En septiembre de 1996 la excelsa banda liderada por Steven Wilson, publicó su cuarto álbum, una propuesta más colectiva en procura de un norte más sólido como banda
Porcupine Tree
Signify
Delirium. 1996. Inglaterra
Inicialmente, la ya extinta banda Porcupine Tree funcionó como el alter-ego del genial multi-talentoso Steven Wilson, pero a partir de Sky Moves Sideways (1995) y más concretamente de Signify se transformaba en una suerte de democracia musical conformada por el teclista Richard Barbieri, el bajista Colin Edwin y el baterista Chris Maitland.
Con una línea estilística psicodélica y llena de varios elementos en busca de amplios espacios, Porcupine Tree fue, en sus inicios, una delirante tormenta que ya comenzaba a cautivar a audiencias afines al progrock con un delicado y meticuloso trabajo de post producción transformadora en la que Wilson convertía temas de rock en obras musicales de gran elocuencia con una calidad sonora sorprendente.
Durante 20 años, Wilson y sus chicos se ganaron el respeto de críticos y colegas con increíbles discos que incluyen los EPs de 1994, Moonloop y Staircase Infinites -primeros intentos de convertir el proyecto en banda-, el mencionado Sky Moves Sideways (1995), Stupid Dream (1999), Lightbulb Sun (2000), In Absentia (2002), Deadwing (2005), Fear of a Blank Planet (2007) y The Incident (2009), y el que nos ocupa.
Tildada por mucho tiempo como “la banda más importante de la que nunca escuchaste hablar”, las transformaciones experimentadas por PT la fueron convirtiendo en una banda de culto que en 1995 entraba en los estudios No Man’s Land, The Doghouse y Katrina & The Waves para grabar, las once obras que resultaron en este significativo disco, cuyo proceso terminó avanzado el año 1996.
Signify inicia con “Bornlivedie” en la que un narrador nos invita a “ponernos cómodos” para disfrutar de un interplanetario paisaje sonoro que culmina con una fémina voz diciendo “Signify”, dando así inicio al tema título que nos recibe con el riff de la guitarra de Steven Wilson, bajo el soporte de la sección rítmica.
Wilson es melodioso sin ser agotador.
“The Sleep Of No Dream” es el tema siguiente, una contrastante composición con el instrumental anterior. Sobre un mood pinkfloydiano, Wilson nos dice: “A la edad de dieciséis / nací de la esperanza / consideraba al cosmos a través de una soga circular / así que deseché mis planes / corrí hacia la rueda y vacié mi cabeza…”
“Pagan”, la pieza siguiente, es otro paisaje sonoro que, como el anterior, es un elemento conductor entre un tema y otro. Esta vez, llevándonos a “Waiting Phase One” y “Waiting Phase Two”, temas que ocupan poco más de diez minutos.
Las guitarras acústica y eléctrica nos envuelven junto a Steven que en su espacial lírica nos dice: “Esperando renacer / queriendo el dolor más triste / esperando el día cuando huya arrastrándome/ nada es lo que siento / esperando que las drogas lo hagan realidad”
La segunda parte es tribalmente hechicera e interesante por la variedad de sonidos que emergen de ella con alguna breve frase al piano o una pincelada sonora de la guitarra u otro instrumento. Destaca la percusión y batería dentro de este psicodélico trance.
En “Sever” encontramos otro marcado contraste. El tema es el punto medio del álbum que en su letra parece reflejar que las drogas ya han hecho lo suyo.
“Ciudad PES, lluviosa y azul / destruyó esta ciudad…” “Arrodillarse es la única forma de sobrevivir”, nos dice una masculina voz
Surge de seguidas “Idiot Prayer”, retornando así a lo espacial, igualmente apoyada en una atractiva percusión y tintes brevemente arabescos, para dejarnos con “Every Home Is Wired”, un tema que alude a la Internet -en un momento en el que apenas comenzaba a masificarse- como motivo central con un cúmulo de voces a lo largo de sus cinco minutos.
El interesante instrumental “Intermediate Jesus” -única composición colectiva- con un breve segmento hablado, es la décima pieza del disco que es seguida de “Light Mass Prayers”, un tema creado por el baterista en el cual, irónicamente, no hay presencia de dicho instrumento. Es una pieza de corte ambiental, con influencia de Brian Eno
El gran final es “Dark Matter”, pieza de aroma a David Gilmour y Andy Latimer, que alude a ese difícil lado en la vida del músico donde el hacer giras para apoyar el lanzamiento de un álbum, exhausta al músico mismo.
“El frío es extremo dentro del vehículo / el humo en mi garganta me despierta / intento relajarme pero está más caliente afuera / no logro conectar/ es una tragedia / esto ha llegado a ser una carrera a tiempo completo / toma 21 años morir joven / dispárale a la escuela o estalla un carro y el circo de los medios te hará una estrella”
Reflexionemos un poco y dejémonos llevar por esta fantástica placa discográfica que sumó muchos adeptos al culto en el que se estaba convirtiendo Porcupine Tree, banda que si bien cesó actividades para que Steven Wilson iniciara su etapa solista, aún es añorada por muchos.
Este disco es uno de los testimonios del porqué de esos sentimientos de añoranza.
Leonardo Bigott
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