 1976, el emblemático teclista cofundador de Deep Purple publicó su tercera y más ambiciosa obra
Jon Lord
Sarabande
Purple Records. 1976. Inglaterra
Cuando Jon Lord falleció el 16 de julio de 2012 a los 71 años de edad, el rock perdía a uno de sus hijos más ilustres.
Lord cautivó por su amplio lenguaje musical, uno que podía encontrarlo indistintamente en el jazz, el rock o el blues. Sin embargo, Jon siempre tuvo un amor secreto que fue develando poco a poco.
Ese amor fue la música orquestal, predio del cual fue, dentro del rock, músico pionero. Su distintivo sonido (órgano Hammond), influido por la música previa a 1900, le otorgó un sitial de honor.
Deep Purple, grupo del cual fue cofundador, fue el crisol en el cual este genio de los teclados experimentó a sus anchas. Con el álbum Concerto for Group and Orchestra, editado en 1969, Jon Lord saciaba parte de su sed musical apegada a las expresiones sonoras orquestadas. Por más de un lustro, Lord iluminó el camino de la icónica banda.
Sin embargo, inicialmente en paralelo, este mago de las teclas se embarcaría en una carrera en solitario con la publicación de Gemini Suite en 1970. Cuatro años más tarde, nos ofrecería Windows y en 1976 Sarabande, una joya que puede considerarse esencial dentro de la dilatada carrera del músico inglés dado su carácter sinfónico.
Lord nos presenta esta suite de ocho partes con varias de ellas superando los siete minutos y tituladas según el concepto musical que ellas representan. La ambiciosa obra fue producida por el teclista y el audio ingeniero Martin Birch (Whitesnake, Fleetwood Mac) con la participación del bajista Paul Karass, la batería de Pete York, la percusión de Mark Nauseef (Ian Gillan Band, Thin Lizzy), la guitarra de Andy Summers (The Police) y The Philarmonia Hungarica dirigida por Eberhard Schoener.
El disco fue grabado entre el 3 y 6 de septiembre de 1975 en Stadthalle Oer-Erkenschwick, cerca de Düsseldorf, Alemania, con el estudio móvil de grabación del gran Dieter Dierks, uno de los personajes claves del krautrock.
Nuestro contacto inicial con esta magna obra es la ilustración de Mike Bryan de la mítica serpiente que muerde su cola y que es conocida como ouroboro. Sobre la reptil figura cabalgan tres féminas de larga cabellera. Al centro una foto del genial organista/pianista tomada por Fin Costello. Todo ello sobre un fondo ocre claro.
Los primeros tres minutos los ocupa “Fantasia”, composición musical enraizada en la improvisación muy usada en los 1600 con un intento de revival a inicios del siglo 20. Acá la orquesta nos lleva por una breve avalancha sonora de majestuosa naturaleza que pronto le abre paso a un sosegado segmento antes de retornar con grandiosidad para la gran final antes de seguir con el tema titulo.
En éste, se refiere a una danza lenta del período barroco. Lord al Moog, Summers a la guitarra y la percusión de Nauseef, destacan junto a la orquesta a lo largo de poco más de siete minutos.
Luego Jon nos ofrece “Aria”, donde el piano ocupa un rol central con el sintetizador y la orquesta como acompañantes.
En el tradicional canon operático, el aria esta compuesta para la voz y representa un momento cumbre dentro de la obra en conjunto. Algunas muy recordadas son “Vesti la Giubba” de Pagliacci (Ruggero Leoncavallo†), “Donna é Mobile” de Rigoletto (Giuseppe Verdi†) y “Nessun Dorma” de Turandot (Giacomo Puccini†), esta última muy versionada en tiempos recientes con una magistral versión instrumental del eximio guitarrista Jeff Beck.
Los siguientes veintidós minutos son “Gigue” y “Boureé”, ambas, danzas del período barroco de temperamento alegre y animoso, cada una con características propias. En las dos destaca la dinámica, algo particularmente exigente para un músico de rock merodeando en el clasicismo.
Tanto el grupo como la orquesta encuentran en ellas un desarrollo musical interesante, como el solo de York en la primera de ellas, el cual le abre espacio a la orquesta que se exhibe en todo su esplendor hasta el final. Con ella cierra el lado A
La segunda de éstas, de origen francés, inicia con York y Nauseef y poco después Lord al órgano y al sintetizador con un solo maravilloso acompañado por el grupo. Un cierto aire árabe se cuela entre las teclas y los tambores, con una semejanza a la Gymnopedia de Eric Satie. La orquesta muestra todo su grandor hacia el final.
“Pavane”, danza procesional popular del renacimiento, es un contraste perfecto dentro del repertorio.
Lord soslaya el jazz y el blues acompañado de Nauseef y la orquesta. Las atractivas melodías de la guitarra se ensanchan con el acompañamiento orquestal para entonces cederle espacio a “Caprice”, composición animosa y de forma libre usada en el siglo 16.
En esta ocasión Lord protagoniza al órgano y sintetizador con Andy Summers acompañándolo. El solo de órgano es particularmente muy atractivo por su cadenciosa melodía.
“Finale”, como lo indica su título, cierra este estupendo álbum. La pieza es un collage sonoro con fragmentos de los temas anteriores. Algo un tanto abrumador y agitado matizado por las cuerdas y los metales.
El 18 de septiembre de 2010, 34 años después de su publicación, fue la gran premiere de esta obra en Budapest y posteriormente en Sofía y Essen.
Lord presentó la obra con algunos cambios que no fueron sustanciales. Algunos de ellos fueron la orquestación en “Aria”, que fue originalmente tocada en piano y sintetizador, y en “Caprice” interpretada por el grupo en el vinilo y el collage de los temas en “Finale” que fueron hechos empleando tape-loops en el disco pero interpretados en vivo en dichos conciertos.
Disfrutemos entonces de esta estupenda e imprescindible joya musical.
High vibration go on…
Leonardo Bigott
¿Interesado en comprar éste u otro disco de Jon Lord, o merchandising? Como un Afiliado de Amazon, recibimos una comisión por compras realizadas. Gracias