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La agradable excentricidad de la cantautora Mary Ocher (Madrid / Julio 8, 2018)

Mary Ocher

Mary Ocher

La Casa Encendida / Ciclo La Terraza Magnética

(Julio 8, 2018)

 

En el marco del estupendo ciclo La Terraza Magnética que produce Andrés Noarbe, legendaria figura ligada a las vanguardias electrónicas desde comienzos de los años 80 y cabeza de Discos Rotor, se presentó la singular cantautora, poeta y artista visual rusa Mariya Ocheretianskaya, mejor conocida por su nombre artístico Mary Ocher.

Una de las premisas que un productor de ciclos como éste debe tener es lograr que el público asista así no conozca bien al artista. Es la confianza en el curador o comisario. Eso fue lo que pasó. Parte del público fue a descubrirla, siguiendo la credibilidad de Noarbe en estas lides. Otra parte que ya conocía su música, sabía a quién se enfrentaría, pero solo a medias, porque se presentó sola y su performance tiene mucho de impredecible. Ocher tiene un setlist ensamblado en su mente, pero sobre la marcha improvisa e incluso termina algún tema antes de tiempo si percibe que no puede construir un loop o por pura percepción.

Ocher no es fácil de definir. A ratos, cuando canta con la guitarra acústica, podría recordar a Grace Slick, Janis Joplin o Joni Mitchell. Pero luego se sienta frente al piano y surgen referencias de Peter Hammill, Meredith Monk o Bjork. Cuando utiliza el pequeño teclado aborda su lado más experimental. Con su voz puede llegar a tonos altos con facilidad, grita o susurra, hace gorgoreos, pequeños espasmos o declama. Agradece con un simpático “thank you” no exento de cierta timidez.

Durante el show, Ocher -quien se mostró distendida y extrovertida- contó que venía de tocar en La Habana y que le había tenido una impresión terrible sobre la escasez casi total de productos. Le sirvió el comentario para decir que el capitalismo no servía pero que la alternativa obviamente no podía ser el comunismo. Se confesó “anarquista”. También lo asoció con lo que vivieron sus padres durante el comunismo de la Unión Soviética. Avanzado el repertorio mostró, uno a uno, todos los LPs, CDs, afiches y cassette que ella misma se puso a vender al final. En otro momento, casi al final, sobrevolaron pequeños pájaros sobre la terraza, lo que dio valor agregado a la canción que tocaba mientras miraba el revoloteo inquieto de las avecillas.

La espléndida tarde-noche madrileña fue el telón de fondo para que la rusa –que ha vivido años en Tel Aviv y ahora en Berlín- repasara sus recientes trabajos de 2017, The West Against the People y Faust Studio Sessions & Other Recordings, ambos producidos por el legendario Hans Joachim Irmler en el estudio de Faust, esencial agrupación del krautrock y cuya influencia es notable en ella. Del primer disco escogió tocar “Zah Zah”, “The Endlessness (Song For Young Xenophofes)”, “Washes Upon Your Shores”, “The Becoming” y del otro, “Across Red Lines”, “Blue Crystal Fires”, “The Deep Ends”, “To the Light” y “Under The Piles Horror”. También echo la vista atrás a su disco Eden de 2013.

Aunque el público quedó complacido, quizá ella esperaba mayor efusividad y que le pidieran tocar más. No hubo encore y eso la dejó algo confundida. Agarró todo el material y rápidamente descendió de la tarima y así se quedo para ser saludada.

Fue una estupenda manera de cerrar la semana.

Juan Carlos Ballesta