Inicio Discos Pasos sincopados: el fabuloso segundo EP de La Pequeña Revancha

Pasos sincopados: el fabuloso segundo EP de La Pequeña Revancha

La Pequeña Revancha - Pasos sincopados

El dúo formado por Claudia Lizardo y Juan Olmedillo lanzan el segundo EP de su discografía

La Pequeña Revancha
Pasos sincopados

Independiente. 2016. Venezuela

La espera fue larga, pero justificada. Tras el prometedor EP debut, Falsos hermanos (2013), que puso en el mapa al dúo conformado por Claudia Lizardo (voz, guitarras) y Juan Olmedillo (voz, guitarras, organetta, producción), La Pequeña Revancha vuelve con otro puñado de emotivas canciones que siguen explorando los recovecos del alma, los temores, las emociones, el amor, ilusiones y anhelos, y también historias más oscuras. Una atmósfera melancólica y nostálgica impregna casi todo el disco, sin caer nunca en el desasosiego.

Pasos sincopados representa un crecimiento notable y su nombre indica que Claudia y Juan caminan con pasos entrecruzados pero en la misma dirección, complementándose de manera brillante. En tres años muchas cosas han pasado en la vida de ambos, en la de su entorno y en el país, lo cual permea de manera insoslayable cada una de las siete canciones.

Olmedillo puso un alto en su carrera como frontman de Los Mentas, quien sabe si por que en su adultez le provoque más cantar y escribir sobre temas intimistas que de ron y fiesta. Esa dicotomía Los Mentas/La Pequeña Revancha, vale decir humor, alegría y frenetismo versus sobriedad, bucolismo y poesía, ha decantado a Juan por el sosiego que representa este proyecto que comparte con el talento de Claudia Lizardo, dueña de una voz expresiva, cristalina y de apariencia frágil que viene cargada de un valioso ADN poético heredado de su padre PTT Lizardo (La Misma Gente) y su abuelo Orlando Araujo.

El EP logra conmover desde el homónimo tema que lo abre, “La pequeña revancha”, una canción nocturna que enlaza con su debut y nos crea el estado de ánimo indicado de inmediato. El primer síntoma de evolución en el sonido ocurre con “Yo era el Sol”, en la que utilizan sutiles secuencias electrónicas, sin que ello altere sustancialmente el distintivo sonido ya que las entrelazan con guitarras acústicas y eléctricas. Reminiscencias de Cat Power sobrevuelan.

Rosa de Montecarmelo” posee un ritmo latinoamericano de aroma andino, en el que la trompeta de Tulio Carrasquel juega un rol determinante. “A mi pesar”, en el que abordan el tema de la ausencia, es el tema que mejor desarrolla las voces y armonías a dueto, con una melodía de guitarra “melancólicamente alegre” que recuerda a la banda inglesa The House of Love.

La siguiente, “Temporal”, con las exquisitas cuerdas de Jesús “Percucello” Vázquez (cello) y Bairón Marchán (violín), es un cruce entre el pop más introvertido de The Smiths y la sensibilidad country rock del cuarteto canadiense Cowboy Junkies, con un envolvente crescendo.

“Compre su entrada, la venden en la puerta / aquí todo es confuso pero nada desconcierta / es un sitio abierto donde no hay horarios / pero cada miembro es un miembro honorario”, canta Claudia sobre un tenue ritmo ritual en los primeros segundos de “La fiesta del señuelo”, un tema de aire críptico en el que más adelante habla de “tipos complicados que juegan con plastilina”.

El cierre del disco no podía ser más sorprendente con “Rojo”, la canción más siniestra que hayan compuesto. La voz grave y parsimoniosa de Juan al comienzo va transmutando en una llena de tensión y angustia, con una guitarra caustica de fondo y un sardónico y repetitivo coro en tempo de vals a base de “lai la lai la” -que en algo recuerda a Domingo en Llamas- todo entremezclado con las cuerdas. La instrumentación se va tornando cada vez más densa y la forma de cantar acrecienta el sentido de persecución que termina en un asesinato.

La Pequeña Revancha se rodeó de un pequeño pero muy efectivo grupo de trabajo compuesto por Tony Maestracci (Tomates Fritos) en la batería, Luis “Droopy” Pulido (guitarra en la última etapa de Los Mentas) en el bajo, los mencionados Percucello, Marchan y Carrasquel, mientras que la grabación corrió a cargo de Rafael Cadavieco y Andrés Carabaño, la mezcla de Max Martínez y el master de Francesco Imbriaco.

A destacar también el arte de Christian Vinck, basado en el accidente aéreo del acordeonista y estrella del vallenato, Juancho Rois.

Estos 29 minutos -que se hacen cortos- repartidos en siete canciones, podrían funcionar como una perfecta banda sonora de un filme independiente del tipo psicodrama con final abierto.

Juan Carlos Ballesta