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La ecléctica primera noche de Humo (Sala El Sol / Abril 7, 2018)

Mohama Saz
Fee Reega / Mohama Saz / La URSS
HumoMAD #001
Sala el Sol, Madrid
(Abril 7, 2018)

 

El sello independiente Humo tiene un catálogo ecléctico, lo cual es un perfecto punto de partida para una serie de conciertos en los que esa variedad apunta como un atractivo. Es una ocasión ideal para que aquellos fans de un grupo particular o determinado tipo de género, descubran a otros artistas distintos.

El primer capítulo estuvo conformado por la cantautora alemana Fee Reega, el grupo madrileño de space rock étnico Mohama Saz y el cuarteto punk andaluz La URSS, un cartel tan dispar como atractivo.

Fee Reega viajó desde Gijón con el guitarrista Javier Bejarano, quien se encargó de aportar las estupendas ambientaciones y paisajistas solos con su guitarra acústica. Su afable personalidad la hizo aguantar de la mejor manera las molestias causadas por una parte del público ubicado en la parte más lejana de la tarima que no paró de hablar y eso, para una propuesta intimista, puede ser mortal. A pesar de advertirlo a su manera varias veces, se las arregló para ofrecer un maravilloso set de diez canciones teñidas de reflexiones, historias sombrías sobre la naturaleza humana y vivencias propias.

Comenzó con “La noche cae” y “Tequila”, que abren su excelente disco más reciente, Sonambulancia (2017) y entonces dejó colar “La automuerte”, con su voz aterciopelada y la pronunciación sajona de la “rr”, que le queda incluso muy seductora cantando frases como “Olí tu cuarto de muerto desde fuera cuando intenté abrir la puerta con una tarjeta”. Siguió con la nostálgica “El tiempo limpia” y luego la melancólica “Solo es trabajo”, que podría ser autobiográfica cuando dice “solo es trabajo, mi amor, te llevo siempre en la cabeza, llevo tu foto en la cartera”.

De su primer larga duración, Salvajada (2012), rescató “Qué quieres aquí” y siguió con la versión en alemán de “El gran bebedor” y después la exquisita “Tu cocinas”, con letra que toca la cotidianidad con un romanticismo especial. Fue un punto álgido por la guitarra de Bejarano. Un tema particularmente crudo es “El hombre que fuma heroína” y en ella canta “el hombre que fuma heroína me quiere conocer”.

Antes de despedirse dijo que tocarían la más larga del repertorio. Fue “20 multas en un día”, un temazo tras el que finalmente posó los pies completos en el piso luego de pasar toda su presentación cantando de puntillas. El público que si prestó atención –la mayoría, hay que decirlo- quedó complacido.

A los pocos minutos aparecieron los integrantes de la agrupación Mohama Saz ataviados con vestimentas turcas y sin anestesia comenzaron a desgranar el repertorio de su reciente disco Negro es el poder (2017), sin olvidar del todo su debut More Iran (2015). La energía que emanan es sumamente contagiosa, una mezcla de rock progresivo, jazz con inflexiones turcas y psicodelia.

Desde el primer tema nos vino a la mente la agrupación Gong en sus tiempos gloriosos de la trilogía Flying Teapot, Angel´s Egg y You de 1973-74, no tanto por las influencias turcas (que las tenían tangencialmente), sino por la capacidad de crear pasajes instrumentales hipnóticos y cósmicos con un aura de comuna hippie construyendo su propio universo. Arturo Pueyo, ubicado al centro, realiza aportes fantásticos con el clarinete y el saxo, en la linea de aquellos de Didier Malherbe; la brutal y esencial batería de Adrián Ceballos -el Pierre Moerlen de Mohama Saz– se mueve de los más complejos y exigentes ritmos al groove étnico; el saz eléctrico envenenado de Javier Alonso recuerda a las guitarras glissando de Steve Hillage y el hechicero Daevid Allen. A nuestro extremo más lejano, el bajista Sergio Ceballos (hermano de Adrián, ambos también de Melange, otra excelente banda), hizo un impecable trabajo. Entre él y Alonso se reparten el rol vocal, indispensable en algunos pasajes pero tapada por los instrumentos. El percusionista invitado, a nuestro juicio tuvo un rol demasiado opaco y no aporto demasiado con el darbuka y el djembe.

Especialmente “Hueso y luz”, “Negro es el poder”, la pegadiza “Viyan”, la explosiva “Cuando llegue el día” y “De entrada, no”, sonaron verdaderamente fabulosas. Al final, Sergio se lanza su especie de mitin en turco para arrancar el tema de despedida.

Luego de una breve pausa salió a escena Áfrico, el cantante de La URSS. Agarró el micrófono y luego de unas pocas palabras dijo que ya, que el show había terminado y se fue. Nadie lo tomó en serio. Al minuto salieron y comenzaron su bombardeo punk, a medio camino entre la energía contestataria de The Clash y Dead Kennedys, la desfachatada inmediatez de Buzzcocks y el primer The Damned, la rudeza de Eskorbuto y el rock garagero de Iggy Pop, probablemente el personaje que más inspira los movimientos de Áfrico, que también incluyen a Mick Jagger, Ian Curtis, Johnny Rotten y Joe Strummer. El bajo a veces retrotrae a The Stranglers, aunque mucho menos protagonista.

La URSS no es un grupo punk cualquiera. Están lejos del estereotipo visual. Solo el bajista viste como punk, el resto va a su aire. Áfrico viste jeans, se mueve de un lado a otro, en ocasiones parece que fuera a tropezar y caer aparatosamente. Desafina de vez en cuando, pero no importa. Él es el show, el sostén de la puesta en escena. El repertorio se basó en el muy reciente disco editado por Humo, Nuevo Testamento (2018), en el que prosiguen su crítica contra el modo de vida de muchos, que no es lo mismo que un discurso anti sistema, aunque critiquen el poder, el totalitarismo y el control de las masas (de ahí precisamente su nombre), las guerras, los desengaños…Así, sonaron atronadoramente temas como “Curva de consumo ancesdente”, “Cristal”, “Non Plus Ultra”, “Confianza racional en la Acción Dinámica” y otras-

Fue un show contundente, relativamente corto como manda el punk, lleno de canciones urgentes y que saldó favorablemente la primera jornada humeante.

Juan Carlos Ballesta (texto, fotos y video)