En el año 2000 se publicó, luego de dos EPs , el único álbum del maravilloso proyecto comandado por Brian McMahan, voz y guitarra de Slint
The For Carnation
Debut album
Domino / Touch and Go. 2000. EE UU
Un disco pausado, quedo, como para sentenciar cualquier irritabilidad: tratado actualizado del low-fi. Acaso otro disco que le debemos a la genial Chicago. Acaso otro más en cuyos créditos se apunta ese nombre que ya es amén de todo lo bueno que se haga en música.
“Acaso otro excelente disco”, pero es que uno se cansa de escuchar estas cosas sin ser primero convencido. Expongamos entonces nuestra convicción en este disco.
A veces se pronuncia en túneles de los que no lo sacará una producción claustral. Túneles donde orbitan sonidos y subsonidos, ecos y subecos, y ¿acaso al final no tanto una luz como una voz que se anima apenas en los susurros? Herramientas electrónicas dosificadas con inteligente templanza.
Sin deslumbrarse con ellas, estamos en la más absoluta obscuridad. Una obscuridad leve -vale decirlo. Obscuridad como aquella a la que nos ampara nuestros párpados cuando cierran, o como aquella que nos refugia de la mirada de los otros.
Sin duda, estos instantes leves -de refugio y clandestinidad- tienen amplia trayectoria en bandas como Low y Slowdive, además de gozar con una vecindad donde se encuentran miembros tan notables como Labradford y Pan American.
El objetivo de todas estas bandas parece inducirse en la escucha. Alejarse de la identidad es siempre placentero, y si este alejamiento cuenta con caminos oblicuos mucho mejor. La sensación es siempre antitética: “atmosferico-claustral” -si la topología lo permite. Salir y dar con el centro. Entrar en una caverna que da al cielo.
A algo así nos envía este disco. Como en una cámara de descompresión, puede asomar las almas al más-allá de la materia desde un espacio que bien le puede ser corsé. Las revelaciones -a pesar de lo esclarecedoras que puedan ser- siempre se cumplen sobre alrededores umbríos.
¡Tamaña revelación que este disco es en su oscuridad tan leve! El muestreo de tonalidades de oscuro que hace, entre jazz noir y dark ambient, le imprime al disco un aire de privilegio exclusivo que no alcanza mayores divisas que aquellas que otorguen los oídos -como si los oídos fueran nuestro tacto tanteando esa oscuridad.
Parecerá como si uno es el único en el mundo que ha escuchado este disco, y de confesarse tal acción estaremos sin duda divulgando un secreto sumarial. De aquí que yo me inmole para decirles a ustedes que yo he sido uno de los únicos que ha escuchado este disco.
Atrévanse ustedes a ser los únicos también.
José Armando García
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