La gira American Utopia llegó a Ciudad de México para impresionar con la novedosa puesta en escena. La crónica arranca con Talking Heads y Luaka Bop
David Byrne
Concierto en Teatro Metropolitan de la Ciudad de México
(Abril 3. 2018)
Un crónica de Sr. González @diabloglez
Fotos cortesía de OCESA / Lulú Urdapileta
Antecedentes:
Al comienzo del año, me provocó mucha emoción saber que uno de los artistas por el que siento una gran admiración visitaría México. En muchos aspectos él ha sido un modelo a seguir en mi carrera como músico. David Byrne vendría a la capital mexicana el 3 de abril promoviendo el disco American Utopia, que al momento del anuncio, aún no salía al mercado. A tan solo un par de semanas de su lanzamiento vendría a presentárnoslo al Teatro Metropolitan y continuaría su gira mundial con otras dos fechas en México, una en Monterrey y otra en Guadalajara.
La primera vez que escuché a Talking Heads fue en la universidad, al comienzo de la década de los 80. Alguien me pasó una grabación de “Take me to the River”, su versión del blues clásico de Al Green. Quedé fascinado ya que por entonces mis gustos musicales se estaban enfilando al rhythm & blues de los 60.
Sin embargo, esta versión sonaba extrañamente actualizada. Lejos estuve entonces de comprender que la banda que interpretaba dicho tema, en realidad estaba liderando una nueva forma de concebir la música. Eran los tiempos del post punk y el new wave.
Talking Heads representaba la cara visible de estas tendencias desde Nueva York. Comandada por su cantante y guitarrista de origen escocés, David Byrne, formó en 1974 al grupo The Artistics junto a sus ex compañeros en la Escuela de Diseño de Rhode Island, el baterista Chris Frantz y la bajista Tina Weymouth.
Se mudaron a la gran manzana en 1975, en donde ya como Talking Heads, llegaron a ser teloneros de The Ramones en el CBGB, importante centro de la nueva escena neoyorquina. Hicieron un primer sencillo para el sello Sire Records al comienzo de 1977, que contuvo los temas “Love Goes to Biulding of Fire” y “New Feeleng”. Ese año también se les unió el experimentado guitarrista y tecladista Jerry Harrison, con quien sacaron su primer disco Talking Heads 77, del cual se desprendió el sencillo “Psycho Killer”.
Para su segundo disco More Songs About Buildings and Food de 1978, comenzaron una fructífera relación de trabajo con el productor Brian Eno, marcando una etapa importante en el grupo que duraría hasta 1980.
El sencillo de este disco fue la mencionada “Take me to the River”, aunque la versión por la que yo los descubriría fue la que apareció en el disco en vivo The Name of This Band is Talking Heads de 1982.
Tras estos primeros trabajos, rápidamente captaron la atención del público, los críticos e incluso filósofos, que veían en ellos la expresión musical del posmodernismo. El mundo fue testigo entonces, del replanteamiento del rock por parte de ciertas bandas emergentes del momento. Buscaban volver a la visceralidad de sus inicios y Talking Heads lo hizo desde una perspectiva minimalista, que estaba muy influenciada por el pop art y la música bailable.
Les siguieron los discos Fear of Music (1979) y Remain in Light (1980). En este último, por sugerencia de Brian Eno, absorbieron la influencia musical del saxofonista nigeriano Fela Kuti, en un primer acercamiento de David Byrne a la música del mundo, de gran trascendencia en sus trabajos posteriores como solista.
Para poder interpretar en vivo dicho material, incorporaron músicos de apoyo, a los cuales se les puede ver en la multi-premiada película Stop Making Sense, de la cual se editó un disco en 1984.
Talking Heads y su art rock resultaron demasiado conceptuales en su país de origen, no así en el Reino Unido y Europa en general, donde alcanzaron los primeros lugares en las listas de popularidad.
Para entonces, yo ya me había convertido en un fanático del grupo y los temas “Once in a Lifetime” e “I Zimbra”, me parecían sumamente directos y refrescantes, ya que rompían con los parámetros de lo que hasta ese momento consideraba interesante.
Tras la participación de Eno con Talking Heads, continuó trabajando creativamente con Byrne, dando como resultado el disco My Life in de Bush of Ghosts en 1981, cuya trascendencia en la música contemporánea se comprendería algunos años después. En este trabajo crearon temas a partir de la deconstrucción sonora al experimentar con grabaciones sobrepuestas en bases rítmicas y armónicas, antecediéndose así al uso de los samplers (que aún no existían) tan comunes en el hip hop y la música electrónica de los años venideros.
Ese mismo año David creó la música para la obra de Twyla Tharp, The Catherine Weel presentada en Broadway, del cual saldría un disco que se convertiría en su primer disco como solista. En esos años, Talking Heads contó con la participación del guitarrista Adrian Belew en sus presentaciones en vivo, de las cuales algunas quedaron registradas en el ya mencionado disco The Name of This Band is Talking Heads.
En 1983 lanzaron el disco Speaking in Tongues, cuyo sencillo fue “Burning Down the House”, el mayor éxito comercial logrado por la banda hasta ese momento. A partir de este disco, el sonido del grupo se tornaría más rock pop, sin dejar las influencias funky. Sería el comienzo de una fila de éxitos radiales apoyados por videos transmitidos en la era MTV que se traducirían en ventas millonarias de su música. La canción “This Must be the Place (Naive Melody)”, segundo sencillo de este disco, siempre me ha parecido una composición refinadamente minimalista.
Para promover Speaking in Tongues realizaron la que, sin saberlo aún, sería la última gira del grupo. Las fechas que dieron en el Pantages Theatre en Hollywood, California, fueron filmadas por el director de la película The Silence of the Lambs, Jonathan Demme, para crear así Stop Making Sense en 1984.
En ésta se muestra como a partir de un escenario desnudo, se desarrolla un concierto en el que se van añadiendo instrumentos, escenografía y elementos de producción como parte de la evolución de su espectáculo. Mostraron así la manera en la cual concebían su trabajo, mismo que no solo abarcaba lo musical sino que involucraba conceptos perfectamente integrados en un montaje multidisciplinario. La película también tiene la peculiaridad de haber sido la primera elaborada completamente en formato digital.
Para entonces David, con actitud renacentista se involucraba en todo tipo de proyectos, ya que elaboró soundtracks de películas (The Last Emperor), musicalizó obras de teatro y comedias (The Civil Wars y Married to the Mob), editó discos de estos trabajos (Music for the Knee Plays y The Last Emperor), dirigió videoclips, documentales y películas (True Stories y Ile Aiyé-The House of Life) donde también actuó, además de diseñar y fotografiar. Por su lado Talking Heads siguió lanzando producciones.
Además de los discos en vivo, soundtracks y recopilaciones, editarían los discos de estudio Little Creatures (1985), True Stories (1986) y Naked (1988) antes de su separación oficial en 1991.
El mismo año del lanzamiento de Naked, David lanzó como solista Rei Momo, resultado de su acercamiento a la música afro caribeña, en donde se podían escuchar merengues, cumbias, sambas y salsas cantados en inglés. En este disco se incorporó el tema “Loco de Amor” que interpreta a duo con Celia Cruz.
Originalmente fue compuesto para el soundtrack de la película Something Wilde. La canción en cuestión es una mezcla de estilos musicales enmarcados en el denominado world music, que tuvo su aparición masiva a partir de la mitad de la década con los trabajos de Peter Gabriel, Los Lobos y Paul Simon.
Las músicas populares ubicadas fuera de la órbita pop anglo parlante, tomaban importancia y eran motivo de interés para los músicos de Estados Unidos y Gran Bretaña principalmente. El comienzo de la carrera solista de David Byrne estaría marcado por esto y por el nacimiento de su propia compañía discográfica Luaka Bop, creada para promover la música contemporánea del mundo.
Como una evolución de Rei Momo en la experimentación de Byrne de la música afro caribeña con el rock, en 1992 lanzó Uh-Oh. Después cargó la balanza hacia el rock en su disco homónimo de 1994.
Al comenzar la década de los 90, David participó en eventos y producciones discográficas para recaudar fondos en la lucha contra el SIDA. De ahí su participación en el disco Red, Hot and Blue de 1990.
Aunque Talking Heads ya había anunciado su separación, el grupo continuó presente en el gusto de su público ya que siguieron editándose discos recopilatorios con bastante éxito, mientras Byrne ganaba reconocimiento como solista.
Como parte de su activismo en la lucha contra el SIDA se presentó en 1993 junto a Celia Cruz en el Teatro de la Ciudad en la capital mexicana, con quien interpretó “Loco de Amor”.
Por esos días en Botellita de Jerez, banda a la cual pertenezco, buscábamos a un productor para nuestro nuevo disco Forjando Patria. Yo propuse a David Byrne pensando en que comprendería el sincretismo de nuestro trabajo.
Mis compañeros estuvieron de acuerdo, así que por medio de una amiga que estaba en la organización de dicho evento le hice llegar nuestra maqueta. Pasaron los meses y no hubo respuesta. Cuando pensé que no pasaría más, nos mandó una postal de una exposición de sus fotografías en una galería de Nueva York, en la que amistosamente nos decía que le sonaba bien, pero que tal vez era muy comercial para Luaka Bop.
“¿Luaka Bop? ¿Qué es eso?” nos preguntamos. Por entonces, nosotros desconocíamos la existencia de la compañía de Byrne. Además nos dio risa que nos considerara comerciales.
En fin, después de su amable rechazo me acerqué al trabajo de su discográfica, conociendo su interesante catálogo. Me hice así, fanático del grupo vocal afro-belga Zap Mama. Por esos años también, David hizo apreciaciones elogiosas al disco Re de Café Tacvba, con quienes participaría posteriormente en el disco Avalancha de Éxitos de 1996, donde yo también tengo una modesta participación como invitado.
Su acercamiento a la nueva música hecha por latinoamericanos no quedaría ahí. Luaka Bop editaría los trabajos de artistas como King Changó (Nueva York, liderado por el venezolano Blanquito Man), Los de Abajo (México) y Los Amigos Invisibles (Venezuela).
En 1996 participó junto a la brasileña Marisa Monte en el tema Waters of March de Antonio Carlos Jobim para el disco Red, Hot and Latin, continuación de la campaña iniciada con el Red, Hot and Blue. Algo que caracterizó a David Byrne desde sus inicios, es que nunca se limitó para establecer relación y colaborar con toda clase de artistas.
En el disco Feelings de 1997 trabajó con los grupos Morcheeba, Devo, así como con Paula Cole, incluyendo diversos elementos de producción e instrumentación de la música electrónica. Como parte de la gira de promoción de este disco visitó México en abril de 1998, presentándose en el Teatro Metropólitan. Abrieron Los de Abajo, grupo mexicano que acababa de sacar su disco con Luaka Bop.
En esos años también se convirtió en el conductor del programa Sessions at West 54th, re afirmando su capacidad para involucrarse con toda clase de músicos invitados y proyectándose como un distinguido habitante neoyorquino.
En 1999 grabó junto a Caetano Veloso el tema “Dreamworld” para el disco Red, Hot and Lisbon, su siguiente colaboración en la serie Red, Hot. Para el 2001 lanzó el disco Look Into the Eyeball, con la peculiaridad de haber sido distribuido con el sistema operativo Windows Media Player 8, incursionando en nuevas formas de distribución de la música.
Una de las canciones del disco es “Desconocido Soy”, tema en español escrito con el grupo Café Tacvba. El sencillo promovido fue “Like the Humans Do”, con el que consolidaba su vigencia como uno de los músicos más importantes de las últimas décadas.
En 2002 compuso junto al grupo X-Press 2, el tema “Lazy”. En 2004 lanzó Grown Backwards, quizás el disco más ecléctico de su carrera, en el que mezcla country, funky, rock, dance, electrónica y ópera.
Sus colaboraciones con artistas latinoamericanos no pararía. A mí en particular, me gusta mucho la colaboración que hizo en 2006 con el grupo argentino La Portuaria, en el tema “Yo no le temo a la Muerte”. Y en lo general, durante los siguientes años seguiría creando temas nuevos con artistas como Thievery Corporation, Fatboy Slim, Paul Van Dyk y nuevamente con Brian Eno.
En 2012 hizo el disco Love This Giant junto a St. Vincent (Annie Clark). Ese año escribió el libro How Music Works, volviéndose en una pieza fundamental en la biblioteca de cualquier persona relacionada al mundo de la música.
Todo esto es solo una pequeña parte de todas las actividades en las que suele estar involucrado este escocés de 65 años, promotor del uso de la bicicleta, además de cronista y crítico de la vida cotidiana estadounidense cuya energía e influencia perdura y se renueva. Tras haber llegado a los Estados Unidos a los 8 años de edad, en el 2012 adquirió la nacionalidad de este país al que admira y critica por igual.
Es así como en 2018, nos sorprende con la aparición en marzo, de un nuevo disco llamado American Utopia, acompañado del anuncio de una gira para promoverlo. Después de seis fechas en los Estados Unidos, continuará su peregrinar por Latinoamérica y llega a la Ciudad de México después de 20 años, para realizar la duodécima parada del American Utopia World Tour. Luego sigue por Europa, parando en Madrid para el festival Noches del Botánico el 10 de julio, en el Festival Bilbao BBK Live el 13 de julio y al día siguiente en Barcelona en el Festival Cruilla.
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El concierto del 3 de abril:
Después de una asoleada mañana, la tarde anuncia lluvia primaveral. Son cerca de las 7 de la tarde al momento en que salimos Grace y yo en mi carro hacia el teatro Metropolitan, escenario de grandes presentaciones. De manera contraria a lo que esperaba hay poco tráfico. El trayecto nos lleva 40 minutos desde el sur de la ciudad hasta el centro. Al llegar a la avenida Independencia, pasamos frente al teatro y su marquesina con el nombre de David Byrne a todo su largo. Frente a la entrada, doy vuelta en la calle José Azueta en el que se encuentra un estacionamiento a media cuadra. Aún es temprano pero frente al teatro ya hay público, revendedores y comerciantes ambulantes que venden toda clase de productos piratas referentes a David Byrne y Talking Heads.
Después de mirar sin prisas entre los puestos, entramos en el recinto donde ya se encontraban personas conversando en grupos. En uno de ellos veo a mi amigo Liber Terán, vocalista de Los de Abajo, que al saludarlo le digo: “No sé por qué sabía que te encontraría aquí”, a lo que me contesta con una sonrisa.
Después de una corta plática, Grace y yo entramos a buscar nuestros lugares, que se encuentran más o menos al centro, cerca del escenario. Hay poca gente, pero se comienza a perfilar el tipo de público convocado. Se pueden ver las cabezas canosas de personajes alternativos, así como las barbas hipsterianas de algunos jóvenes amantes de lo ecléctico.
En las primeras filas, las más caras, algunos seres absorbidos por el sistema (“¿Tu sabes? Hay que tomar la vida en serio”), tratarán de recordar cuando vivían un poco más libres. Otros, los menos, totalmente fuera de contexto seguramente ganaron sus boletos en alguna estación de radio sin ninguna referencia de lo que vienen a ver.
Sobre el escenario, con el telón abierto, se encuentran dos paredes laterales y una de fondo, hechas de cortinas conformadas por largas y finas cadenas metálicas, amarradas de tal manera que forman una serie de columnas uniformes alrededor de los instrumentos del grupo abridor, mismo que para mi sorpresa no tardó en salir.
Si bien el boleto invita a llegar a las 21 horas, desde las 20:20 salen los integrantes del grupo IMS. En cada plaza donde se ha presentado y se presentará el American Utopia World Tour, tocan como teloneros diversos grupos locales cuya función, en la práctica, es amenizar la llegada de los asistentes a sus lugares. Paran de tocar después de 40 minutos y desalojan el escenario.
Una vez fuera los instrumentos, sueltan las cortinas formando tres planos continuos de cadenas. Las tramoyas que sostienen las cortinas, comienzan a bajar dejando el fondo del teatro desnudo. No puedo evitar recordar el comienzo de Stop Making Sense.
Mientras todo esto sucede, en las bocinas se escucha de fondo lluvia. Colocan una superficie-alfombra en el área rodeada por las tramoyas, que ahora están al ras del suelo. Al centro ponen una pequeña mesa con su silla. Sobre ésta, un cerebro de plástico y una luz cenital.
Tal pareciera que estamos por presenciar una obra de teatro. No hay instrumentos, ni bases de micrófonos, ni tarimas. Los asientos se encuentran prácticamente ocupados en su totalidad cuando se apagan las luces. El show está por comenzar.
Sale David vestido con un traje sastre de tonos plateados. Está descalzo y toma su lugar en la mesa. Lleva un micrófono de diadema y monitor de audífono. Con el cerebro en sus manos, comienza a interpretar él solo “Here”, tema suave con el que cierra su nuevo disco, mientras la tramoya comienza a subir lentamente y con esto, se delimita y construye sobre la marcha el espacio sobre el que sucederán las cosas.
Poco a poco, comienzan a atravesar las cortinas distintos músicos vestidos con el mismo atuendo de Byrne, pero a diferencia de él sus trajes tienen un ligero tono verdoso. Llevan arneses sobre los cuales se encuentran sus instrumentos. Varios de ellos interpretan los ritmos de una batería, deconstruída y repartida entre cinco percusionistas perfectamente ensamblados.
También hay un tecladista, un bajista, una guitarrista y dos coristas, hombre y mujer, que son a la vez bailarines, con sus respectivos micrófonos de diadema. Todos con movimientos independientes perfectamente coordinados. Al terminar reciben un caluroso aplauso de los asistentes e inmediatamente comienzan a tocar la rítmica “Lazy”. Los presentes no podemos evitar pararnos a bailar.
El sonido es compacto y comenzamos a comprender que estamos presenciando algo totalmente distinto a lo que hemos visto antes. Es una mezcla de músicos con movimientos coreográficos y actuaciones teatrales, acompañada de una escenografía e iluminación más emparentada con la danza contemporánea que con un concierto de rock. Byrne ha trabajado con la coreógrafa Annie-B Parson desde 2008 y se nota.
Continúan con “I Zimbra”, canción de la etapa más africana con Talking Heads y el público no para de bailar. Para este momento, nos tienen totalmente atrapados y felices. Es hasta que acaban con este tema, cuando Byrne se dirige al público por primera vez sin ocultar su emoción ante la energía festiva de todos.
La noche continúa con los temas “Slippery People” de Talking Heads, seguido de “I Should Watch TV” del disco Love This Giant que hizo junto a St. Vincent. Llegó el momento de dos temas del nuevo disco: “Dog’s Mind” y “Everybody’s Coming to My House”.
Entre estos, David presenta a sus músicos. Ellos son el tecladista Karl Mansfiel, la guitarrista Angie Swan, el bajista Bobby Wooten, los coristas Chris Giarmo y Simi Stone y la sección de percusionistas conformada por Daniel Freedman, Gustavo di Dalva, Tim Keiper, Aaron Johnston y Davi Vieira. Cada uno recibió calurosos aplausos del público.
La presentación prosigue bajo la línea de un guión pre establecido, pero no por ello ha dejado de parecerme emocionante. Hasta este momento, la escenografía minimalista ha sido aprovechada al máximo por los músicos que se mueven utilizando la relativa transparencia de las cortinas de cadenas, atravesándolas, quedándose a medio cuerpo dentro y medio cuerpo fuera del escenario.
La iluminación también es reflejada por las cadenas de diversas maneras de tal forma que continuamente hay sorpresas y no cansa. David, por ocasiones toca la guitarra, a partir de una dinámica simple en la cual se acerca a la cortina en donde unos brazos anónimos le entregan su instrumento o se lo recogen, según lo requiera.
Llega ahora el momento en el que interpretan dos de mis favoritas, “This Must Be the Place” seguida por “Once in a Lifetime”, ambas de Talking Heads. Otra del nuevo disco, “Doing the Right Thing”, seguida del cover “Toe Jam” de Brighton Port Authority. De su etapa con Talking Heads ahora interpretan “Born Under Punches (The Heat Goes On)”, para seguir con otros tres temas de American Utopia: “I Dance Like This”, “Bullet” y “Every Day Is a Miracle”.
Se enfilan al final con “Like Humans Do” y los temas de Talking Heads, “Blind” y “Burning Down the House”. La gran ovación se hace presente y se escucha como el público de gayola comienza a zapatear, haciendo vibrar la estructura del teatro.
Tras un par de minutos, salen para tocar como encore “Dancing Together”, seguido por “The Great Curve” de Talking Heads, que nos envuelve en su rítmica ascendente que culmina en un gran solo de guitarra de Angie Swan. Vuelven a salir del escenario y el público no está dispuesto a dejarlos ir, así que insisten con su aplauso y gritos para que regresen.
Lo hacen ahora sin sus sacos y todos llevan alguna percusión en sus manos. De esta forma interpretan entre cantos y ritmo el tema “Hell You Talmbout”, cover de Janelle Monáe que suena tribal y combativo. Buen cierre para una noche que nos ha dejado a todos con una gran sonrisa.
Prenden las luces y comenzamos el desalojo del lugar. A la salida encuentro más amigos músicos y periodistas. Todos coincidimos en que habíamos presenciado un concierto de alta calidad. No solo fue lo que escuchamos, sino como lo escuchamos.
Conclusiones:
Multifacético, David Byrne es un ser aturdido, alegre, cínico e inclusive pesimista. Cosmopolita y curioso a partir de su visión como emigrante en continuo debate amor/odio, gratitud/vergüenza, deleite/miedo con los Estados Unidos, pero es quizás una de las personas que ha sabido describirlo mejor.
En su idiosincracia lleva la mejor cualidad de ese país, el deseo de renovación constante, lo que le ha permitido ser uno de los artistas más propositivos de su tiempo.
Me alegra constatar que David Byrne sigue marcando la pauta.
Sr. González @diabloglez