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Smiling and Waving: la seducción de la noruega Anja Garbarek

Anja Garbarek Smiling and Waving

Con su nuevo centro de operaciones en Londres, la noruega publicó su gran tercer álbum en 2001 rodeada de músicos excepcionales

Anja Garbarek
Smiling and Waving

Virgin. 2001. Noruega

Desde los años 80 del siglo 20, Noruega se ha erigido en uno de los epicentros musicales más ricos y eclécticos del planeta, con artistas y grupos que redimensionan el jazz, el rock, la electrónica y la fusión de varios de éstos géneros.

El génesis hay que encontrarlo en los años 70, con nombres emblemáticos del jazz nórdico como el guitarrista Terje Rypdal, el saxofonista Jan Garbarek y el pianista Ketil Bjornstad. Luego vendría el recordado grupo pop a-ha, que a mediados de los 80 impactó al mundo.

Entre la larga lista actual, hay algunas propuestas que sobresalen. Una de ellas es la de Anja Garbarek, cuya relación con la música comenzó muy temprano gracias a su presencia en las innumerables giras de su padre, Jan Garbarek, siendo partícipe de su crecimiento y consolidación musical durante los 70.




Sin embargo, luego en los años 80, sus gustos se orientaron hacia Brian Eno, Kate Bush, Laurie Anderson y Robert Wyatt, entre otros, influencias que modelaron su talento e intereses musicales, lejos en lo posible de la propuesta de su padre.

El primer disco Velkommen Inn (1992), completamente en noruego, fue un intento impreciso que, sin embargo, permitió que madurara sus ideas durante los cuatro siguientes años.

De ese proceso de reflexión surgió Balloon Mood (1996), un sorprendente trabajo lleno de guiños a la música industrial y la electrónica, con pinceladas psicodélicas y textos surrealistas, conducido por su exquisita voz que para el momento muchos intentaron comparar con Björk.  Quizás lo único común entre ellas sea la particularidad de sus mundos y el continuo espíritu de aventura.

Con un ritmo de trabajo pausado, transcurrió un lustro para poder disfrutar del nuevo capítulo en la carrera de Anja Garbarek. El tiempo de espera estuvo justificado ya que el resultado, Smiling And Waving, es uno de los trabajos más logrados de comienzos de siglo 21.

Afincada en Londres, Anja se rodeó de algunos músicos británicos como Steven Wilson (para entonces viviendo un gran momento con Porcupine Tree y No Man) en parte de la producción y sonidos, Mark Hollis (el fallecido líder de Talk Talk, que hacía su primera y última aparición luego de su debut solista de 1998), Steve Jansen (Japan, JBK, Nine Horses), Richard Barbieri (Japan, JBK, Porcupine Tree), el contrabajista de jazz Chris Laurence y el legendario Robert Wyatt, para darle forma a diez antológicas piezas.

Mezclando ritmos electrónicos y percusión acústica con soberbios arreglos de cuerdas y su delicada voz, el disco fluye de tal manera que el proceso de seducción se torna irresistible. Este álbum fue el punto de inflexión en la carrera de Anja Garbarek y la apertura más allá de Escandinavia.




Comienza el disco con “Her Room”, una delicada pieza corta con las cuerdas de The London Session Orchestra (liderada por el gran Gavin Bryars), la percusión de Steve Jansen, el fundamental contrabajo de Laurence y los cornos franceses de John Pineguy y Richard Bissill

La voz de Anja combina la naturalidad y algunos efectos, lo que sienta el precedente para el resto del álbum

Enseguida surge la impresionista “The Gown”, una de las que cuenta con más participaciones, entre ellas las de Steven Wilson (guitarra) y Mark Hollis (piano, bajo eléctrico, melodica, arreglos y producción) y la interesante percusión que se reparten Anja, Martin Ditcham y Steve Jansen

Spin the Context”, es una sigilosa pieza de naturaleza acústica en la que las varias voces voces de Anja son acompañadas magistralmente por cellos, clarinetes, y un groove magnífico aportado por Laurence, Jansen y Wilson (esta vez en percusión).

Es uno de los mejores temas del disco

Stay Tuned” rompe un poco con todo lo anterior y se adentra en lo electrónico, a modo de estilizado trip hop, recordando algo al dúo alemán Laub y al inglés Lamb.

Con la participación de Jansen en batería, Richard Barbieri en los efectos analógicos, Laurence Pendrous en el órgano, Jørgen Knudsen en las fantasmales atmósferas y The London Session Orchestra




El expresivo bassoon de Robin O’Neil, junto a la guitarra de Wilson (que pareciera sonar como un mellotron) y la London Session Orquestra, proporcionan una base instrumental muy cinematográfica en “You Know”.

Los ecos del drum ‘n’ bass emergen sorpresivamente en “Big Mouth”, y de nuevo surge la referencia de Lamb. Participa Theo Travis en la flauta y Pendrous en el piano, con la LSO en las cuerdas.

Destaca el manejo vocal de Anja

La gran sorpresa ocurre apenas comienza “The Diver”, con la inconfundible voz de Robert Wyatt, quien se alterna con Anja para ofrecernos uno de los más memorables temas del disco, producido por Mark Hollis

El minimalista piano de Pendrous y las melancólicas cuerdas conducen “That’s All”, en la que Anja canta e introduce una base electrónica intrincada pero muy sutil

El arpa de Helen Tunstall y las cuerdas de LSO conducen con gran belleza el tema “And Then”, quizá la que Anja canta con más dulzura.
Una vez más el contrabajo de Laurence resulta vital

It Seems We Talk” es la pieza más atmosférica, con un muy interesante trabajo en las programaciones de Miguel Díaz de López y Steven Wilson, quien además toca guitarra, piano y produce.

Participan además Frank Ricotti en el vibráfono y Theo Travis en la flauta baja.




Una interesante adición al disco es la maravillosa versión de “I Won’t Hurt You” (original de la agrupación psicodélica californiana de los 60 The West Coast Pop Art Experimental Band), que transcurre con una repetitiva base rítmica sobre la que Anja canta delicadamente.

Wilson de vez en cuando suelta unos latigazos de guitarra

Cierra el disco con “Blinking Blocks of Light”, el más experimental de todos los temas, con un trabajo de programación de sonidos especialmente llamativo que convive con los pianos tocados por Anja y Wilson

Es, sin duda, una manera muy atractiva de poner punto final a un trabajo absolutamente inspirado

Hay un meticuloso trabajo de diseño sonoro que resulta esencial en el cual estuvieron involucrados Miguel Díaz de López, Steven Wilson y la propia Anja Garbarek, así como los varios ingenieros de audio repartidos por los seis estudios utilizados.

La dirección de arte corrió a cargo de la propia autora,

A pesar de las críticas positivas que obtuvo Smiling and Waving, luego de él Anja volvió a recogerse y a meditar su próximo paso.

Cuatro años pasaron para que nos sorprendiera con un nuevo ofrecimiento, Briefly Shaking (2005), una obra cercana a la estética del electro-pop y el dowtempo que destila sensualidad, un año en el que también compuso la banda sonora Angel-A

Un largo silencio siguió hasta la aparición de The Road is Just a Surface (2018), música para la obra de teatro del mismo nombre.

En 30 años de carrera, Anja Garbarek posee una discografía escueta pero de grandes dimensiones, al frente de la vanguardia que emparenta el pop y la electrónica.

Juan Carlos Ballesta


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