El 15 de septiembre de 1967 fue publicado el quinto disco en estudio de esta legendaria banda inglesa liderada por los hermanos Dave y Ray Davis
The Kinks
Something Else By The Kinks
Pye. 1967. Inglaterra
¿Quién no recuerda ese pegadizo riff de cinco notas de “You Really Got Me” que algunos conocieron por Van Halen en los 80? Un clásico de clásicos de esta emblemática agrupación llamada The Kinks formada en Londres en 1963 por los hermanos Ray y Dave Davies.
Considerada una de las bandas más influyentes de los 60 y la historia del pop británico, The Kinks entró en el mundo musical en pleno apogeo del r&b británico y el llamado merseybeat, una mezcla de pop, skiffle y rock and roll, siendo además parte esencial de la llamada “British Invasión” y ganándose la fama de ser un reflejo de la cultura inglesa.
En sus inicios The Kinks estuvo influenciada por varios estilos que incluían el r&b americano y el rock, ampliando su vocabulario a estilos como el country, el folk e incluso la música de salón inglesa.
Algunos de sus más recordados discos de su primera etapa incluyen Face to Face (1966), The Village Green Preservation Society (1968) y Arthur (1969), por citar tres de una extensa discografía que hoy nos ocupa con su quinto álbum, una joya musical que por última vez producía la estadounidense Shel Talmi Productions (The Who)
Nuestro festejado disco es la continuación de la banda por definir una música que en resumen era una suerte de pop barroco y la música de salón británica, sonido que después de este disco quedaba en manos de Ray.
Los 13 temas que hoy recordaremos fueron compuestos esencialmente por Ray Davies con el acompañamiento de su hermano Dave en las guitarras, y la sección rítmica del baterista Mick Avory y el bajista Pete Quaife†, con la audio ingeniería de Alan MacKenzie y la participación del emblemático pianista Nicky Hopkins† (The Who, The Rolling Stones, The Beatles), Rasa Davies en los coros, los vientos de The Mike Cotton Sound y las cuerdas de David Whitaker.
La rítmica “David Watts” abre el lado A del vinilo para decirnos: “Soy un muchacho aburrido y simple. / No se distinguir el agua del champán. / Y nunca he conocido a la Reina / Y desearía poder ser como David Watts / Y cuando me acuesto en mi almohada por la noche / Sueño que podría pelear como David Watts / Llevar al equipo de la escuela a la victoria. / Y tomar mis exámenes y pasar el lote”
Seguidamente suena “Death of the Clown”, una metáfora sobre el estado de ánimo de Dave para el momento, quien es el líder vocalista. Es una de las canciones emblemáticas de The Kinks
Con un cierto aire espectral y un poco de country llegamos a “Two Sisters”, tercer surco del disco tras los dos sencillos ya citados. El claro aire barroco que inyecta el clavicordio es complementado con una interesante lírica que parcialmente compara dos hermanas, una de ellas soltera y la otra casada, la última obstinada de su condición.
“No Return” es una sencilla canción a guitarra, voz y percusión que nos dice en parte: “Si pudiera ver cuan solitaria sería mi vida, si pasaras a mi lado y despedirte sin retornar”
Luego es “Harry Rag”, una marcha donde el compositor nos dice que haría cualquier cosa para llegar a Harry: “Tom es joven y Tom es audaz / Tom es tan audaz como los caballeros de antaño. / Pero cada vez que se mete en un aprieto / No hay nada que no haga para conseguir un trapo de Harry.”
Le sigue la exquisita “Tin Soldier Man”, con los vientos en rol protagónico, donde la banda metafóricamente hace crónica social sobre aquellos días tumultuosos, al menos esa es en parte mi apreciación.
Y cerrando el lado A, “Situation Vacant”, otro pegadizo tema con Ray desdoblado en voz y teclados. La parte final entra en un remolino guitarrero con una batería a lo Keih Moon, pero el fade out nos deja con ganas.
De nuevo con Dave Davies en la voz líder, “Love Me Till The Sun Shines” abre el lado B del disco. El tema es el tercer sencillo del LP y es una simple plegaria de amor. El órgano de Hopkins contribuye con la densidad del tema.
Sigue otro clásico, “Lazy Old Sun”, en lo que parece otra metáfora amorosa. “Holgazán viejo sol / qué le has hecho al verano / escondiéndote tras esas nubes…”
Ray Davies se encarga del Mellotron, para entonces un novedoso teclado electro-mecánico que ya utilizaban The Moody Blues y The Beatles y que funciona con cintas sin fin.
Continúa el repertorio con cierto aire Beatles en “Afternoon Tea”, canción que trata de una chica que huye y un hombre que sale a buscarla.
Los tres temas finales son “Funny Face”, “End of the Season” y el maravilloso sencillo “Waterloo Sunset”
The Kinks nos narra en la primera: “Estás dando vueltas en mi memoria / Eso solo se vuelve más y más fuerte / Máscara de pestañas corrida y ojos en forma de pastilla / Todo lo que quieres fue comprado con mentiras. / Pero que puedo hacer al respecto / Dicen que no durará más / Todas las puertas del amor por las que no pasarás / Las únicas puertas que ves son de color azul”
En la segunda la banda parece transmitirnos un mensaje sobre un tiempo de cambio y en “Waterloo Sunset”, The Kinks nos dice: “Pero no necesito amigos Mientras miro la puesta del sol de Waterloo estoy en el paraíso”
Esta pieza es el perfecto cierre para una de la joyas del pop británico de los años 60 y sin duda, uno de los más influyentes en bandas de décadas posteriores como XTC, Blur, entre muchas.
El tiempo le ha hecho justicia a Something Else By The Kinks, pues para el momento de su publicación no fue acogido como se esperaba. Hoy, sin embargo, es considerado un álbum histórico.
Leonardo Bigott
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