Inicio Ahi estuvimos La demoledora maquinaria de Swans despidiendo otra etapa

La demoledora maquinaria de Swans despidiendo otra etapa

Swans

La inimitable banda dirigida por Michael Gira despidió otra esencial etapa de su trayectoria con un concierto telúrico en Madrid

Swans (invitada: Baby Dee)
Teatro Barceló, Madrid

(Octubre 11, 2017)

Desde que se anunciaron los conciertos en Madrid y Barcelona como parte del proyecto 981 Heritage (Son Estrella Galicia), grandísima expectativa se levantó entre los seguidores de la legendaria banda formada en Nueva York a comienzos de los años 80 y que revestía especial relevancia tras el anuncio de su líder fundador, Michael Gira, de que ésta sería la última gira.

Al menos con esta configuración y esta dinámica. No es la primera vez que Swans se despide de su público. La actual etapa de Swans comenzó con el disco My Father Will Guide Me up a Rope to the Sky (2010) que significó su reaparición desde aquella gira que siguió a Soundtracks for The Blind (1996) y quedó documentada en Swans are Dead (1998).

Desde entonces, cada nuevo disco ha sido un auténtico tour de force, una montaña rusa de emociones y una impresionante manera de decirnos que se puede seguir haciendo música sin concesiones y altamente emotiva.

Así, The Seer (2012), To Be Kind (2014) y el reciente The Glowing Man (2016) ha seguido una línea ascendente que ha hecho del directo de Swans una experiencia única emocionalmente telúrica. Y así fue.

La noche la comenzó Baby Dee, esa extraordinaria artista transgénero, con su acostumbrada voz entre crooner y Siousxie, acompañada de un acordeón, que por momentos nos sonaba tan minimalista como una pieza de Phillip Glass o John Adams.

Junto a una guitarra acústica nos deleitó con sus piezas entre el vaudeville, el croon y el cabaret, y nos hizo rememorar a esa Chelsea Girl de Nico, a Tiny Tim o a una Dagmar Krause de la época con Henry Cow. Excelente interpretación y ¡oh sorpresa! había gente que asistió solo a ver a Baby Dee, algo de no creer.

Baby Dee
Foto cortesía Teresa Gómez/RevistaIndie

Después de ciertos arreglos en tarima, la voz al fondo de Meredith Monk y su Dolmen Music va dando paso a esa “pared de sonido” Xenakiana de la última encarnación de Swans comandada por Michael Gira en guitarra y voz, y que conforman Norman Westberg en la guitarra (veterano miembro desde 1983), Christoph Hahn en la guitarra lap steel y loops, Christopher Pravdica en el bajo, Phil Puleo en la batería y dulcimer, y el más reciente integrante, Paul Wallfisch en el piano, órgano y mellotrón.

Son músicos que habitan su propio universo y que juntos logran llevarnos a otra dimensión. Puleo parecía que tocaba tambores Kodo; el flaco y alto Westberg mascó chicle toda la noche, en una actitud mezcla de Fripp con Richard Pinhas con Heldon; el bajista Pravdica tocaba con una machaca dura y de una manera extraña saltando sobre sus pies pero sin moverse un centímetro; sentado, Hahn, otro de los que ya había estado con Swans en la fantástica época entre 1988 y 1991, tocaba la guitarra slide procesada (snake guitar); el teclista Wallfish no paró de hacer gestos.

Apenas con los primeros acordes de “The Knot”, nuevo tema estrenado en esta gira e incluido en el reciente doble disco en directo Deliquescence (2017), y el público apretujado hasta mas no poder en la sala, entra en trance, un trance que nos lleva al “In C” de Terry Riley, el Evening Star de Fripp and Eno, los ragas de Ravi Shankar, al Popol Vuh de Florian Fricke o al Ash Ra temple de Manuel Göttsching.

En ella se escuchan ecos de temas recientes de Swans. Los gestos de dirección de orquesta de Michael Gira, su guitarra golpe de martillo, su voz de chamán poseído por casi tres horas de ininterrumpido concierto y virtuosismo, ya no nos dejaron escapar más, descendiendo al infierno y ascendiendo al cielo más azul.

Tras los 45 minutos de mantra de “The Knot”, la banda siguió con los nueve minutos de “Screen Shot” del disco To Be Kind, el más corto de todos. “Cloud of Unknowing”, del reciente The Glowing Man, fueron otros 25 minutos de salvaje viaje en montaña rusa, luego de lo cual tocaron “The Man Who Refused to Be Unhappy”, otro de los nuevos que aparecen en Deliquenscence, un tema de diez minutos con una estructura más “rock” con la inquietante voz de Gira arropada por las guitarras.

El final con “The Glowing Man” fue apoteósico. Media hora devastadora.

Doce, veinticuatro, treinta y seis horas después seguimos en trance. “Carefull With That Axe, Eugene” y Ummagumma son nuestro despertar.

Swans es una experiencia única, sus discos son solo una pequeña muestra de lo que transmiten en escena.

Nicolas Labropoulos