El 24 de diciembre de 1970, la banda francesa debutó con una soberbia obra conceptual de música vibratoria (Zeuhl) sobre el imaginario planeta Kobaïa
Magma
Magma – Kobaïa
Philips. 1970. Francia
En mayo de 1968, Francia comenzaba a vivir un período de agitación social que por varias semanas la sumió en un cese de su economía con las derivadas protestas, huelgas generales y demostraciones de insatisfacción a todo nivel.
Tal fue la intensidad de esos hechos que los líderes políticos temían que el desenlace acabara en un guerra civil. Esas manifestaciones de alcance mundial, hoy referida como Mayo del 68, dejaron afiches, eslogans, canciones y grafitis de sobrada creatividad que fueron en parte el resultado de aquellos revolucionarios sucesos.
Lo que comenzó con protestas estudiantiles en contra del consumismo y el capitalismo fue el detonante del surgimiento, entre otras cosas, del rock francés. Eran días de performances en el underground parisino que hicieron que muchas bandas se dieran a conocer.
Ame Son, Fille Qui Mousse y Red Noise eran algunos de los grupos más relevantes de entonces que a pesar de la ola inglesa y estadounidense representadas en bandas como The Crazy World of Arthur Brown y The Doors, gozaban del aprecio de sus paisanos.
Bajo la producción de Laurent Thilbault, el entonces octeto Magma, entraría al mundo discográfico con esta obra conceptual sobre un decadente planeta Tierra cuyos habitantes escapan de él para sentar bases en un planeta imaginario llamado Kobaïa, nombre con el que sería reeditado nuestro festejado álbum posteriormente.
La banda, aún activa, nos ofrecía en 1970 esta joya musical en una presentación de doble álbum que a lo largo de sus 82 minutos y 20 segundos, repartidos en diez canciones, nos sorprendía por sus arriesgadas ejecuciones y sobrada espontaneidad. Grabado en lengua Kobaïan, idioma producto del ingenio del baterista Christian Vander, quien consideró que el idioma francés no era lo suficientemente expresivo. Vander encontraría además inspiración en una humanidad más espiritual y dedicada a la armonía con el medio ambiente.
Para el momento, Magma estaba conformada por Klaus Blasquiz en la voz; François Cahen al piano; Alain “Paco” Charlery en trompeta y percusión; Claude Engel en guitarras, flauta y voz; Teddy Lasry en el saxo soprano y flauta; Francis Moze en los bajos acústico y eléctrico; Richard Raux en los saxos alto y tenor y flauta; Christian Vander en batería y voz.
Magma inicia el repertorio con Kobaïa, una pieza cargada de mucha energía y jazz. La emotiva descarga de los saxos, la dinámica, sobre todo a partir del tercer minuto y el abrupto cambio con amplio espacio, son parte de los elementos de esta primera pieza cuya letra en parte va: “Hay un valle dentro de un valle, en la cima de una montaña oscura en un resplandor que ha servido de cuna para Kobaïa, pero así fue hace mucho tiempo…”
La ritualista ambientación es uno de los elementos atractivos del tema. Presta atención a la guitarra.
Esos diez minutos abren paso a la más corta “Aina”, que con su intro de piano y los saxos nos ofrece un cálido momento que se acelera hacia el punto medio de la pieza. Tras este tema, Magma culmina el lado A del vinilo con “Malaria”, con la flauta de Lasry como protagonista.
Es importante tomar en cuenta dos aspectos importantes. El primero es que Vander es el compositor de las piezas de este primer lado y el segundo es que el estilo musical del disco, más allá de la obvia mezcla de jazz y rock, esta ejecutado en Zeuhl o música vibratoria, creada por el mismo Vander quien para ilustrar su concepto nos pide que enfaticemos en la letra Z y prolonguemos su sonido para sentir vibrar parte de nuestro cuerpo, especialmente el vientre.
Bajo y flauta son las primeras notas de “Sohïa”, pieza que abre el lado B del primer disco.
La composición es una atractiva pieza desarrollada a lo largo de casi ocho minutos con la voz como otro instrumento más del grupo. La base rítmica de la composición capta nuestra atención. La estructura, dentro del lenguaje Magma, es más cohesiva aquí.
Una breve e impronunciable “Sckxyss” continua el set del primer disco con su lenguaje jazzístico de gran fuerza desde las primeras notas del piano y la incursión del saxo hasta el final.
Cierra el lado B del disco la extensa “Auraë”, que comienza con el siniestro piano y la voz reverberant y nos embruja con su flauta, pero en la cual encontramos literalmente de todo. La guitarra en su mínima expresión parece una tercera voz. Es como una caja de pandora.
Lasry, Cahen y Vander, respectivamente, son los autores de las tres obras anteriores.
Inicia el segundo vinilo con la estival flauta de “Thaud Zaia”, que con su cierto carácter impresionista recuerda a Debussy en Preludio a la siesta de un fauno y elementos encontrados en King Crimson.
Pero, ¿Pueden King Crimson y Debussy estar juntos?…
Luego, Magma nos seduce con la guitarra acústica en “Nau Ektila” donde las repetidas frases son acompañadas por la flauta. A lo largo de sus doce minutos la banda nos permite escuchar un poco de rock y un verdadero trance emocional hacia los cuatro minutos y medio.
La guitarra repite tras un breve silencio y la flauta vuelve a acompañarla. A poco más de medio camino, Magma retoma el jazz con Cahen liderando la pieza. El juego de los saxos es genial y por tercera vez guitarra y piano toman el primer plano con un redoble como acompañante.
En este segmento de la obra, estas dos canciones son composiciones de Engel y Thilbault.
Las últimas dos piezas del disco conforman el lado B del segundo vinilo. Compuestas por Vander son “Stöah” y “Múh”.
La primera, un tanto paisajista, se despliega a lo largo de ocho minutos. El piano es el pivote de esta operática pieza llena de cambios y humores reflejados en la guitarra, flauta y teclas.
En algunos aspectos me recuerda a los gloriosos Gentle Giant. El manejo de la voz de Klaus es superlativo.
La segunda composición y pieza final del disco es una obra de casi doce minutos donde también todo es posible. El jazz está presente pero en torno giran otros elementos como la guitarra, a veces con lenguaje rock, otras más vanguardista.
Y qué decir de los pasajes de saxo y esas pausas seguidas de una flauta y unas campanillas en manos de Alain quien a lo largo de la obra ha estado detrás de la percusión y la discreta trompeta.
Tras varios cambios Magma llega a un estridente final.
La escena del rock progresivo francés tiene otros interesantes episodios como Ange, Carpe Diem, Pulsar, Mona Lisa, Asia Minor, Shylock, Vital Duo y Clearlight, pero Magma es en muchos aspectos la más innovadora y para este momento, su amplia disposición a la aventura y la imaginación es audible de principio a fin.
Magma tiene un interesante testimonio en su dilatada discografía que en 2019 nos entregó Zëss, su último disco en estudio, y que incluye más de 15 discos en vivo. Magma es uno de los álbumes debut más osados del prog.
Con tres etapas definidas que van de 1967 a 1971, de 1972 a 1977 y una separación prolongada después de 1984 para re-ensamblarse 20 años después, Magma parece mantenerse hasta nuestros días, sin sorpresas en el pandémico año.
Leonardo Bigott
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