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Peter Hammill sacudiendo emociones en Madrid

Peter Hammill Madrid
Hammill en el Teatro Lara de Madrid. Dic 14, 2015. Foto: Juan Carlos Ballesta

Peter Hammill
Concierto en Teatro Lara, Madrid

(Diciembre 14, 2015)

 

Un solo concierto en 2015 no es la norma para un artista que desde 1968 no ha parado de tocar en vivo. Esta velada se enmarcó dentro de la iniciativa “Pequeños grandes momentos 1906” que patrocina la cerveza gallega y el nombre ciertamente es muy adecuado. Esta excepción de Hammill se debe a que se ha dedicado a grabar su nuevo disco solista y otro con Van Der Graaf Generator.

El inglés no pudo llenar un teatro de mediana capacidad un lunes lluvioso, con el hándicap del horario simultáneo al promocionado debate pre-eleccionario entre el presidente de España y el líder opositor.

Hammill, no obstante, no necesita de audiencias masivas para vaciarse y cautivar. Él sigue cultivando una selecta y fiel legión de seguidores con la que logra conectar de manera directa gracias a sus inclasificables canciones, su impresionante voz y el estilo único de su ejecución.

Sus canciones, entre la angustia y el drama existencial, lo sutil y lo misterioso, el amor y el despecho, lograron cautivar y emocionar al extremo a todos los asistentes, la mayoría conocedores de su extensa obra que comprende tres decenas de discos en estudio como solista, varias colaboraciones, compilados y álbumes en vivo, y doce con Van der Graaf Generator.

Hammill no deja a nadie indiferente. Su frágil figura, ahora avejentada, y sus gentiles maneras fuera del escenario, contrastan con lo telúrico de su performance, una montaña rusa con viajes que terminan bruscamente o con delicadas notas de piano. Quienes no lo conozcan o recién lo escuchan por primera vez, pueden sufrir un shock ante su desaforado golpeteo del piano o su alud vocal, una actitud totalmente ajena a las imposturas y clichés.

Cada presentación es un ejercicio de emotividad, un sismo continuado por dos horas en el que Peter va construyendo cada canción tal como un artesano esculpe su obra única, con sus manos y su voz, diferente en cada recital, alcanzando momentos de alta intensidad y otros de suprema delicadeza.

Siempre ha sido así, bien con Van Der Graaf, a dúo, con guitarra o con piano solo como fue el caso de esta presentación única en el vetusto pero atractivo teatro construido en 1879, ubicado en el número 15 de la Corredera Baja de San Pablo del madrileño Barrio de Maravillas, en el entorno de lo que desde hace unas décadas se conoce como Malasaña.

Ante un público emocionado que viajó desde varias partes de España, y que contó con presencia de varios italianos y británicos, el venerable Peter confeccionó un repertorio de 17 canciones conformado principalmente por clásicos de los años 70 y 80, con algunos temas más recientes.

Vestido, como es su costumbre, de riguroso blanco (color que si no se combina con iluminación suave dificulta las buenas fotografías), salió a escena a las 10 de la noche en punto para sentarse frente al piano de media cola. Sin preámbulos comenzaron los reconocibles acordes de “My Room”, con los que rápidamente atrapó al público.

Siguieron temas emblemáticos como “Easy to Slip Away” de 1973; las soberbias baladas con sello hammillianoDon´t Tell Me” (1982) y “Just Good Friends” (1983); para proseguir con la brutal “Time Heals”, grandísimo momento extraído de uno de sus discos claves, Over (1977) que concatenó con “The Mousetrap”, de su siguiente disco The Future Now (1978).

Más adelante interpretó “Time to Burn” (In a Foreign Town, 1988), la siempre bienvenida “The Siren Song” del disco The Quiet Zone/The Pleasure Dome (1977) de Van der Graaf, y la indispensable “Stranger Still” (Sitting Targets, 1981) en cuyo final Hammill deja a todos atónitos cantando con fiereza “…a stranger, a wordly man”, frase que repite varias veces, siempre de forma distinta y visceral.

Peter hizo un representativo paseo por todas sus épocas, aunque los años 90 apenas estuvieron representados por la intensidad de “A Way Out” (Out of Water, 1990), la exquisita “Curtains” (Fireships, 1992) y la delicada “A Better Time” (X My Heart, 1996).

De tiempos más recientes tocó pocas, a pesar de que sus últimos discos son de notable calidad. En “Friday Afternoon” (Singularity, 2006) y “The Mercy” (Thin Air, 2009) se notó que usaba cierta ayuda en los textos, quizá por haber sido interpretadas pocas veces en directo.

El que se suponía era la canción de cierre, “Still Life”, inolvidable tema que da nombre al sexto disco de VDGG de 1976, fue sin duda un supremo pináculo. Tras una sentida ovación, Peter volvió agradecido y como repitió tras cada canción volvió a decir “gracias” y con el dedo índice anunció que tocaría una más.

Y con la sensible “Vision” de su primer disco solista de 1971, Fool’s Mate, se despidió de Madrid y de los escenarios en 2015.  Solo nos faltó algún tema de nuestro disco más escuchado, PH7 (1979)

Diez minutos después, con la afabilidad que lo caracteriza, salió a departir con los fans que decidimos esperarlo para saludarlo. En nuestro caso, el saludo fue especialmente emotivo al recordar su paso por Caracas en febrero de 2000 junto a su “hombre orquesta”, el tristemente fallecido violinista Stuart Gordon.

Gracias por tanta entrega, Peter.

Juan Carlos Ballesta

Hammill en el teatro Lara de Madrid. Dic 14, 2015 Foto: Juan Carlos Ballesta
Hammill en el teatro Lara de Madrid. Dic 14, 2015
Foto: Juan Carlos Ballesta