El 13 de septiembre de 1993 vio la luz uno de los discos más sublimes de los años 90, con Lisa Gerrard y Brendan Perry en plenitud de su inspiración
Dead Can Dance
Into The Labirynth
4AD. 1993. Australia
En tiempos recientes conversaba con un amigo quien en forma vehemente afirmaba lo que sigue: “La carrera de todas las grandes bandas tiene tres o cuatro momentos extraordinarios, el resto es relleno o intentos en alcanzar esos temas que son los que nos atan a la música, las melodías inolvidables, los momentos especialísimos desde los cuales, surge al escucharlos una resonancia entre la música y la membrana emocional del alma.”
Habrá quien diga que es atroz afirmar que la mayor parte de la producción de un músico o una banda es relleno. Obviemos por tanto esa parte y concentrémonos en lo otro, lo que solo ocurre muy de vez en cuando. Ese acontecer a lo que Jorge Luis Borges se refería cuando afirmaba que el arte como por cosa de hechicería, en momentos cuasi místicos, florece.
Y precisamente sobre laberintos Borges mucho cavilaba y es, el laberinto la figura central de este álbum. Se refiere también al trabajo esencial de todo ser humano, recorrer cada uno su propio laberinto, y sobrevivir en el intento, a sabiendas de que en algún lugar entre vueltas y recovecos, un monstruo acecha.
Cabe entonces afirmar que Into the Labyrinth es (al menos a mi gusto y entender) el cenit de la carrera del dúo australiano Dead Can Dance. El álbum en donde todo al final encaja perfectamente. El resultado del engranaje perfecto entre la Bella y La Bestia.
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El mito del laberinto es más o menos este:
El soberbio Minos, Rey de Creta, ofende a Poseidón, Dios de los mares, al negarle el debido sacrificio y el Dios furioso sale de las aguas en forma de un toro azul y viola a Pasifae, esposa de Minos, quien al cabo de nueve meses pare un ser monstruoso, el Minotauro, a quien Borges bautiza como Asterión.
Dédalus, astuto consejero de Minos, diseña y construye un vasto laberinto para contener a aquel pobre ser contrahecho, brutal y la vez digno de lástima.
Para aplacar la ira de Poseidón se decide que por sorteo una vez cada año, el pueblo de Creta debe entregar al laberinto una virgen, quien vagará entre los muros, las vueltas y las revueltas hasta encontrarse con Asterion. No sabemos que ocurre entonces.
Prefiero pensar que Asterión en los primeros instantes tal vez no quiera hacerle daño, Tal vez Asterión se enamora de cada virgen ofrendada, pero en algún momento prevalece el toro furibundo, los ojos inyectados de sangre ya no ven ni la hermosura, ni la inocencia sino la víctima. Una vez al año la furia bestial y la cornada salvaje vencen a la belleza. Y con cada sacrificio, en cada gota derramada sobre las cornamentas, se vindica la ira de Poseidón y se recuerda que no es bueno ofender a los Dioses.
Pero como siempre debe haber un héroe, para estropear la vida de todo monstruo, llega el día en que la suerte echada hace que la virgen de turno sea nada menos que Ariadne, la hija del Rey Minos, pero los hados han permitido que en Creta se encuentre el valeroso Teseo, a quien Aridane ama.
Echando mano de la astucia como herramienta para torcer el destino, Ariadne le entrega a Teseo la punta de su larga madeja de hilo de oro. Llevando el hilo, logra Teseo guiarse, emboscar a Asterión y atravesar con su espada aquel sufrido corazón de res, otorgándole una muerte misericordiosa para darle fin a su doble tortura de hombre y de toro.
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Sabiendo esta historia y tomando de la mano el hilo de Ariadne podemos entonces entrar el laberinto de este álbum que pasa de largo el cuarto de siglo.
A pesar de que el arte florece como sin causa, toda flor tiene una historia. El disco anterior de Dead Can Dance titulado Aion, había sido editado en 1990 y suena como prólogo de este.
Ya Dead Can Dance se adentraba en lo antiguo y lo neo pagano. De hecho, se vivían tiempos en que el medioevo estaba de moda. El “Nombre de la Rosa”, había sido editada en inglés en 1983, los Monjes de Silos se convirtieron en super estrellas del pop en 1993 con sus cantos gregorianos.
En 1990 el productor Michael Cretu había inventado Enigma, una mezcla de electrónica y cantos gregorianos en el álbum MCMXC A.D: y su single “Principles of Lust” nos demuestra que el lugar de los cantos puede ser también el dance floor o la alcoba de un motel de alta rotación.
Con lo medieval a cuestas, Dead Can Dance ya es una banda madura. El dúo conformado por Brendan Perry, visionario del sonido, la percusión y las atmósferas, y la extraterrenal voz de Lisa Gerrard estaba listo para su Magnum Opus.
Perry se encuentra dispuesto a abrazar del todo influencias de norte de África, y los sonidos aborígenes de su natal Australia. En este disco se reafirma su afición por las percusiones del mundo.
Lisa Gerrard manejaba para aquellos días un extraordinario dominio de su voz, a quien muchos recuerdan siempre por sus expresiones mas etéreas, pero en realidad, bajo la estela de una espiritualidad voladora hay una enorme fuerza tectónica, que se despliega desde el primer tema titulado “Yulunga”, el prólogo a una aventura interna extraordinaria.
Le sigue la que tal vez sea la mejor pieza de la banda de aquellas que son protagonizadas por Brendan Perry, la excelente “Ubiquitous Mr Lovegrove”, donde Perry, se acera a convertirse en una encarnación de Jim Morrison.
Un tema a tiempo pausado profundo y con excelentes líneas melódicas y una discreta pero hipnótica percusión que atrapa de principio a fin.
“The Wind That Shakes the Barley”, cantada a capella, es un tema tomado del folklor de las islas británicas cuya hermosa tristeza resulta conmovedora. Este tema fue incluido en el disco a pedido de Lisa Gerrard, quien quiso siempre hacer su propia versión de este himno inmortal del siglo 18.
“The Carnaval is Over” es otra tema de Perry, reminiscente de su infancia y su admiración por los circos que erraban hasta flotar sobre el oeste de Londres en los años 70.
“Ariadne” es otro despliegue del virtuosismo de Gerrard. Esta es la pieza que enlaza el título del disco con el mito del laberinto. En ella la voz es mas juguetona, los fraseos melódicos mas libres.
El resultado más feliz. “Saldek” es un breve experimento sobre la posible música de un Magreb soñado e imaginario.
No cabe duda que el momento central del álbum se alcanza al llegar a “Towards the Within”, otra alegoría al adentramiento en el laberinto. No se pueden decir suficientes cosas positivas sobre este tema. Están presentes, cosa rara, ambas voces en breves entrelazamientos.
La percusión es absolutamente cautivadora. Nadie en este mundo puede escuchar este tema sin entrar en un balanceo, un vaivén de hechizo, un trance primigenio. “Towards The Within” toca fibras atávicas, antiquísimas, ancladas en nosotros desde el primer día de la raza humana.
“Tell Me About the Forest” es una idea alrededor de la diáspora y regreso de los irlandeses. Como el resto del disco, cumple con la regla de alternancia en la que una pieza es protagonizada por Lisa, la otra por Brendan.
“The Spider’s Stratagem” hace referencia a un film de 1970 de Bernardo Bertolucci, el cual a su vez está basado en un relato de Borges. La idea de laberinto omnipresente pasa de alegoría a mito y de mito a arquetipo. “Emmeleia” es un ejercicio de glosolalia que nos remite a la cultura helénica.
Ese es el nombre de la danza más solemne del teatro trágico griego. Una vez más Lisa Gerrard echa mano de lenguas imaginarias para expresar lo que las palabras no pueden.
El disco cierra en forma gloriosa con “How Fortunate the Man with None”, un referente a la obra de Bertold Brecht, “Madre Coraje”. Un himno contra el oropel, la vanidad y la estupidez humana.
Si el escucha ha tenido suerte y ha salido vivo al final del álbum, su hilo de Ariadna, sigue entero. Yo en 25 años de no he logrado salir indemne de este disco. Oírlo entero, es recibir en el alma una cornada de melancolía. De profundidad. De trascendencia. De tristes alegrías y alegres tristezas. La tragedia de Asterión. Todos perdidos en el laberinto. Todos vagando y divagando entre centro y salida eternamente.
Hacia 1903, Walter Gatee escribía: “The labyrinth is the summun of you, me and everything. It is all the world And the world is it, my dear. The most beautiful thing on heaven and earth. But.. alas…the minotaur awaits for us. Let´s get in…»
«El laberinto es la suma de ti, de mí y de todo. Es todo el mundo y el mundo es él, querida. Lo más hermoso del cielo y la tierra. Pero…ay…el minotauro nos espera. Entremos…»
Jaime Antonio Álvarez
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