El 23 de mayo de 2006 la versátil creadora argentina publicó su aclamado cuarto disco, haciendo un inteligente uso de los recursos electrónicos
Juana Molina
Son
Domino. 2006. Argentina
Habiendo tenido la oportunidad de ver a Juana Molina dos veces en vivo, tanto en 2005 como en 2006, Son se sentía como el punto culminante de una propuesta que había llegado a un lugar estable, había encajado las piezas y en ese momento explotaba la confianza de la artista a gusto con sus herramientas.
¿Hacía donde seguirá Juana?, era la pregunta de aquel momento. Sólo ella lo sabía, pero somos afortunados que nos haya dejado este testimonio grabado que era lo mas cercano que podíamos tener en bit y bytes de la experiencia insustituible que es verla y escucharla en una presentación en vivo.
Luego de explorar varios formatos, durante el 2005 Juana decidió aventurarse a tocar sola, aprovechando algunas herramientas tecnológicas que aprendió a dominar rodando muchos kilómetros de carretera.
En vivo el kit de Juana Molina consistía en dos teclados, su guitarra acústica y varios pedales de loops para samplear en vivo frases, riffs, líneas melódicas y ritmos que ejecuta con sus instrumentos y su voz.
Las piezas giran en base a dos o tres patrones que Juana combina caleidoscópicamente de forma que las repeticiones de loops se mantienen frescas. Son detalles pequeños…una nota extra aquí, un golpe de percusión allá, una voz, un «ahhhh», un silbido.
Mucha gente califica la música de Juana Molina como electrónica (o hasta «folk-trónica» decían algunos a principios de siglo) imagen reforzada por el hecho de grabar para la disquera Domino, pero el sonido de su música es tan orgánico y natural que la etiqueta «electrónica» en lugar de acercarnos a la música de Juana Molina, nos desinforma.
«Río Seco» tiene unos sonidos sintetizados, muy analógicos y de mucho carácter, pero el centro es el riff de guitarra acústica y la voz delicada de Molina. El riff se queda fijo y escuchamos como entran y salen arpegios de guitarra, barridos de filtro, golpes de percusión electrónica que se sienten tocados a mano (que efectivamente es como ella los toca en vivo, haciendo los ritmos sobre las teclas de uno sus teclados).
El sonido de Molina se aleja de presets y loops recalentados, todo se cocina en vivo, y ese mismo feeling lo sentimos en este disco. “Yo No” deja el arpegio de guitarra sonando en loop, allí se van montando efectos de percusión vocal, armonías de tres y cuatro voces que la misma Molina crea en vivo con sus pedales y esos sonidos de sintetizador desafinado que se cuelan por entre las grietas de los loops.
Mas arpegios de guitarra acústica en loop anclan “La verdad”, con una línea de sintetizador que armoniza la voz de Molina mientras cantos de pájaros entran y salen en el fondo.
Mas percusiones secas y el sintetizador que respira abriendo y cerrando los filtros, barriendo las frecuencias. La guitarra es usada de forma rítmica y la voz de Juana hace scats sobre la combinación improbable de líneas y loops que se abre y se cierra debajo de su voz.
“Un beso llega” es el tema con el que abrió el concierto que vi en Toronto meses antes de la aparición de Son: “Uno debió perder la vergüenza hace tanto…como me hizo perder, la vergüenza, mis años”, una combinación genial de letra, voz y de nuevo esos sonidos de sintetizador que se deslizan entre tonos de forma elástica.
La voz de Juana en esta pieza se mueve en varios niveles: haciendo efectos, haciendo armonías con ella misma…mientras tanto en el fondo el mismo arpegio de guitarra ha estado sonando por mas de siete minutos, como ancla de un orquestación que por momentos llega a niveles insospechados, con la repetición de elementos muy simples que se van montando unos sobre otros hasta crear una gran arquitectura sonora.
“Son” deja las referencias rítmicas (arpegios, loops), para hacernos volar por tres minutos, con silbidos y de nuevo las voces usadas de forma no-convencional, seguida por “Las culpas” algo que igual hizo en vivo, la voz de Juana es doblada y filtrada electrónicamente, el riff de guitarra en este caso usa las cuerdas mas bajas de la guitarra.
“Malherido” de nuevo muestra la voz de Juana doblada varias veces, mas pistas de voces conforman arreglos que se combinan con varias líneas de sintetizador y esa percusión seca que se mueve muy abajo de la mezcla, que mas que escucharse se siente en el pecho y en el estómago.
“Desordenado” combina los arpegios de guitarra con mas sonidos sintetizados, en este caso mas filtros, mas perillas, mas wah-wah. “Elena” toma alguno de estos elementos y le agrega la percusión y un montón de líneas de voces.
La paleta de elementos que usa Juana Molina no es tan grande, pero es esa maestría que ha adquirido en lograr combinaciones efectivas de esos elementos lo que hace que un trabajo como Son funcione, y que sus presentaciones en vivo dejen con la boca abierta a quien la ve por vez primera.
“Hay que ver si voy” cierra este disco combinando muchas de las ideas que hemos escuchado en los temas anteriores, sin perder frescura, en cada rincón algo nuevo nos sorprende.
Juana explora cada posible rincón que encuentra en la pieza, lo saca, lo pule y le da brillo.
La presentación del CD terminaba de redondear un trabajo perfecto: un empaque de cartón, en relieve, un pequeño libro con las letras decorado con «bordados» caseros…
Son es un disco que tiene el cuidado de las obras artesanales, ¡artesanía del siglo 21!
Gabriel Pérez
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