Mas de un año después del lanzamiento de su homónimo quinto álbum la querida banda de Puerto La Cruz volvió a Caracas
Tomates Fritos
Concierto en Centro Cultural BOD, Caracas
(Noviembre 15, 2017)
Exactamente 469 días después de la presentación de su homónimo quinto disco en la misma sala del Centro Cultural BOD, la banda de Puerto La Cruz regresó de nuevo a Caracas para ofrecer una especie de show recuento de su carrera.
En ocasión de aquel showcase habíamos titulado nuestra reseña “Tomates Fritos dio inicio a sus segundos 20 años”. Ahora son 21 y tras una pausa obligada por las circunstancias de Venezuela, volvieron a montarse en una tarima, está vez invitados por Ciclo y Aparte, para demostrar una solidez y una empatía con la audiencia que pocos grupos logran.
Tomates es siempre capaz de ensamblar para cada concierto un repertorio sin fisuras. Tiene de donde escoger ya que sus discos más recientes no poseen puntos débiles. En esta oportunidad fueron 20 canciones escogidas de los últimos tres discos: cinco de Hombre Bala (2010), nueve de Hotel Miramar (2012) y seis de Tomates Fritos (2016). Seguimos extrañando la inclusión de algunas canciones de Molly (2006), que ya parece relegado al olvido.
Reynaldo Goitía (bajo, sintetizadores, voz), Carlos “Kike” Franco (guitarras, sinte) y Tony “Cash” Maestracci (batería, cajón), los tres músicos que conforman el núcleo de la banda, salieron a escena tras la presentación de Batita González, visiblemente emocionada por la responsabilidad de dar la bienvenida a la admirada banda.
Fotos: Juan Carlos Ballesta
Tocaron las tres primeras en un formato íntimo, semi-acústico, con Maestracci en el cajón. Las escogidas fueron “Viejo Submarino” y “Once segundos para comenzar” de Hotel Miramar, y “Ya estaba mal” del reciente quinto disco. Fue un comienzo sosegado que condujo al público con delicadeza hacia el mood de felicidad que reinó durante todo el concierto. También sirvió para que los tres músicos se entonaran y dejaran a un lado los nervios.
Entonces entraron Jesús Álvarez (guitarra) y Ricardo Chigne (sintetizadores, teclados), para completar el quinteto a partir de “Churún Merú”, ya con Maestracci detrás de su maravillosa Ludwig transparente de los años 70 y Franco con su Gibson Les Paul negra al hombro. El sonido a cargo de Iván Gozon y la supervisión de Max Martínez (productor del nuevo álbum) estuvo fantástico.
El primer pico importante ocurrió con “Tripolar”, uno de los éxitos de Hotel Miramar, repaso a ese disco que siguió brillantemente con la pegadiza “Te Molesta” y la despechada “Aunque me falle tu querer”, dos temas que sonaron particularmente sólidos.
Tras ellas, Reynaldo finalmente habló sobre lo que significaba estar ahí y anunció que repasarían su reciente disco, todavía no suficientemente explotado, ni en tarimas ni en radio. Su lenguaje, como siempre, es como si estuviéramos reunidos en confianza.
La tanda de cuatro canciones comenzó con “Hospital”, que a nuestro juicio tiene todo para convertirse en un éxito. Fue seguida por “Yo no sé”, canción sobre la que nos habían confesado en la entrevista previa al showcase del pasado año ser una de sus preferidas.
Goitía, anunció que el próximo single es “Calma”, ciertamente un tema ideal que puede superar a “Me veo sin ti”, hasta ahora el único single de este álbum (que extrañamente no sonó en todas las radios “juveniles”) y que tocaron seguidamente. Comparado a cómo sonaron el 5 de agosto de 2016, los temas de este trabajo parecen haber madurado de manera muy interesante y más allá de las inspiraciones de los años 80 que orbitaron en el proceso de creación, ahora surgen referencias más actuales como LCD Soundsystem, Fujiya & Miyagi o Django Django.
Goitía sufrió un poco para desdoblarse entre el bajo, los sintes y la voz. El aporte de Chigne fue realmente estupendo.
En seguida voltearon la mirada hacia el disco Hombre Bala y arrancaron con ese gran southern rock que es “Camino”, una de esas deudas al recientemente fallecido Tom Petty. El tema “Hombre Bala” sonó algo diferente al original, pero los arreglos al final quedaron muy bien y sirvieron para enlazar con “La herida que no sana”, un tema de Hotel Miramar que no suele ser parte de los conciertos y que arreglaron muy bien, dejando atrás el aroma acústico zeppeliano. Su inclusión fue atinada.
El último tema que interpretaron del reciente disco fue “Multicolor”, el cual sonó soberbio. No importa que no hayan podido tocarlo casi en vivo, la gente ya se lo sabe. De aquí hasta el final fue un sing-a-lone absoluto. “Eterna soledad” y la poderosa “Granola”, favorita de muchos, terminaron el extenso repaso a Hotel Miramar (tocaron 9 de sus 14 piezas).
A destacar los guitarrazos de Franco y Álvarez, situado en una esquina, bastante distante del auditorio derecho.
Fotos: Juan Carlos Ballesta
En medio de la felicidad, Reynaldo aka Boston Rex anunció la melódica “Nadaré hasta llegar” como una canción de esperanza, que habla de persistir y no rendirse. Fue coreada a tope por la audiencia que llenó ambas salas. Con ella se despidieron por primera vez, pero prácticamente ni salieron de tarima.
En plena euforia tocaron dos de las canciones más emblemáticas del grupo, ambas de Hombre Bala: “Mi cura mi enfermedad” y “Mientes”, en la que Reinaldo bromea con el tópico de poner a cantar al lado derecho o el izquierdo, cosa que no hizo.
La noche, sin duda, fue perfecta. Probó que un miércoles es posible movilizar a la gente en Caracas. Fue probablemente uno de los conciertos que más fotógrafos convocó, lo cual en ocasiones dificultó el trabajo. Las visuales de VJ Mute estuvieron, como siempre, muy adecuadas y ayudaron a lograr el deseado background.
Cada vez que vemos a Tomates Fritos, nos volvemos a preguntar cómo una banda que suena tan bien y que tiene tantas buenas canciones aún no ha podido permear audiencias de otros países de la región. Es una asignatura pendiente. Lo merecen y mucho.
Juan Carlos Ballesta