Nos adentramos en uno de los universos más atractivos, singulares e influyentes de la música pop, esculpido por los hermanos Mael a lo largo de 50 años
¿Cuántas probabilidades hay de que alguien no conozca a un grupo que lleva funcionando desde 1971 con una discografía de 25 álbumes de estudio y más de 300 canciones compuestas?
Pareciera que pocas. Sin embargo, es claro que mucha gente ha llegado a 2021 sin conocer a Sparks, uno de los más singulares capítulos del universo pop de nuestro tiempo. Este parece ser su año gracias al gran documental de Edgar Wright, “The Sparks Brothers”.
Nunca es tarde. Pero, quizá sea bueno saber por donde empezar a adentrarse en el vasto y sorprendente “universo Sparks”.
Juan Carlos Ballesta
Medio siglo es un tiempo más que considerable para triunfar en cualquier ámbito. Pero, definamos primero lo que significa “triunfar”. Si hablamos de ser conocido y exitoso, hay muchos que lo son, aunque “conocido” no sea lo mismo que “reconocido”, y “exitoso” no sea algunas veces sinónimo de trascendencia o de calidad.
Si nos referimos a “triunfar” como equivalente a hacer fortuna, ya es otro asunto.
Pero, con aquellos que construyen un legado inmortal, único y de gran influencia, sin importar éxito y dinero -que nunca vienen mal-, nos adentramos en el terreno que hace imperecedero a un artista, aunque a veces ese reconocimiento tarde en manifestarse.
Es el caso de la agrupación californiana Sparks, el vehículo creativo que durante 50 años han conducido los hermanos Ron y Russell Mael.
Pasando por encima de modas, tendencias, cambios tecnológicos, de mercadeo, consumo y comunicación, Sparks ha mantenido una carrera que luego de 25 álbumes en estudio, doce compilados, dos docenas de imaginativos videoclips, 49 singles y una inmensa cantidad de conciertos de desenfadado espíritu teatral, sigue sorprendiendo y arrojando material de alto estándar.
De hecho, lo habitual para una banda con tan larga historia es bajar el ritmo de producción e incluso de compromiso. Pero Sparks ha desafiado también esas premisas que van ligadas al cansancio y a la pérdida de inspiración, con una producción en el siglo 21 de altísima calidad que refleja su continuo interés en crear, en romper sus propios paradigmas y superarse a si misma.
El 2021 representa un año especialmente relevante para los Mael. Sparks ha recibido finalmente el tratamiento que merece su particular e inmensa obra con el revelador documental de más de dos horas, The Sparks Brothers, dirigido por Edward Wright, con aclamado estreno en el Sundance Festival.
A lo largo del filme aparecen una serie de testimoniales de músicos y productores cercanos y otros que han recibido su influencia, entre ellos Beck, Flea, Tony Visconti, Todd Rundgren, Björk, Vince Clarke, Alex Kapranos, Thurston Moore y Giorgio Moroder, entre otros.
Es, sin duda, el premio merecido con el cual quizá, paradójicamente, ahora sí, mucha gente pueda acceder a su universo disfrutando del documental.
Los años 70: los años glam y proto new wave de Sparks
En 1971, los Mael, junto a Earle Mankey (guitarra), Jim Mankey (bajo) y Harley Feinstein (batería), bajo la producción de Todd Rundgren, hicieron su debut con el nombre de Halfnelson.
Ya apuntaban maneras en aquel primer intento, que fue relanzado un año después ya con el nuevo y definitivo nombre de la banda: Sparks.
Desde aquellas primeras presentaciones Ron adoptó su satírico personaje con el moustache a la Charlot (Charles Chaplin) o Hitler (¿Se inspiró Chary García en Ron Mael?.
Emergía desde el mismo comienzo la actitud irónica y satírica, mientras Russell se mostraba como un frontman movedizo y magnético.
Tras A Woofer in Tweeter’s Clothing (1973), con la misma banda, Ron y Russell tomaron la determinación de mudarse a Londres, donde el movimiento glam ebullía, así como el rock progresivo y el hard rock. Fue una decisión que dejó atrás a los tres músicos con que formaron el grupo.
La trilogía londinense de Sparks con Island Records
Con la producción de Muff Winwood (hermano mayor de Steve Winwood), los Mael publicaron tres discos esenciales, comenzando por Kimono My House (1974), con el cual llamaron la atención en Inglaterra por su sonido distinto a todo lo que en ese momento se hacía.
Los nuevos músicos (el bajista Martin Gordon, el guitarrista Adrian Fisher y el baterista Norman “Dinky” Diamond), sumaron interesantes aportes, que pueden notarse desde el mismo inicio: “This Town Ain’t Big Enough for Both of Us”, un tema sensacional que puso el sello distintivo a Sparks
Con Propaganda (1974) y el magnífico Indiscreet (1975) -con “Dinky” en batería, Ian Hampton en bajo y Trevor White en guitarra- el grupo cimentó definitivamente la estética sonora que se adelantaba en parte al sonido new wave y servía de inspiración a grupos como Queen, Split Enz, Ambrosia, The Tubes, Cardiacs, The Soft Boys, The Jam, Teardrop Explodes, XTC, Flash and The Pan y muchos más.
Sin duda, esta trilogía es una puerta de entrada ideal al universo Sparks.
Terminada la aventura inglesa, los hermanos regresaron a Estados Unidos, pero en lugar de llegar a Los Angeles, pararon en Nueva York. Los músicos ingleses vivían la misma experiencia de la primera formación ya que sin demasiado preámbulo dejaron de ser parte de Sparks.
La transición de Sparks
Con el sello Columbia el dúo concibió los discos Big Beat (1976) y el irónicamente titulado Introducing Sparks (1977), tratándose ya del séptimo álbum.
El primero fue grabado en Nueva York con Rupert Holmes en la producción, pero su impacto fue mucho menor que sus predecesores. Aún así, contiene estupendos temas.
El segundo fue grabado en Los Angeles, con la participación de varios músicos de sesión importantes como Lee Ritenour o Mike Porcaro y David Paich, quienes comenzaban para entonces el camino con Toto
Luego de este par de álbumes, se produjo un viraje de timón impredecible y que resultó ser un gran acierto.
La influyente sociedad de Sparks y Giorgio Moroder
Tras un breve período de replanteamiento, los Mael retornaron en 1979, en plena efervescencia post punk y en los estertores de la escena disco, con el disco No. 1 in Heaven (1979).
El disco fue uno de los manifiestos más elocuentes del pop electrónico, bautizado como synth pop gracias a los discos de Kraftwerk y los trabajos propios de Moroder y como productor de clásicos como “I Feel You” de Donna Summer.
Si bien, el synth pop tuvo su gran boom en Gran Bretaña, tanto No. 1 in Heaven como el siguiente, Terminal Jive (1980) -también producido por Moroder- fueron de especial relevancia e influencia en aquel sonido emergente que en los 80 coparía gran atención.
Grupos como Depeche Mode, Visage, Durán Durán, Yello, Telex, Pet Shop Boys, New Order, Bronski Beat, Soft Cell, Frankie Goes to Hollywood y muchos más (entre ellos Daft Punk) recibieron influencias directa de esta etapa y de los años posteriores.
Los Mael permanecieron un año en Francia promocionando ambos discos (sin giras), tiempo en el cual Russell aprendió a hablar francés
Aunque Moroder dejó su rol de productor, la relación continuó en los siguientes dos discos ya que los Mael decidieron seguir grabando en los Musicland Studios de Munich.
Bajo la producción del alemán Reinhold Mack (quien había trabajado con Queen y Electric Light Orchestra, entre otros) y la que se convirtió en la banda más estable que tendrían (Bob Haag en la guitarra; Leslie Bohem en bajo; David Kendrick en batería) lanzan una de las piedras angulares de su discografía y de la era new wave: Whomp That Sucker (1981).
La dificultad de poder movilizar para las giras la parafernalia electrónica aún en la era analógica utilizada en los dos álbumes anteriores, los hizo volver a una configuración más “rock”.
Angst in My Pants (1982) siguió en la misma linea estética con el mismo equipo de trabajo. Era el undécimo disco y ya era el sexto sello discográfico con el que publicaban: Warner, Island, Columbia, Virgin/Elektra, Why-Fi/RCA y Atlantic.
La autoproducción y la llegada de los sonidos digitales a Sparks
Con Atlantic editarían otros dos álbumes, In Outer Space (1983) y Pulling Rabbits Out of a Hat (1984).
In Outer Space inauguró las producciones propias, comenzando un proceso de aprendizaje que los ha traído hasta el presente prácticamente ya en pleno control de todo: producción, ingeniería de grabación y mezcla, marketing y más.
Se convirtió en el más exitoso de los discos en Norteamérica, en parte por el pegadizo tema “Cool Places” en el que participa Jane Wiedlin, miembro de la para entonces popular agrupación femenina Go-Go’s.
El tema fue el primero de muchos en entrar en las lista Hot Dance Music/Club Play de Billboard
En cambio, Pulling Rabbits Out of a Hat, no tuvo el mismo impacto, a pesar de contener temas fabulosos como “Pretending to Be Drunk” o el que le da nombre. De nuevo repitieron los músicos: Bohem, Haag, Kendrick, con la adición de John Thomas en más teclados.
Ron Mael vivía su momento de descubrimiento de la nueva tecnología digital, por lo cual tanto este disco como los sucesivos, estuvo dominados por el Synclavier II, Fairligth CMI y Yamaha DX7, con el el sintetizador polifónico analógico Roland Jupiter-9 aún presente.
Music That You Can Dance To (1986), el álbum 14, fue el más bailable desde los discos con Moroder. Sin embargo, difiere en las sonoridades de los teclados digitales y por la inclusión de guitarras sintetizadas y bajo distorsionado.
El efímero séptimo sello fue MCA
El siguiente disco, Interior Design (1988), con el sello Fine Art, cerró una década muy productiva pero inconsecuente con el éxito. Debido a que este pequeño sello no tuvo mucha continuidad, este disco ha sido reeditado muchas veces como un CD de bajo precio.
Interior Design era el segundo disco (luego de No. 1 in Heaven) que no contaba con un gira de apoyo. El abandono que habían sufrido por parte de la industria llevo a que los hermanos Mael comenzaran un largo silencio discográfico, aunque se mantuvieron creando y redefiniendo su futuro.
A finales de los 80, los Mael intentaron convertir en un musical el manga “Mai, the Psychic Girl”, despertando el interés de Tim Burton y Carolco Pictures, quienes adquirieron los derechos en 1991.
Sin embargo, Burton escogió trabajar en “The Nighmare Before Christmas” y “Ed Wood”, por lo cual la opción por los derechos del manga expiraron. En 2010, Burton expresó de nuevo su interés, pero tampoco se llevó a cabo.
El último eslabón en los 80 fue la colaboración con el grupo francés Les Rita Mitsouko, “Singing un the Shower”, que fue un moderado hit en Francia.
Los inciertos años 90 de los Mael
A pesar de las vicisitudes y falta de interés de la industria discográfica por la propuesta de Sparks, los hermanos no se desanimaron y siguieron componiendo.
Finalmente en 1994 vio la luz Gratuitous Sax & Senseless Violins, un disco concebido totalmente por los Mael, sin banda de apoyo.
El depurado sonido, con reminiscencias a grupos que años antes habían influido como New Order o Pet Shop Boys, trajo consigo temazos como “When Do I Get to Sing ‘My Way’”, “(When I Kiss You) I Hear Charlie Parker Playing”, “Frankly, Scarlett, I Don’t Give a Damn”, “The Ghost of Liberace” o “Now That I Own the BBC”, parte de una amplia camada de canciones que dieron para una edición expandida en 2019.
El segundo y disco final en los 90 fue Plagiarism (1997), irónico titulo para un trabajo compuesto por versiones de sus propias canciones, con invitados especiales: Faith No More, Erasure y Jimmy Sommerville
El siglo 21: el gran resurgimiento de Sparks
Contrario a lo que suele a ocurrir con los grupos de larga trayectoria, Sparks ha publicado muchos de sus mejores discos en este nuevo siglo.
El primero de ellos fue Balls (2000) -con el sello Oglio-, el cual fue seguido por una de sus obras maestras, Lil’ Beethoven (2002) -con el sello Palm en Estados Unidos y el propio Lil’ Beethoven en Gran Bretaña-.
En ambos participa Tammy Glover en la batería, mientras que en el segundo hace su aparición el guitarrista Dean Menta, que sería colaborador recurrente en los discos siguientes.
Los notables cambios en la instrumentación, con Ron Mael sumergido en los sonidos orquestados producidos por el Yamaha S80 y la programación, y Russell Mael en arreglos y grabación de múltiples pistas vocales, dieron comienzo a un nuevo período de altísima calidad en la elaboración.
Temas como “My Baby’s Taking Me Home” y “Your Call’s Very Important To Us. Please Hold”, son dos ejemplos magníficos del trabajo vocal, repitiendo el mismo texto decenas de veces.
El vigésimo disco fue Hello Young Lovers (2006), un álbum conceptual acerca del amor moderno, se convirtió en el de mayor éxito en Gran Bretaña desde los años 70, escalando hasta el puesto 66 en la carteleras.
En el proceso de autogestión, Russell Mael asumió la ingeniería de grabación.
Exotic Creatures of the Deep continuó la línea estética y también la aceptación del anterior, con canciones fantásticas como “(She Got Me) Pregnant” o la parodia “Lighten Up, Morrissey”, que evidentemente no gustó al cantante inglés.
Siguiendo la edición de este disco los Mael idearon una residencia absolutamente demencial en el Carling Islington Academy de Londres entre el 16 de mayo y el 11 de junio.
La serie, bautizada “Sparks Spectacular”, constó de 20 consecutivos conciertos tocando cada uno de sus previos 20 discos, en orden cronológico, hasta llegar la última noche en el Shepperd’s Bush Empire estrenando Exotic Creatures of the Deep.
¿Existe algún otro grupo que haya emprendido semejante gesta?
Por fortuna, la respuesta de público fue fenomenal.
Sin apenas descanso, los Mael acometieron el ambicioso The Seduction of Ingmar Bergman, un musical de radio en homenaje al indispensable e influyente director de cine sueco.
La obra fue comisionada por el departamento de “dramas radiales” de la Radio Pública de Suecia, transmitida por primera vez en agosto de 2009, en sueco, y en noviembre en inglés.
Concebida como una obra conceptual que prescinde del formato canción, posee elementos del vodevil, polka, pop, jazz, rock, el musical y el drama teatral, contando con la participación de autores suecos y norteamericanos.
Fue, sin duda, una especie de anomalía en la discografía
Two Hands, One Mouth: Live in Europe, el primer y hasta ahora único álbum en directo fue publicado en 2013, y registra la primera vez en su historia que Ron y Russell se presentaban como dúo. La gira por 18 ciudades europeas en octubre de 2012 provee las 21 canciones de este doble álbum, siguiendo luego hacia Japón y terminando en Estados Unidos, incluida la doble presentación en Coachella Festival en abril 2013.
Una de las grandes y más agradables sorpresas en la extensa carrera de Sparks ha sido la colaboración con la banda escocesa Franz Ferdinand (otra que ha recibido su influencia).
Publicado en 2015 por Domino Records con el nombre de FFS y contiene 12 temas (más otras cuatro de la edición Deluxe) que fueron tomando forma a través de varios años.
Los dos más recientes discos editados con el sello BMG (el cual compró los derechos de publicación de todo el catálogo) califican entre lo mejor de Sparks: Hippopotamus (2017) y A Steady, Drip, Drip, Drip (2020), que no por casualidad han sido de los más aclamados de su carrera y que cuentan con varios imaginativos vídeos (varios del reciente disco realizados en confinamiento)
La constancia, el tesón, la claridad de ideas, la voluntad de nunca claudicar y por supuesto el desbordante talento, hacen que Sparks disfrute, por fin, de su momento.
El guión y banda sonora del filme de Leos Carax, Annette (2021), completan esta inigualable celebración del 50 aniversario.
Nunca es tarde para obtener el reconocimiento merecido, así como nunca es tarde para conocer una la propuesta de una banda única en el vastísimo espectro musical de nuestro tiempo.
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Musica de Sparks en Estados Unidos