El 13 de abril de 1998 la agrupación granadina publicó su paradigmático tercer álbum, grabado en Nueva York con el productor Kurt Ralske
Los Planetas
Una semana en el motor de un autobús
RCA/BMG. 1998. España
El potencial que la banda granadina mostró desde su mismo comienzo, pronto la sacó de la independencia. El interés que la escena independiente española había generado en los primeros años 90 despertó el apetito y agudizó el olfato de los grandes sellos discográficos, para entonces viviendo un nuevo florecimiento con el formato CD alcanzando picos de venta como solo el LP había tenido en los 70.
Apenas el EP debut, Medusa (1993), fue editado por el sello independiente Elefant, la discográfica RCA-BMG (hoy parte de Sony Music) firmó a la banda y lanzó el álbum debut, Super 8 (1994).
Y he ahí la gran paradoja: una banda de espíritu indie con apoyo de una disquera multinacional. Ese paso lo dieron con éxito bandas como Sonic Youth y R.E.M. luego de unos años en pequeños sellos, sin sacrificar su esencia creativa ni vender el alma al diablo. Es decir, se comprobaba que era posible lograr mejores condiciones de distribución, promoción, grabación…manteniendo la independencia creativa.
30 años después de su arranque y 25 de la edición del gran tour de force que es su tercer disco, Una semana en el motor de un autobús, aún Los Planetas es capaz de generar emociones y de traslucir inspiración, como quedo patente en Las Canciones del agua (2022).
Para sus integrantes, pertenecer a un sello discográfico importante ha sido un trampolín para mostrarse tal y como son ante más gente, con sus altos y sus bajos.
El 13 de abril de 1998, tras algunos cambios en la formación, fue publicado el álbum con el cual treparon al Olimpo del poprock español, en el cual permanecen. De nuevo con el productor neoyorquino Kurt Ralske (Ultra Vivid Scene), con el que hicieron Pop (1996), los dos fundadores Juan Ramón Rodríguez “Jota” (voz, guitarras) y Florentino Muñoz “Florent” (guitarras), rehicieron la formación con la nueva base rítmica compuesta por el escocés Kieran Stephen (bajo) y Eric Jiménez (batería, también de Lagartija Nick, hasta hoy con la banda), con la ayuda de Jesús Izquierdo (teclados) y Esteban Fraile “Banin” (teclados, guitarras y efectos), quien pasaría a ser miembro de la banda hasta hoy.
El caldo de cultivo para este disco fue, sin duda, una ecléctica década en la que la música popular se expandió de manera insospechada. A comienzos de los 90 la guitarra había vuelto a ganar el protagonismo que había perdido en la era del synth pop y eso se notó de diversas maneras, no solo con el grunge sino de manera especial en el shoegaze y sus murallas guitarreras.
En España muchos grupos de la escena independiente habían decidido cantar en inglés con una pronunciación generalmente deficiente. Los Planetas, sin embargo, pertenecían a los que cantaban en su idioma, lo que sin duda establecía diferencias.
Con la perspectiva que otorgan los 25 años que nos separan de aquel momento, es posible concluir que el disco ha pasado la prueba del tiempo. Buena parte de sus canciones siguen conservando el mismo atractivo.
“Segundo premio” (título relativo al concurso de maquetas organizado por Rock de Lux ganado por Australian Blonde en el que llegaron segundos), abría el disco en gran forma, con ciertas reminiscencias a Ride, arreglos de cuerdas que recuerdan a The Verve y referencias a The Magnetic Fields.
Con dos sintetizadores (Mini Moog y Vox Continental) en plan estelar, “Desaparecer” es un tema de estructura sencilla, enlazada con el pasado de la banda, que junto con la seductora “La Playa” -con letra de Manuel C. Ferrón, la única no escrita por Jota– nos llevan de la mano hacia el interior del micro cosmos que resulta de las doce composiciones de Una semana en el motor de un autobús
El disco contiene varias de las joyas de Los Planetas. “Parte de lo que me debes”, que recoge un segmento de la letra de “Kaleidoscope” de Rain Parade (la banda de , podría recordar a grupos británicos como Boo Radleys, con un desarrollo cíclico que va de lo sosegado a la explosión guitarrera y a la inversa.
La emotiva “Un mundo de gente incompleta” es una canción en la que las guitarras de Jota y Banin (sin participación de Florent) suenan indudablemente muy britpop -una influencia inevitable en aquellos años de plena efervescencia- , con una sosegada y sólida base rítmica.
“Ciencia Ficción” vuelve a llevarnos a Gran Bretaña, pero esta vez a un sonido más ochentero, entre el jangle de The Housemartins y el pop elegante de The House of Love.
“Montañas de basura”, con música compuesta por Jesús Izquierdo, posee una dinámica distinta, dada principalmente por la guitarra de aire psicodélico de Florent y la ágil base rítmica.
“Cumpleaños total” es el tema más movido y pegadizo, al que sigue “Laboratorio mágico”, que baja la velocidad y permite lucirse a Banin, cuyo gran trabajo a lo largo del disco le aseguró su permanencia. La guitarra slide de Florent suena cercana a un Theremin
El segundo tema más extenso es “Toxicosmos”, una obra maestra del shoegaze “Made in Spain” en la que Kurt Ralske realiza un solo de guitarra repleto de feedbacks
La melancolía de “Linea 1” nos acerca al épico final. En la pieza solo participa Jota en la guitarra acústica y voz, con ausencia de los demás planetas.
La música fue compuesta por Kieran Stephen, y contó con los exquisitos arreglos de cuerdas de Ralske y la ejecución de Lawrence Zoernig (cello), Jeffrey Ellenburger (viola, violín) y Kikuko Agishi (violín), quienes ya habían dejado su impronta en el tema abridor.
El disco finaliza con los épicos 9 minutos y medio de “La Copa de Europa”, con la banda en pleno apoyada por el trío de cuerdas con arreglos de Jesús Izquierdo, piano de Ralske y la trompeta de Bob Sullivan, la cual se suma casi a los seis minutos dando un matiz de cierta nostalgia que podría recordar a memorables baladas noventeras como “The Universal” de Blur.
En un momento de total eclecticismo, casi finalizando el siglo 20, Los Planetas marcó territorio, dejando para la historia uno de los álbumes fundamentales del rock iberoamericano.
Juan Carlos Ballesta
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