El 19 de febrero de 2014 fallecía en Caracas uno de los músicos más universales nacidos en Venezuela. Recordamos su invaluable y variopinto legado
En muchos países existen personajes que funcionan como bisagras para una sociedad en crisis, ya que su trabajo creativo tiene la cualidad de trascender más allá de posiciones y creencias políticas. Simón Díaz (ago 8, 1928), gracias a su enorme obra y su integridad como ser humano, logró la confluencia de tirios y troyanos.
La venezolanidad le debe demasiado. Pocos han contribuido tanto a colocar a Venezuela en el mapa musical del mundo como él a lo largo de 50 años de vida artística.
El 19 de febrero de 2014, a los 85 años, falleció el querido Tío Simón
Juan Carlos Ballesta
A algunos venezolanos puede no gustarle la música de Oscar D’León, Los Amigos Invisibles, Franco de Vita, Ricardo Montaner, Desorden Público, Carlos Baute, El Puma o cualquier otro icono de renombre internacional, pero no hay ninguno que reniegue de Simón Díaz y no lleve las canciones en su interior.
No por casualidad sus temas han sido interpretados por artistas de todo tipo, entre los que cabe mencionar a Joan Manuel Serrat, Martirio, Jorge Drexler, Gabriela Montero (con quien grabó su último disco), Plácido Domingo, Caetano Veloso, Juan Luis Guerra, Soledad Bravo, María Teresa Chacín, Mercedes Sosa, Devendra Banhart, Atahualpa Yupanqui, Ray Conniff, Julio Iglesias, Celia Cruz, Rubén Blades, Gilberto Santarrosa, Tania Libertad, María Dolores Pradera, Armando Manzanero, Barbarito Diez, Ry Cooder, Oscar D´Leon, Los Hermanos Naturales, E-óN, Yordano, Natalia Lafourcade, Silvia Pérez Cruz, Patrick Watson, Gipsy Kings (grupo que popularizó “Bamboleo” con “Caballo viejo” en plan de rumba flamenca) y un largo etcétera.
También la célebre bailarina y coreógrafa alemana Pina Bausch incluyó varias tonadas en su coreografía “Nur Du”.
Entre los muchos méritos que tiene Simón Díaz (hay que decirlo siempre en presente), hay dos especialmente invaluables.
En primer lugar, inculcó los valores de la música y cultura venezolana a los niños, beneficiándose de ello principalmente los que crecieron en los años 80 y 90, y tuvieron un referente cercano al que podían ver cada día.
Su programa “Contesta por Tío Simón”, transmitido por Venezolana de Televisión (VTV) durante 11 años, marcó un hito en la televisión venezolana gracias a un acertado manejo de la imaginería infantil y el acervo cultural venezolano, mediante canciones, juegos, intercambios, concursos, enseñanzas y sobre todo por ceder el protagonismo a los propios niños.
Ha sido uno de los programas con mayor sintonía en la historia del canal y la televisión venezolana. Durante su desarrollo surgieron iniciativas como Festichamo, que fue sin duda muy importante. El cariñoso apelativo de Tío Simón surgió en esta época y quedó plasmado en la cultura venezolana. Vale decir que desde entonces los niños venezolanos han adolecido de un programa televisivo de esta relevancia.
En segundo lugar, logró que las nuevas generaciones de músicos del universo electrónico y del mundo pop-rock venezolano se acercaran a la música tradicional gracias a sus canciones.
Esto ocurrió gracias a la ayuda de su hija Bettsimar Díaz. Hace unos años, por ejemplo, fue editado Simón Díaz Remixes (producido por David Rondón e Iván Loscher), un catálogo de remezclas de tonadas realizadas por jóvenes productores de música electrónica, entre ellos Babylon Motorhome, Spyro, Kp9000, Masseratti 2lts, Dr. Muu, Garnica, Cardopusher, Todosantos, Panasuyo…
Después, hemos visto homenajes de todo tipo en los que, principalmente, han participado cantantes de las nuevas generaciones, redimensionando su legado. Grupos como Famasloop, cantantes como Rafael Pino, Mariaca Semprún, Nana Cadavieco, McKlopedia, Amanda Querales, José Alejandro Delgado, Luis Jiménez (Los Mesoneros), Beto Montenegro (Rawayana), Laura Guevara y otros muchos, le han rendido tributo.
Aunque sus canciones más conocidas están enraizadas con su tierra, Díaz no solo hizo tonadas –a las que convirtió en género– y música llanera, sino que también incursionó en las gaitas, las guarachas, el bolero y la salsa de la mano de Hugo Blanco. Incluso se atrevió con los tangos.
A comienzos de la década de los 70 nos regaló cada año una serie de discos bautizados como “Las Gaitas de Simón”, una mezcla de humor y protesta sociopolítica, y ya luego en este siglo, no dejó de opinar sobre la nueva realidad política, posiciones que contrastaban con las de su hermano, el conocido actor cómico Joselo (fallecido en 2012).
Mucho se ha escrito a lo largo de los años sobre Simón Narciso Díaz Márquez, nacido en Barbacoas, estado Aragua, el 8 de agosto de 1928. Para el momento de asumir el loable reto de educar a los niños y convertirse en Tío Simón, ya había construido gran parte de su legado musical.
Su salida del aire del “canal de todos los venezolanos”, a comienzos del gobierno de Hugo Chávez, se debió a mezquindades propias de funcionarios que obedecían a un proyecto político más que a las necesidades de un país y a las elementales normas de respeto para con un personaje de su estatura.
El respeto oficial que se merecía nunca lo obtuvo en vida, y un luto de tres días publicado en Gaceta Oficial fue, además de tardío, insuficiente. En realidad, Simón Díaz se hizo merecedor de grandes honores de Estado por ser uno de los hombres que más aportó a nuestro acervo musical y que más proyectó nuestra música en el mundo, siendo, probablemente, uno de los autores populares venezolanos más respetados y conocidos en el planeta Tierra.
El ejemplo del hombre humilde que construye un legado
Simón Díaz fue y sigue siendo el prototipo de hombre humilde, nacido en el seno de una familia numerosa de nueve hermanos; se formó precariamente en su pueblo y luego se trasladó a Caracas para formarse y hacer crecer su talento musical.
Su integridad y determinación siempre fueron características que lo ayudaron a convertirse en un artista trascendente, sin perder su identidad. Su padre, que tocaba el cornetín en la banda del pueblo, le enseñó sus primeros pasos en la música y lo animó a cantar boleros. Luego se hizo con el puesto de cantante en la Orquesta Siboney en San Juan de Los Morros, tras haberse desempeñado como asistente y atrilero.
El gran paso ocurrió el 19 de marzo de 1949 cuando con 20 años se mudó a Caracas, donde trabajó primero como empleado de un banco y se inscribió en el turno vespertino de la Escuela Superior de Música. Allí estudió por seis años bajo la dirección del insigne Vicente Emilio Sojo, profesor, músico y director de orquesta.
En 1963, conoce al músico, compositor y productor musical Hugo Blanco, quien se convertiría en una figura clave en su carrera al firmar su primer contrato discográfico. Blanco le dio la oportunidad de grabar el álbum Parranda criolla que incluyó “Por Elba” y “Matagente”, dos temas de corte humorístico, estilo que marcaría buena parte de su repertorio.
Al año siguiente, sale a la venta el álbum Llegó Simón, en el cual se incluyó el éxito “El Súperbloque”, que serviría para afianzar su naciente popularidad. En 1966, se publica el disco Caracha Negro, título alusivo a una de sus frases más representativas. De la colaboración entre Díaz y Blanco, surgieron 16 álbumes que incluyeron grabaciones en ritmo de salsa, guaracha y gaitas de corte humorístico.
La inquieta naturaleza de Simón lo llevó a incursionar en cine y televisión. Su primera película fue “Cuentos”, en 1963, bajo la dirección de Román Chalbaud. Luego siguieron, “Isla de sal” (1964), “El reportero” (1966), “La bomba” (1975), “Fiebre” (1976), “La invasión” (1977) y “La empresa perdona un momento de locura” (1978), en las que se paseó entre lo humorístico y lo dramático.
Su carrera televisiva comenzó en 1960 con el programa “La Quinta de Simón”, tras el cual vinieron programas de alto raiting como “Reina por un día”, “Criollo y Sabroso” y “Contesta por Tío Simón”. Su carrera televisiva siguió en los años 90 promoviendo la música y tradiciones venezolanas, hasta que a comienzos del siglo 21 fue despedido de VTV.
La radio también le sirvió de trampolín y vitrina. “Media hora con Joselo y Simón”, era una mezcla de música y humor que realizó con su hermano en Radio Rumbos en los años 70, a las 6:30 de la tarde; luego vendría, en la misma emisora, “Rumbos, Coplas y Canciones”, espacio que se mantuvo durante muchos años al aire con altos índices de sintonía.
Canciones de Simón Díaz para la historia
Sin duda, “Caballo viejo”, es su composición más famosa. De ella se han hecho más de 350 versiones desde que fue popularizada en Venezuela en 1981 por la cantante Mirtha Pérez, la primera a la que Simón le dio la canción.
Pero la versión que probablemente más haya sonado es la de Gipsy Kings, que es en realidad un híbrido flamenco que incluye extractos de “Caballo viejo”. Muchos que han cantado y bailado “Bamboleo” en el mundo, no sabían a quién pertenecían esos versos tan distintivos.
Sin embargo, lo que más identifica a Simón son sus tonadas, que empezó a rescatar del olvido cuando llegaron los primeros procesos industriales de ordeño en los años 50. Simón temía que al sustituirse a las personas en ese oficio campestre, se acabarían los cantos de ordeño.
En su primer disco incluyó “Tonada del Cabrestero” y a partir de ahí se sucedieron emblemáticas tonadas como “Sabana”, “El loco Juan Carabina” o “Tonada de Luna Llena”, incluida por Pedro Almodóvar en su película “La Flor de mi secreto”, cantada por Caetano Veloso.
Otros temas a medio camino entre la tonada, el joropo e incluso el bolero, como “Mi querencia”, “Clavelito colorado”, “Arbolito sabanero”, “Garcita”, “El Alcaraván”, “Que vale más”, “Todo este campo es mío”, “Luna de Margarita”, “Amor enguayabao”, entre otros, conforman un cancionero inmortal que será cantado por muchas generaciones.
Gracias por todo Simón. Es mucho lo que dejaste.