3040El guitarrista, cantante, compositor y productor inglés sostuvo una reveladora y muy sincera conversación acerca de su pasado y presente
El músico británico, personaje referencial en el rock, está en un momento álgido de su carrera. Tras más de 20 años explorando diversos territorios con sus bandas y proyectos unipersonales, así como en su rol de productor, Wilson estaciona temporalmente a Porcupine Tree, la banda que lo dio a conocer, para abrir un interesante ciclo como solista con una banda de grandes quilates.
Recuperamos de nuestro archivo la entrevista que le realizamos con motivo de su visita a Caracas en abril de 2012 y que publicamos en nuestra edición impresa #22.
Juan Carlos Ballesta
A lo largo de la dinámica historia del rock han surgido personajes destinados a dejar huella. El músico inglés Steven Wilson es un personaje ineludible para describir al rock de los últimos 25 años, gracias a su trabajo al frente de Porcupine Tree –su vehículo creativo más conocido y exitoso–, los dúos No Man (con Tim Bownes) y Blackfield (con el israelí Aviv Geffen), IEM, Bass Communion y ahora bajo su propio nombre, proyectos con los que ha explorado diversos terrenos.
Wilson, además, es un cotizado productor (Opeth, Anathema, Anja Garbarek…) y últimamente ha remezclado obras capitales en la historia del rock como Aqualung (Jethro Tull, 1971) o la discografía de King Crimson.
Wilson visitó Caracas por primera vez, y lo hizo para presentar material de sus dos recientes discos Insurgentes (2009) y el fabuloso álbum doble Grace for Drowning (2011) (leer crónica aquí).
Es un tipo afable, conversador, a quien le gusta explicar su trabajo y contextualizarlo.
“Cada uno de mis proyectos está bien definido y explora un determinado territorio. Lo que nunca había tratado es combinar todos esos elementos. Ahora, identificado con mi propio nombre, trato de combinar todos esos diferentes aspectos de mi personalidad musical que incluyen drone rock, space rock, jazz rock, trip hop, psicodelia, progresivo, metal, industrial, pop, electrónica.
Es un punto importante en mi vida. Dentro de mi cabeza tenía muchas cosas que aún no había hecho. Grace for Drowning puede tener elementos del Porcupine Tree de los 90, pero en realidad tiene muchas otras cosas que me interesaban y no había explorado suficiente como el jazz y la música industrial.
Ha sido un aprendizaje para mí, como ejecutante, productor, ingeniero de mezclas, he leído mucho mientras viajo y me he encontrado con mucha gente, de modo que todo eso se refleja en este momento en que decidí emprender este proyecto con mi nombre. Es cómo la fotografía completa de mi creatividad”, explica.
Los orígenes de Steven Wilson
La carrera de Wilson comenzó a ser conocida en los 90, período muy importante para la música electrónica. El primer punto de inflexión relevante en tu trayectoria ocurrió en 1995 con el disco Sky Moves Sideways de Porcupine Tree, un período trascendente para la música británica en el que el britpop, el trip hop y la música electrónica vivían un momento de esplendor comercial y mediático.
Para los que descubrimos aquel disco justo en medio de esa vorágine, significó una revelación ya que por un lado recogía influencias de grupos de space rock de los 70 como Pink Floyd, Hawkwind, Ozric Tentacles y Gong, pero también del ambient-techno de The Orb o Future Sound of London. Sonaba diferente a todo a su alrededor, pero a la vez se nutría de lo que pasaba.
Al respecto, se explaya: “Estaba muy inspirado por muchos de los proyectos emergentes dentro del ambient, como The Orb y The Future Sound of London, pero también por la música más espacial que algunos llamaban progressive.
La estructura de canción pop de tres minutos había cambiado y mucha gente aceptó una serie de interesantes propuestas basadas en las texturas, en atmósferas y “soundscapes”. Se produjo un gran cambio respecto a los años 80, la década en la que yo crecí, caracterizada por canciones pop, MTV y los videoclips, quizás una época muy artificial en la cultura popular.
Los 90 fueron como un retorno a los años 70, con procesos creativos más libres, más experimentación. Bandas como King Crimson, Pink Floyd, Gong o Talk Talk eran importantes para mí, pero en aquel momento estaba más interesado en las texturas de los grupos electrónicos y en abordar mis procesos desde ese ángulo. Más adelante me acerqué al metal”.
El salto cuántico de Steven Wilson
En 1996 queda conformado Porcupine Tree como un cuarteto, con Colin Edwin (bajo), Richard Barbieri (teclados) y Chris Maitland (batería) y comienza un fértil período que convierte al grupo en el más preciado del rock progresivo de fin de siglo.
Mientras, en paralelo, desarrollaba la carrera del dúo No Man junto al cantante Tim Bownes, más cerca del electropop y comenzaba sus experimentos electrónicos como Bass Communion.
El hecho de grabar para un pequeño sello (Delerium) mantenía a Porcupine Tree en un estatus de culto. La devoción del sello se tradujo en boletines, ediciones limitadas y otras joyas, pero su alcance siempre fue limitado a los más avezados buscadores de tesoros.
El resto desconocía su existencia. Wilson recuerda esa etapa: “Hacíamos buenos discos con buenas canciones, pero estábamos frustrados porque poca gente los compraba y los escuchaba. Delerium era un sello muy pequeño con buenas intenciones pero mala distribución. Cuando firmamos con Atlantic en 2002 y editamos In Absentia, mucha gente nos conoció con ese disco y el siguiente, Deadwing, y casi de inmediato empezó a descubrir nuestro catálogo anterior.
Se dieron cuenta de que teníamos un trabajo importante realizado en los 10 años previos. Fue un paso muy beneficioso que nos trajo una nueva audiencia, mucho más numerosa y que hizo que nuestra música anterior se conociera”.
Muchos fans de los 90 ven con nostalgia los tiempos de Signify (1996), Stupid Dream (1999) y Lightbulb Sun (2000), un período que además arrojó joyas como Metanoia –con improvisaciones de las sesiones de Signify–, el disco en vivo Coma Divine (1997) y los magníficos compilados Recordings (2001) y Stars Die: The Delerium Years (2002).
A partir de la firma con Atlantic y la edición de In Absentia, el sonido comenzó a cambiar, a endurecerse. “Definitivamente cambió. Pero ya antes estábamos cambiando como banda, porque Sky Moves es diferente a Signify, y éste de Stupid Dream.
El cambio se nota más porque fue la época en que descubrí mi interés por el heavy metal y decidí incorporar algunos elementos relacionados con el metal a partir de In Absentia y eso llevó a la banda a reinventarse”, reflexiona Steven.
El arquitecto Steven
Wilson es un tipo inquieto y versátil: guitarrista, cantante, compositor, escultor sonoro, productor e ingeniero de mezclas.
“Nunca he estado interesado en guitarristas, mi interés va más hacia compositores y productores, esos arquitectos que tienen una visión amplia del proceso de crear música. Esa figura no necesariamente es una banda o un músico.
Por eso me gusta tanto un personaje como Frank Zappa, un diseñador de sonidos y conceptos. Por supuesto que admiro a Robert Fripp por ser el creador de King Crimson, un particular concepto de banda con un sonido único”.
Wilson sabe el terreno que pisa y el mundo en el que se desenvuelve. De Internet y las descargas tiene una opinión: “Hay dos aspectos distintos dentro de este tema. Por un lado debo reconocer que Internet me ha ayudado a tener una base de fans importante que intercambian archivos y confían en la web, ya que los medios masivos como la radio británica o norteamericanas, MTV, periódicos o revistas muchas veces no se ocupan de mi música.
Pero, al mismo tiempo, yo creo que escuchar música es un arte, y ese arte se ve seriamente comprometido cuando escuchas la música en un MP3, un iPod, laptop o lo que sea, debido a que esos formatos son de una calidad muy pobre.
Además, los álbumes tienen una secuencia que convierte la audición en un viaje musical. Si la gente escucha música con mentalidad iPod, es decir, con un playlist determinado o en modo shuffle (aleatorio) se pierden todos esos detalles de la arquitectura sonora. Yo jamás oigo MP3s”.
Mientras tanto, Wilson se divierte girando con su actual banda al tiempo que su carácter inquieto sigue arrojando interesantes trabajos, como lo más reciente de su catálogo: Storm Corrosion, junto al cantante de la banda noruega Opeth, Mikael Akerfeldt.
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