El doble cartel programado por Noches del Botánico con el asturiano Rodrigo Cuevas y el gallego Alejandro Guillán -mejor conocido como Baiuca– no podía ser más acertado.
Rodrigo Cuevas / Baiuca
Real Jardín Botánico Alfonso XIII, Universidad Complutense, Madrid
Noches del Botánico
(Julio 20, 2023)
Ambos se alimentan de las tradiciones para construir propuestas modernas y desprejuiciadas, redimensionando lo ancestral de manera brillante. Cada uno lo hace a su manera, Cuevas con su estupenda voz y gran desparpajo junto a una banda que combina guitarra, percusiones, teclados y secuencias, y Baiuca mucho más inmerso en la música electrónica, pero con la presencia fundamental de voces femeninas y percusión.
La Romería de Rodrigo Cuevas
Tras una impresionante introducción cantada mientras recorría parte de las gradas, Cuevas comenzó su show ganándose al público de inmediato. En el escenario, ubicados en especie de estaciones de trabajo individuales, lo esperaban sus compañeros de ruta desde el tour anterior, “Trópico de Capricornio” (crónica aquí) para emprender su nuevo espectáculo, “La Romería”.
Son ellos Mapi Quintana (voz, percusión, teclados), Juanjo Díaz (tambor, pad electrónico, pandero cuadrado, coros), Tino Cuesta (teclados, secuencias, pandero cuadrado, coros) y Rubén Bada (guitarra, percusión, teclado, coros).
Al subir al escenario comenzó “Más animal”, un tema de letra muy sexual, en la que fue acompañado por primera vez por una pareja de bailarines (Paula y Pablo) que hizo grandes aportes en varios temas. La canción se pasea entre lo úrbano y la danza folclórica.
Si bien, algunos de sus temas conocidos fueron parte del setlist, Cuevas se encuentra ya emprendiendo el camino de promoción del inminente nuevo disco producido por el puertorriqueño Eduardo Cabra (Visitante de Calle 13).
Rodrigo salió vestido de riguroso negro con pantalones de brilli brilli, camiseta transparente, chaquetilla con flequillos en las mangas, fajín, madreñas de goma (ideales para bailar y casi rebotar) y gafas de sol. Solo se cambió para la parte final.
Cuevas, como es su costumbre, estuvo muy comunicativo, generalmente irónico (como cuando saludaba a los del palco les decía “los ricos”, y los de abajo “los pobres; y los que “se hacen los ricos” en las gradas).
“Estáis guapisimos, guapísimas…bueno, yo también, eh!”. Presentó a los músicos como si fuera un programa de concursos y agradeció “por llenar este sitio”.
“Vamos a tocar una serie de temazos que se os van a caer las bragas. El que vamos a tocar ahora nunca lo habeis escuchado porque es inédito, no está publicado, vais a estar en primera escucha y me gusta mucho ver la cara que pone la gente. Es un tema preciosista que habla de todos los microtopónimos que me rodean, que es la cosa más importante que hay en la vida. Cuando se pierdan los microtopónimos se acaba la humanidad”
La guitarra acústica anunciaba la entrada del tema en estreno, y fue ella la que lo condujo junto a un ritmo electrónico algo quebrado y ralentizado. Nos sonó aún en proceso de maduración, pero su potencial es tremendo.
“¿Qué queréis más frescor o más calentura?…. Qué perras que soy, ¡no hay cambio climático que os pare!”
Y de forma libidinosa comenzó “Arboleda bien plantada”, de Manual de Cortejo (2019), en la que canta “Si quieres, aquí, aquí / Y si quieres, en mi cama / Y si quieres entre mis piernas / Mañana por la mañana / Cien años / Después de cien años / Que después de cien años muerto / Y de gusanos comido / Se encontraron en mi cuerpo / Señas de haberte querido”
Musicalmente la pieza se resuelve en la segunda mitad, transformándose en una especie de son cubano mutante.
Enseguida presentó otro “temazo”: “un vals preciosista, para celebrar el lugar donde yo vivo. Esto es una romería. Uno temina como la gocha, embarrao. A una romeria hay que ir dispuesto a llenarse de mierda, a enfangarse, a tirarse al río si hace falta, y al socorrista si hace falta también (risas colectivas)”….
Cuevas aprovechó el envión para tomar posición política: “Y si preguntarán, Rodrigo Cuevas Rodrigo Cuevas, ¿porqué nos quieres llevar a una romería? Pues porque tenemos que celebrar muchísimas cosas, que a veces se nos olvida porque nos ponemos muy quejicones, y hay que celebrar tantas cosas que damos por hechas, como la vida, como el paisaje que tenemos alrededor, de la libertad de la que gozamos (ovación) y en una romería es donde uno se da cuenta de todo eso, o también cuando vienen cuatro fachas a intentar quitartela”
Y agregó agradecimientos a todos los que dieron su vida por la libertad y la defensa de todo ello.
Finalmente sonó el “Valse” preciosista sin nombre, con un sintetizador fantasmal y una rítmica folk delicada con cierto aroma andino. La frase “Sabemos que la fruta robada sabe mejor que la comprada” destacó de entre toda la letra.

El siguiente “temazo” fue “Casares de las alturas”, donde “se come la mejor morcilla del mundo”. Rodrigo cogió las castañuelas para interpretar la jota que puso a muchos a bailar.
“Siempre que vamos a un sitio tomamos algo de la cultura popular”. Y mientras pedía un chinchón -licor dulce de anís que se hace en el conocido pueblo madrileño-, improvisó un extracto del clásico “La Puerta de Alcalá”, en la que Rodrigo sonó un poco a Julio Iglesias.
El divertimento fue el preámbulo para “Dime ramo verde”, una canción triste tradicional zamorana, a la que Cuevas puso una letra que está inspirada en el bullying que sufrió siendo niño y sobre lo cual reflexionó pidiendo que esas cosas no ocurran más porque los equivocados son los que hacen el bullying. La pieza es casi una súplica a manera de protesta y reflexión.
El siguiente tema fue el pegadizo “Cómo Ye?!”, de decidida vocación africana y caribeña, recordando a veces a Xoel López.
No podía faltar “Xiringüelu”, con ese pegadizo ritmo ajotado envuelto en sintetizadores que puso a todos a cantar y bailar. ¿Space Jota?
“Toda romería llega a su final, aunque los romeros no quieran. Al día siguiente la resaca, unas ganas de ‘señor llévame pronto’”. Sonó entonces otro tema nuevo, una especie de cantiga que se transforma en un techno.
Se despidieron, pero en menos de un minuto regresaron para regalarnos “Rambalín”, el emotivo homenaje a la figura de Rambal (Alberto Alonso Blanco), asturiano del pueblo pesquero Cimavilla quien sorteó todos los estigmas de su tiempo a mediados del siglo 20, asumiendo su travestismo, apoyado por su madre y la mayoría de los vecinos ante quienes hacia shows.
Rambal fue vilmente asesinado y quemado en 1976.
Y con la “Muiñeira para a filla da bruxa” dejó el animo de todos muy en alto.
Rodrigo Cuevas es un entertainer de marca mayor.
Baiuca: electrónica gallega de primera
Tras una espera que se alargó algo más de lo previsto, finalmente el concierto comenzó.
La propuesta Alejandro Guillán, conocido como Baiuca, se diferencia en forma de la de Cuevas, no en fondo. Mientras Cuevas es el protagonista en toda regla, habla, ironiza, baila e improvisa frases, Baiuca asume un rol más discreto desde su estación de trabajo, cediendo parte del protagonismo a Alejandra Montero y Andrea Montero, las vocalistas maravillosas que a veces nos recuerdan a Las Voces Búlgaras y que forman parte del grupo de pandereteiras y cantareiras Lilaina.


El percusionista Xosé Lois Romero, también gozó de diversos momentos para el lucimiento con su charrasco (instrumento muy singular con un palo, una cuerda y un rectángulo superior lleno de chapas).
El otro miembro del grupo en directo es Adrián Canoura, quien ayuda en las secuencias y programaciones., y también en muchas de las visuales, las cuales resultaron fundamentales dada la poca movilidad de los músicos en el escenario. Varias de las imágenes de danzas folclóricas utilizadas en temas del primer disco recuerdan a bailes latinoamericanos de Bolivia o Venezuela, con lo cual la base folk de Baiuca no es meramente gallega.
El concierto fue una fiesta en la que Baiuca se paseó por el material de sus dos discos más recientes (Solpor, 2018; Embruxo, 2021), singles y remixes, con presencia de invitados especiales como Alba Reche, Antía Muíño, o el propio Rodrigo Cuevas.
Aparecen por la música de Baiuca elementos celtas, gallegos, africanos, caribeños, andinos y algunos más, lo que por momentos emparenta su propuesta con proyectos que exploran terrenos similares desde una perspectiva electrónica, como el dúo peruano Dengue Dengue Dengue o el dúo español Ruiseñora, entre muchos.
Baiuca convirtió el Jardín en un Club Botánico, interpretando un contagioso set en el que sonaron, entre otros, temas como “Meigallo”, “Veleno”, “Embruxo”, “Muiño”, “Solpor”, “Arume”, “Conxuro”, “Lavandeira” o “Diamante”

