Orquesta de Rock Sinfónico Simón Bolívar
Homenaje al Rock Nacional Vol 1
Centro Cultural BOD, Caracas
(Diciembre 7, 2016)
Finalmente la esperada incursión de la ORSSB en el rock venezolano se dio. En varias de nuestras reseñas en los cinco años de historia de esta división del celebrado Sistema de Orquestas Simón Bolívar, habíamos cuestionado la ausencia de repertorio nacional en los programas conformados por grandes grupos del rock universal. Tardó en ocurrir, pero la espera tuvo su compensación con esta primera entrega.
El director de la orquesta, Daniel Hurtado, explicó que el proceso de investigación previo recayó sobre el joven Luis Vila, uno de los cantantes, y que este hizo una preselección de centenas de canciones que luego tuvieron que filtrar hasta seleccionar menos de 30. Probablemente haya sido una exageración, pero si es fácil concluir que sin asesorías de especialistas de varias generaciones la selección final pudiera tener omisiones o inclusiones injustas. Este primer acercamiento, en líneas generales, estuvo bastante acertado, tanto en la selección como en la ejecución y arreglos. No obstante, como siempre ocurre, hubo momentos álgidos y otros menos atractivos.
La presentación del repertorio fue cronológica, comenzando con “Rock Mambo Cha Roll”, una pieza instrumental de Aldemaro Romero que en 1958 jugueteaba con los ritmos populares del momento. El rock comenzó realmente con el medley de Los Impala, compuesto por “Taxi” y “Que me importa”, una de las pocas bandas de los años 60 que componía buena parte de sus canciones. Fueron cantados por Grey Hernández y Carlos Piña (quien no apareció más). Otra de las leyendas de los 60, Los 007, estuvo representada por “El último beso” (de Eddie Cochran) y “Detén la noche” (de Johnny Halliday), cantadas por Luis Vila y Grey Hernández. Eran tiempos de versiones de temas que ya habían sido popularizados por bandas europeas o norteamericanas, algo que pasó en toda Iberoamérica mientras se buscaba la identidad propia.
Una de las canciones de mayor impacto en los 60 fue “Limón, limonero”, original del brasileño Carlos Imperial y popularizada por Henry Stephen en 1968, auténtico éxito del pop en español, parte del inconsciente colectivo. Fue cantada por Manuel Aumaitre, a quien se le hizo difícil acercarse a la pronunciación mitad zuliana mitad caribeña de Stephen. Él mismo fue el encargado del siguiente tema, “Joven”, que en 1972 lanzó la recordada banda Syma, con Guillermo Carrasco y el fallecido Robert Valerio. Este fue un arreglo casi natural que quedó muy bien porque la canción original ya incluía cuerdas. De ese mismo año escogieron “Sé tú mismo” de Trino Mora, cantada por Luis Vila, pero el resultado fue un tanto descafeinado.
La década de los 70 tuvo una representación un poco exigua, tratándose de un período en el que finalmente el rock venezolano se decidió a buscar su identidad, mezclándose con elementos autóctonos, jazz, salsa, ritmos afrolatinos y rock sinfónico. El más representativo exponente fue, sin duda, Vytas Brenner, de quien escogieron el fabuloso tema instrumental “Morrocoy”, del primer disco La Ofrenda de Vytas (1973), aunque no fue interpretado en su extensión original.
El brinco hacia los años 80 se produjo de inmediato, siendo el primer representado la recordada banda de hard rock Resistencia, de la que eligieron “Muerto en vida”. No era fácil cantarla, ya que César Somoza era dueño de una poderosa voz. Sin embargo, Nelson Müller se lució. Siguieron con “No vale la pena” de Melissa, cantada muy bien por Deborah Briceño, probablemente uno de los temas más “rockeros” de la que paradójicamente apodada “la reina del rock”.
Un arreglo que trató de conservar cierta melancolía del original pero que resultó un tanto triunfante fue el de “Lluvia” de La Misma Gente, que no le hizo mucha justicia al emblemático tema. Tampoco la vocalización de Aumaitre tuvo la emoción que siempre le imprime PTT Lizardo. En contraste, el medley de Aditus animó a la audiencia. “Algo eléctrico” (con Luis Vila), “Tiempo” (con Aumaitre) y en especial “Victoria” (de nuevo Vila), fueron el punto álgido hasta ese momento. La foto en pantalla correspondía a 1975 y no a 1985, la etapa con Pedro Castillo. A partir de entonces el concierto fue ganando en intensidad, probablemente porque la cercanía temporal contribuyó en el conocimiento de muchos a los temas escogidos y por alguna razón los arreglos e interpretaciones también lucieron más atractivos y robustos.
El medley de Sentimiento Muerto incluyó “Una extraña sensación de soledad”, “Nada sigue igual” y “El payaso”, con buenos arreglos pero interpretaciones vocales nada trascendentes por parte de Aumaitre y Vila. De nuevo la foto fue desafortunada porque correspondía a la última etapa de la banda en 1992 y no a 1987/88.
La entrada a los 90 ocurrió con Zapato 3 y dos canciones de su segundo disco de 1991, Bésame y suicídate. Tanto “Amo las estrellas” con Deborah Briceño, como “Ahora estoy sin ti” con Nelson Müller, fueron grandes momentos del concierto. Tras ellas, el turno fue para Desorden Público (con Horacio Blanco en la sala, como siempre muy ovacionado). Fueron escogidos los temas “Cursi” (1990), cantado por Aumaitre, y “Tiembla” (1994, como indicaba la pantalla), este segundo por Müller. Ambos arreglos e interpretaciones estuvieron a la altura.
Posteriormente tocaron “Superman”, un tema del falconiano Yátu cantando por Vila, no tan conocido para todos los presentes. Quizá hubiera sido mejor escoger “Uñas asesinas” o “Vampiro” de Seguridad Nacional, composiciones de Yátu, que aunque la gente conoce por las versiones de Zapato 3, son mucho más representativas. Un momentazo fue con el medley de Caramelos de Cianuro que incluyó las canciones “Las estrellas” (con Deborah Briceño) y “El martillo” (con Grey Hernández). Esta última se prestó a arreglos magníficos que resaltaron el poder rockero del tema que puso a muchos a mover la cabeza.
Los Amigos Invisibles también estuvieron representados. Aunque la elección no era fácil, la Orquesta se decantó por “Ultrafunk”, con Aumaitre y Vila de vocalistas. No estuvo mal, pero otros temas pudieron haber sido mejor opción. La fuerza de Candy66 estuvo presente con el tema “Fe” de su segundo disco A+ (2003), con Müller de nuevo en plan estelar y la sorpresa de uno de los cellistas, Ever Guzmán, abandonando su puesto para cantar en la característica forma gutural de ciertas corrientes metaleras. Fue la entrada al siglo 21, que esperamos sea más explotado por la Orquesta ya que ha significado una de las grandes etapas para el rock venezolano.
La parte final fue altamente celebrada, con el propio director Daniel Hurtado mostrando su satisfacción y euforia, cantando mientras dirigía, pero también con algunos de los músicos contagiados como la cellista Ana Elba Domínguez. A destacar el papel de ambos guitarristas, Daniel García y Adrián Manrique, fundamentales para establecer el enlace directo con el rock. La potente adaptación de “Llámame y desaparezco” de Viniloversus, con Müller en la voz (no era necesario que tratara de cantar como Rodrigo Gonsalves) y la pegadiza “Radio Capital” de La Vida Bohéme (con Aumaitre cantando y brincando al son de “gabba gabba hey…”), fueron el perfecto colofón a un concierto que muchos esperábamos y que se realizó con el teatro lleno.
Dado que se anunciaron tres ediciones (o volúmenes), suponemos que algunas ausencias relevantes serán subsanadas, entre ellas las de Témpano, Tomates Fritos, Los Mentas, Dermis Tatú, Bacalao Men, Spiteri, Los Darts, PP´s, Seguridad Nacional, Los Mesoneros, Charliepapa, Okills, entre muchas otras.
Este primer intento superó las expectativas y seguramente servirá para afinar las siguientes entregas de este merecido y bienvenido homenaje al rock venezolano.
Juan Carlos Ballesta