En uno de los días mas calurosos que se recuerden en Madrid, el músico etíope y su increíble banda hipnotizó con su inimitable jazz impregnado de bugalú
Mulatu Astatke
Concierto en Real Jardín Botánico Alfonso XIII, Universidad Complutense, Madrid
Noches del Botánico
(Julio 17, 2022)
Un concierto del legendario músico etíope es siempre una experiencia única. A los 78 años, aunque ya no se muestre tan ágil, destila sabiduría, generosidad, honestidad y magia.
Que Mulatu Astatke es el más importante exponente del jazz etíope es algo que Occidente solo descubrió gracias al cuarto volumen de la esencial serie Éthiopiques que se comenzó a publicar a finales del siglo 20 y se extendió los primeros años del siglo 21.
Pero, el definitivo momento fue gracias al tino del director de cine Jim Jarmusch al incluir su música en la película “Broken Flowers” (2005), que había descubierto justo gracias a ese compilado.
Sus estudios en el Trinity College of Music de Londres y en el Berklee College of Music de Boston le permitió vivir y comprobar sin filtros lo acontecido en una década de especial relevancia en la música -los años 60- acercándose al jazz norteamericano, la psidodelia, bugalú, chá chá chá, son cubano, be bop, funk, a lo que luego al regresar a Etiopía sumó sonoridades de corte tribal y folclore de África oriental.
La generosidad de Mulatu es notable sobre un escenario. Se acompaña por una banda de altos quilates dirigida por el saxofonista y flautista James Arden, y permite que cada músico se luzca varias veces durante el show, sin que nunca esas intervenciones alteren ni recarguen el sentido de cada pieza.

El propio Arden ejerció de maestro de ceremonia: “Buenas noches, Madrid, demos la bienvenida al escenario, directo desde Addis Ababa, Etiopía, a Dr. Mulatu Astatke”. Y mientras la banda iba dando forma al sensacional primer tema “Dèwèl”, a paso lento apareció Mulatu, se posicionó frente al vibráfono y habló por primera vez: “Muchas gracias, agradecido por estar de vuelta, vamos a tocar una pieza del siglo VI de la iglesia ortodoxa etíope, que arreglé desde la perspectiva del jazz”…
Fue una apertura muy adecuada, en la que los vientos fueron los protagonistas, especialmente Arden con un solo de saxo alucinante.
Uno de los grandes clásicos de Mulatu es “Yekermo Sew”, tema que comienza con un delicado vibráfono, que sirve de intro para el sensual bugalú que va incorporando pequeños crescendos bajo la dirección de los vientos y un gran solo de trompeta de Quentin Collins, que da aire al vibráfono en varios segmentos.
El expresivo contrabajo de Neil Charles dio inicio a otra pieza inolvidable: “Nètsanèt”. Durante su desarrollo el pianista Alexander Hawkins tuvo una intervención más que notable, siempre con la línea de bajo llevando el peso y los vientos apareciendo estratégicamente a modo de puente y para el gran finale.
Pero no todo estaba dicho en esta pieza, ya que Danny Keane hizo un aporte realmente memorable con el cello, instrumento que sin duda sumó mucho a la paleta sonora a veces con intervenciones melancólicas y otras en las que coqueteaba con lo atonal, como en este tema.
A lo largo del concierto, Astatke se desdoblaba entre el vibráfono, congas, bongos, timbales y el piano eléctrico, a veces pasando de uno a otro en la misma pieza.



Con el público (no demasiado numeroso, lamentablemente) entregado, Mulatu anunció “Chik Chikka Suite”, la cual incluye “Azmari”. Es una composición que recoge elementos del folclore egipcio y elementos tribales.
Fue una larga pieza en la que hubo de todo: grandes solos de saxo y contrabajo, un cello enloquecido, un teclado emulando el clavinet de los 70, percusión a tope, y finalmente los solos de Mulatu en congas, bongos y timbales, apoyado por Ben Brown en la batería.
El estado de ánimo cambió por completo con “Motherland”, con un cello que pasaba de la melancolía al drama con pasmosa naturalidad, mientras el piano le daba apoyo y el vibráfono revoloteaba entre ambos. El público pasó del baile al sobrecogimiento.
La pieza desembocó en una especie de lento danzón cuasi bolero jazzeado, con una fenomenal trompeta.
El pegadizo bugalú “Way to the Nice”, con la flauta de protagonista, permitió lucirse al percusionista Richard Olatunde Baker, con un solo de inspiración yoruba que incluyó vocalización, y también a Ben Brown.


La siempre esperada “Yegelle Tezeta” fue un momento de conexión absoluta. Y en eso un lugar como el que alberga a Noches del Botánico se prestó a que la gran mayoría moviera el esqueleto, lo que nadie pudo hacer hace cuatro años en Festival Internacional de Jazz de Madrid (crónica aquí). Esta interpretación fue sencillamente sensacional, con el organo endemoniado y los vientos en plan estelar.
Sin mucho preámbulo continuaron con otro infaltable, “Yekatit”, con un segmento medio en el que Ben Brown hizo un solo estupendo con el cello y el saxo apoyando.
Entonces Olatunde hizo virguerías con el talking drum o dun dun.
Y entonces se despidieron con “Mulatu”, una pieza midtempo ideal para dejarnos a todos en una nube y hacernos olvidar el calor sofocante.


Si bien en la música de Mulatu Astatke orbitan referencias a Joe Cuba, Tito Puente, Mongo Santamaría, Cal Tjader, Perez Prado, Bo Hansson, Pekka Pojhola, Gary Burton, Lionel Hampton, Miles Davis, Sun Ra, Duke Ellington y algunos más, su sonido es totalmente único.
El etíope volvió a demostrarnos su humildad y su grandeza.
Juan Carlos Ballesta
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