La cantautora norteamericana Haley Fohr ofreció un concierto brutal con su proyecto en formato cuarteto, presentando temas de Reaching for Indigo
Circuit Des Yeux (+ Matchess)
Concierto en Sala 0, Palacio de Prensa, Madrid
(Abril 27, 2018)
En pleno centro neurálgico de la Gran Vía de Madrid, nadie podía imaginar que la noche de un jueves de abril, 70 personas sentadas en cómodos mini sofás redondos frente a una tarima en penumbra, seríamos testigos de una de las experiencias musicales más intensas y envolventes del año.
La norteamericana Haley Fohr con su proyecto Circuit Des Yeux (Circulo Ocular) conmocionó a todos con un corto pero removedor concierto en el que nos hizo cautivos de su impresionante voz y sombría propuesta a medio camino entre Nico, Diamanda Galás, Scott Walker, el primer Dead Can Dance y la era de Swans con Jarboe.
El preámbulo a este inolvidable performance correspondió a Whitney Johnson, quien es la violinista de Circuit Des Yeux. Johnson trabaja con el nombre artístico de Matchess, con el cual ha editado dos hipnóticos álbumes.
Su set estuvo compuesto por cinco piezas concatenadas escogidas de su reciente disco, Somnaphoria, de indudable carácter mántrico. Johnson construye su música con violín, voz procesada y un peculiar arsenal de teclados análogos, una pedalera de efectos y tres reproductores de casetes que administra y sincroniza de forma magistral mientras toca. Sin duda, fue una apertura ideal para sintonizarnos con lo que vendría, que por más buenas sospechas que tuviéramos, no llegamos a imaginar la fuerza que posee.
Con la confianza que otorga tocar en la intimidad, Fohr salió a escena, verificó que todo estuviera en orden, bajó, y a los pocos minutos regresó. Lo mismo hicieron sus músicos. Apenas arrancaron los primeros acordes, hizo señas para que eliminaran todo vestigio de luz sobre tarima, cosa que repitió con vehemencia cuando un atisbo de luz la iluminó minutos después.
Tanto fue así que hasta los avisos del patrocinador Son Estrella Galicia luminosos ubicados a los lados del escenario fueron desconectados, mientras las luces del fondo de Sala O se apagaron por completo. Solo los eventuales focos de los proyectores producían algún halo de luz hacia la parte trasera del escenario. Fotografiar se convirtió en un reto duro.
El concierto consistió básicamente del repertorio del reciente disco Reaching for Indigo (2017), compuesto por ocho temas que fueron tocados en el mismo orden.
El primer tema, “Brainshift”, es ideal para introducirnos en el universo de sombras llenas de formas y algunos resquicios de colores. El violín y el contrabajo tocado con arco, contribuyeron a darle un cariz oscuro a todos los temas, que en el disco cuentan con sintetizadores.
La batería de Tyler Damon, con su carácter tribal, fue también muy importante, en especial a partir de la maravillosa “Black Fly”, quizá el tema central del disco.
“Philo” recordó a los primeros discos de Nico producidos por John Cale en los que la viola tuvo gran protagonismo. Su voz profunda y de amplio rango puede llegar a conmocionar, en especial en el tramo final que nos sumerge en una cueva inexplorada.
El trabajo de violín y contrabajo/cello en “Paper Bag” es notable y le da un carácter mucho más oscuro al suplir al sintetizador con sonoridades más orgánicas. El tema más “rockero” es “A Story of This World Part II”, cuyo ritmo repetitivo tiene efectos de trance. Sobre él Haley hace todo tipo de piruetas vocales, con ciertas inflexiones de Diamanda Galás e Yma Sumac.
Cada tema interpretado sufrió cambios notables en su estructura instrumental y su duración fue extendida. Antes de tiempo, se retiraron. Pero volvieron rápido para interpretar los dos últimos y muy intensos temas. Primero “Geyser”, un tema que en el disco suena estilizado y aquí sonó crudo, áspero, recordando a Jarboe.
El gran final fue con “Falling Blonde”, extendida de 4 a 7 minutos, con un final apoteósico de caos controlado que arrancó aplausos de sorpresa y admiración. Nadie pidió otra más porque no hacía falta. Habíamos visto lo necesario como para quedar extasiados y maravillados con el talento de la nativa de Indiana, pero afincada en Chicago. De lo bueno, poco.
Las dos mujeres se bajaron del escenario directo a vender sus discos acompañadas del baterista, en una actitud humilde que las honra. Fue el único momento en que pudimos verle el rostro a Haley Fohr.
Este fue otro gran concierto dentro del aventurado y necesario ciclo 100% Psych producido por Giradiscos.